Cincuenta días. Para cualquiera, casi un mes y medio. Para la familia y amigos de la malagueña Ángela Mérida todo un infierno. El 22 de mayo fue la última vez que Ángela escribió un mensaje en su cuenta de Facebook donde le gustaba mandar mensajes positivos a sus amigos: "Después de hacer footing... una ducha y ya mañana lunes, a empezar el día con energía. Feliz descanso y mejor amanecer". A la publicación acompañaba una imagen de la mujer sonriendo a cámara bajo el estado 'me siento bien'.
Nadie se imaginaba que ese sería su último post. Este martes, sobre las 12:20, la Policía Nacional hallaba su cadáver en una alcantarilla situada en un descampado adyacente a la calle Juan de Robles, en Teatinos. Durante la jornada se le realizó la autopsia al cadáver, en avanzado estado de descomposición, lo que provocó que los trabajos de identificación del cuerpo se alargaran más de lo habitual. Pese a ello, la Policía confirmó desde un primer momento que este mostraba signos de violencia.
Según los investigadores del Grupo de Homicidios de la Comisaría Provincial de Málaga, a falta del resultado definitivo de la autopsia, todo apunta a que la mujer murió por un estrangulamiento. Así, señalan que falleció días después de la desaparición y que el cuerpo no estuvo desde el principio en la arqueta, según ha expresado en una rueda de prensa el comisario provincial, Enrique Barón Castaño, acompañado del subdelegado del Gobierno, Javier Salas, que felicitó a los agentes por la rápida resolución del caso.
De la investigación de los hechos se está haciendo cargo el grupo de Homicidios de la Comisaría Provincial y está al tanto el Juzgado de Instrucción número 10 de Málaga, puesto que desde el hallazgo del cadáver se activó el protocolo judicial habitual en estos casos.
Ángela vivía sola en su piso de calle Carril del Capitán. Tenía 60 años y era muy activa en el barrio. La alcantarilla donde ha aparecido su cuerpo, a varios metros de profundidad, está a tan solo un par de minutos andando de su lugar de residencia, lo que hizo sospechar a sus familiares que debiera tratarse de Ángela desde que saltó la noticia del hallazgo del cadáver a primera hora de la tarde del martes.
Tenía dos hijos adoptados, Juan el mayor, y Ángel el pequeño, de 23 años. El segundo ha sido detenido este miércoles por su presunta relación con los hechos y era el principal sospechoso de la familia, que no descarta que contara con algún cómplice. Según la versión de Juan, su padre había echado a Ángel de su casa y el joven decidió acudir en busca de su madre en busca de techo - ella vivía a tan solo unos metros de su expareja-. Juan asegura que su hermano padece desde siempre "un retraso madurativo" y que "nunca ha trabajado".
Desde que el joven se mudó a casa de Ángela, siempre desde la versión de Juan, hubo varios episodios de amenazas hacia su madre, a la que le pedía dinero constantemente, pero ella nunca lo había denunciado. Desde el Grupo de Homicidios de la Policía Nacional, el móvil económico es la principal hipótesis del crimen, que coincide con las declaraciones de la familia.
"Ángel siempre ha sido un niño muy conflictivo. Incluso los vecinos han tenido problemas con él. La juntera y las droguitas hacen mucho. Mi padre lo echó por no cumplir las normas de casa", expresó a este periódico Juan en una conversación previa al hallazgo del cadáver.
Nada se sabía de ella desde aquel 23 de mayo. Juan temía que su madre hubiese huido "presa del miedo". El coche, un Chevrolet Aveo gris, ha sido ya localizado. El joven lamentaba a principios de junio que su madre pudiera no estar tomándose la medicación que le habían indicado para su enfermedad con la esperanza de que siguiera viva.
El vecindario no da crédito a lo ocurrido, puesto que cerca del descampado donde fue hallado el cuerpo hay un par de edificios de varias plantas. Así, una vecina que conocía a Ángela se refería hace unos días a ella como "una persona que nunca faltaba en su casa". "Hace más de un mes que no sabía nada de ella, me la cruzaba mucho comprando y de noche no solía salir", declaraba a EL ESPAÑOL de Málaga.
Cincuenta días sin descanso que dejan un desenlace fatal. Juan, convencido de la culpabilidad de su hermano, confiesa a este periódico que "no sé cómo puede haber hecho algo así a la persona que le adoptó y le dio la vida", incrédulo ante lo que le ha ocurrido a su madre.