La Comisión provincial de Patrimonio Histórico de Málaga aprobó el pasado martes el proyecto de intervención en el tejado de la Catedral de la ciudad. Un paso clave para la solución de los problemas de goteras y humedades que durante años han dañado la estructura del inmueble. Esta decisión ha despertado las esperanzas y alegrías de aquellas personas que sueñan con ver completado algún día el proyecto original de la Basílica de la Encarnación.
Dentro de este sector se encuentra José Antonio Portillo Cruz, abogado (ya retirado) y autor del libro Terminar la Catedral de Málaga... y otros aconteceres. En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, reflexiona sobre el estado del primer templo de la Diócesis pocos días después de que se conociera la noticia de la futura intervención.
Sus primeras impresiones ante esta decisión reflejan entusiasmo: "Todos los malagueños tenemos que estar agradecidos al obispo por haber apostado por ello. El proyecto aprobado delimita muy bien todas las unidades. Lo importante ahora es comenzar cuanto antes para poder ir ganando tiempo", explica.
Desde la Diócesis de Málaga destacan que este planteamiento se trata de "la opción más ligera y respetuosa con el proyecto de cubierta original" elaborado por Ventura Rodríguez en el año 1764.
Pese a ello, lo que genera más intensidad en los debates no es el tejado, sino la finalización del conjunto. Más allá de la última parte de la torre, lo cierto es que quedan otros muchos elementos por completar: balaustrada, programa iconográfico, sacristía… "Todo eso lo vimos cuando, delante de las autoridades, el Obispado proyectó una serie de infografías en las que se señalaban los elementos incompletos. Es una apuesta clara por la finalización, aunque resulta evidente que la cobertura es lo más necesario".
Durante el desayuno informativo Fórum Europa: Tribuna Andalucía del pasado jueves, Jesús Catalá afirmó: "Para mí lo menos importante era la torre y lo sigue siendo; yo no lo voy a hacer; en primer lugar, por falta de tiempo". Sobre esta afirmación, José Antonio Portillo tiene una respuesta muy clara: "Que haya algo prioritario quiere decir que hay algo que viene después. ¿Y qué es? Terminarla".
El vicepresidente de la Asociación Ciudadana Málaga por su Catedral opina que la obra se va a acabar haciendo: "No puede quedarse así". Tiene el presentimiento de que este obispo, "que es muy bueno, va a llegar lejos": "Creo que puede ser ese el motivo por el que no lo verá terminado. Pero el único obstáculo real que puede haber es la falta de dinero, y no será por mucho tiempo. En cuanto esto se ponga en marcha, las administraciones y entidades van a querer financiarlo".
Insiste en que las catedrales son obras que se tardan mucho tiempo en concluir. De hecho, a lo largo de la historia ha habido otros momentos de gran duración en los que los trabajos han estado parados. Incluso se han llegado a producir reintervenciones, como "la chapuza" de las bóvedas, cuya ineficacia resalta José Antonio.
Tras el tejado
Portillo Cruz defiende con firmeza que se trata de una obra inacabada y que por tanto hay que finalizarla. Eso sí, subraya que no se trata de una cuestión de gustos, sino de legalidad. Durante varios minutos realiza un repaso histórico sobre el papel que ha tenido el Patrimonio español en los últimos 100 años. Como si de un opositor se tratase, el letrado describe minuciosamente el historial jurídico, procesal, administrativo y arquitectónico que le lleva a abogar por la culminación del proyecto.
Desde la II República, hasta la democracia; Portillo Cruz relata que tras la Constitución de 1978, las comunidades comienzan a jugar un papel vertebrador. Sin embargo, en Andalucía "nadie quiere saber nada de la Catedral": "Cuando era pequeño, nadie hablaba de ello. Se comienza a escuchar cuando Celia Villalobos llega al Ayuntamiento de Málaga, pero la diferencia de color con el gobierno de la Junta impidió que fuera más allá".
Así, asegura que la falta de presidentes y obispos malagueños ha sido un hándicap en la consecución de este proyecto: "Málaga nunca ha sido núcleo de poder de nada porque los órganos de decisión nunca han estado aquí, tan solo las delegaciones, subdelegaciones o jefaturas. Jamás se han preocupado de algo que era de los curas. En todas las comunidades, las administraciones se han asegurado de mantener en buen estado sus templos, pero aquí no ha sido así. En Andalucía hemos estado mucho tiempo centrados en discusiones que se engloban dentro de una mentalidad aldeanista. Que si mi ciudad es más bonita que la tuya, que si la mía es mejor…".
A través de la Asociación Ciudadana Málaga por su Catedral, Portillo Cruz intervino en el proceso en el que se acabó reconociendo que, aunque el templo esté en el catálogo de Patrimonio Histórico Andaluz, eso no implica que se haya transferido la titularidad de la misma: "Es decir, que sigue perteneciendo al Obispado". Ese hecho, sumado a la legalidad vigente relativa a la finalización de las obras, son los dos argumentos fundamentales que el abogado esgrime para ejecutar el plan.
Durante la conversación, sale a debate la pregunta a la que casi todo malagueño busca respuesta: ¿Se va a terminar algún día la Catedral? Con la misma seguridad con la que ha descrito todo el razonamiento anterior, Portillo Cruz no duda un segundo en afirmar que sí: "Otra cosa es que el actual obispo no esté al frente de la iglesia de Málaga. En mi opinión, creo que su futuro se dirige hacia el Colegio Cardenalicio o algún Arciprestazgo. Ha sido muy bien obispo y el papa querrá que lo haga tan bien como aquí en cualquier otro sitio".
Incluso se atreve a ponerle fecha: 2028. "Se cumplen 500 años desde que se puso la primera piedra. Un proyecto de esta envergadura va a tener detrás a muchísima gente para poner dinero. No le va a faltar financiación porque todo el mundo va a querer decir con orgullo que ayudó a terminar de construir la Catedral. Todas las administraciones y mecenas privados van a participar. Incluido Europa: hay que explorar también esa vía".
La manquita
El espíritu de La manquita sobrevuela el diálogo. José Antonio afirma que a la gente le gusta tanto ese concepto "por ignorancia o falta de cultura": "La gente asume esta idea graciosa de manquita y la defiende a capa y espada. Pero luego me llaman a mí inculto por defender acabar el proyecto. Estoy harto de decirlo; la ley afirma que las obras que empiezan tienen que acabarse".
Además, no considera que ese concepto al que se aferran muchos ciudadanos sea un impedimento para culminarla: "Eso de manquita vende mucho, pero es que no se trata de un diseño que concibiera el templo con una sola torre, sino que la obra no está terminada", subraya.