Cada 15 de julio, el parque de Huelin vuelve a adentrarse en una espiral que parece mantener intactas las estructuras de la memoria. Las carpas conquistan los senderos; las familias caminan en busca de un paseo agradable, los puestecillos revisten el paisaje… Las mismas caras, las mismas miradas, los mismos encuentros. El mismo vacío.
Hace 22 años, ETA mató al concejal popular José María Martín Carpena. Había llegado al Ayuntamiento en 1997; era presidente de las juntas de distrito de Carretera de Cádiz y Puerto de la Torre. El 15 de julio, delante de su mujer y su hija, recibió varios disparos cuando se dirigía al pregón de la peña La Biznaga por las fiestas del Carmen.
Desde entonces, la víspera de esta celebración se ha convertido en una fecha para el recuerdo. Como es tradicional, familiares, compañeros de partido y miembros de otras formaciones políticas han estado presente en el homenaje que se realiza a los pies de su estatua en el parque de Huelin.
Entre los asistentes, se ha podido ver al presidente provincial del PP y consejero andaluz en funciones, Elías Bendodo; el alcalde, Francisco de la Torre; y la secretaria general de los 'populares' malagueños, Patricia Navarro.
Asimismo, también han estado el presidente de la Diputación, Francisco Salado, concejales del PP de la Corporación municipal, así como el portavoz del PSOE y secretario provincial de la formación, Daniel Pérez, y junto a ediles socialistas, entre otros.
Uno a uno, los representantes de cada institución han depositado un centro de flores a los pies del busto. Luego una señal de la cruz. Luego un padrenuestro. Luego el silencio y luego el aplauso, con sus besos y sus abrazos. Y al final del todo, los recuerdos. Imágenes de un pasado que florecen con la facilidad de la emoción.
Todos los presentes retienen en su historia personal una parte de lo que pasó aquellos días en los que el terrorismo rompió la paz en Málaga. Carolina España había llegado un año antes a la Casona del Parque, tras los comicios de 1999. Su paso por el Ayuntamiento le permitió coincidir con José María Martín Carpena durante un año.
En conversación con EL ESPAÑOL de Málaga, relata que la palabra con la que mejor se podría describir a Martín Carpena es nobleza: "Estaba absolutamente entregado al distrito de Carretera de Cádiz, a su familia y a sus amigos", destaca.
Entre las anécdotas que guarda de aquella convivencia con el edil, saca a relucir su labor en las bodas: "Cuando eres concejal, una de tus funciones es casar a la gente. Este rito se celebra los sábados, por lo que te pasas todo el día con otras personas en vez de con tu familia. Nosotros hacíamos turnos para poder descansar. Él era tan bueno, y hacía las bodas tan maravillosas, que todo el mundo quería que lo casara".
Explica que su implicación llegaba hasta tal punto que, en ocasiones, recitaba poesía. La gente salía muy contenta porque parecía "un especialista": "Tenía un corazón enorme".
Pocos días antes de su asesinato, España y Martín Carpena habían estado en El Palo. Era la feria del Carmen y, junto a su familia, habían disfrutado de uno de los conciertos programados: “Creo que tocaba Danza Invisible. Dos días después, me encontraba con Pepe Gordo, director del distrito, paseando por el barrio, cuando le llamaron y le dijeron que le había pegado dos tiros a José María”.
Al principio pensaron que había sido un atraco o un robo, pero al poco rato fueron conscientes de lo que había sucedido: “Nos montamos en el coche y fuimos a su casa. Estaba ya el alcalde, Paco de la Torre, y al poco llegó Celia Villalobos (por entonces ministra). Todos pensamos que nos podía haber pasado a cualquiera. ¿Qué iba a pasar en el futuro? Siempre habíamos vivido muy tranquilos”, rememora.
De aquellos días “durísimos” destaca la entereza del alcalde, las muestras de solidaridad y el cariño a las puertas del Ayuntamiento, la ciudad de Málaga echándose a las calles en contra de “ese vil asesinato”: “A partir de ahí nos pusieron escoltas. Recuerdo el pasillo que tenía que recorrer para entrar a mi casa… Luego ya se te olvida, porque con miedo no puedes vivir. Nadie podía imaginar que a un compañero y amigo lo podían asesinar”.
La conversación termina y junto a la estatua de José María Martín Carpena, algunos asistentes vuelven a santiguarse. Igual que los devotos parroquianos delante de sus santos de cabecera, como un mártir que da su vida, en este caso, por la democracia.