Lucía (nombre ficticio) entró a trabajar a la barra del concierto de Morad que cerraba la Feria de Santiago y Santa Ana en Torre del Mar sobre las 20.30 horas, aunque había compañeros que habían entrado a las 16.00h. Era el día grande de la localidad, cuando sacan a la Virgen del Carmen en procesión.
Ella estaba, "afortunadamente y gracias a lo que sea", en la barra cuyo techo no cedió. Algunos de sus compañeros de la barra de enfrente acabaron con ataques de ansiedad tras ver cómo el techo se hundía sobre ellos cada vez más por la multitud que escalaba sobre ellos. "No sé cómo no se les cayó encima. Me pongo en su lugar y tuvieron que pasarlo fatal", afirma Lucía.
Las primeras horas de trabajo fueron normales, pero a la camarera le empezó a llamar mucho la atención la cantidad de personas que ya estaban desde primera hora -antes de las 16.00 horas- esperando a la apertura de la carpa a las 21.30 horas. La entrada en un principio estaba acordonada y con varios agentes controlando el acceso. "Me alegré de verlos controlando la entrada como podían, pero después no los volví a ver en toda la noche", reconoce.
"Cuando abrieron empezaron a correr como locos. Fue muy loco, de verdad. La cinta que restringía el paso frente a nuestra barra se la llevaron por delante hasta con el cuello, les daba igual por llegar los primeros. Hasta que no la partieron siguieron enganchándose", recuerda. La carpa, que estaba adaptada inicialmente para unas 2.000 personas comenzó a llenarse por minutos hasta la bandera, viéndose sorprendida la organización, quien retiró las paredes y el fondo de esta para que el público que se quedó fuera escuchara a Morad, el cantante que cerraba los conciertos de las fiestas.
En total, unos 10.000 jóvenes se agolparon en el recinto ferial para ver al artista catalán. Hasta las 23.30 horas Lucía confiesa que todo iba bien. La gente pedía bebidas y el ambiente estaba "tranquilo". El problema llegó cuando Morad se subió a las tablas de la caseta: el público "se volvió loco" y todo se convirtió en "un descontrol y un pelotón increíble".
"Me subí a un congelador y vi cómo había gente por todos lados, hasta puntos que ni alcanzaba a ver, yo estaba cerquísima del escenario", dice la joven. Fue entonces cuando empezó a notar por encima de la lona manos y pies colgando de los hierros y la lona que sujetaban la estructura. "El seguridad que teníamos al lado no daba abasto. Eran ochenta contra uno. Por más que le regañábamos, nada. Les empezamos a tirar trapos para que bajaran, e incluso los propios asistentes les decían que bajaran. Si caían, caían encima de nosotros", expresa.
En ese momento vio que el techo había cedido encima de sus compañeros de la otra barra, lo que la preocupó más. "Para colmo, alguien rajó una parte de la lona justo al lado de nosotros para poder ver el concierto bien desde arriba. Nunca había visto algo tan loco en seis años que llevo trabajando como camarera", declara Lucía.
Desde el Ayuntamiento de Vélez-Málaga y la Tenencia de Alcaldía de Torre del Mar han expresado que "lamentan profundamente que el concierto fuera empañado por unos incidentes que nada tienen que ver con lo acontecido en esta feria y otros eventos de mayor magnitud en los que siempre seguimos un estricto protocolo de seguridad".
Igualmente, desde el consistorio indican que "como es habitual, se había llevado a cabo el plan de seguridad actualizado a la apertura de la carpa". Para la noche del concierto había seis policías locales de servicio y, según indican fuentes del PP de Vélez-Málaga, doce vigilantes de seguridad. Igualmente, apuntan que se pidieron refuerzos a la Policía Nacional de Málaga, aunque el dato de efectivos concreto no ha trascendido.
Según ha podido saber este periódico, se situó un altavoz en la parte trasera de la carpa para que todo el mundo en el exterior pudiera, al menos, oír bien al artista. Pero, según las fuentes consultadas, "el problema estuvo en que hubo ciertas personas que se acercaron más de la cuenta a la carpa y ante la falta de presencia policial comenzaron a subirse al techado de la caseta". Así, las mismas fuentes añaden que el resto "fueron efectos colaterales".
Lucía cuenta que Morad paró el concierto en varias ocasiones. Una por una emergencia y otra para pedir a los jóvenes que habían escalado por la carpa se bajaran de ella. "Lo que no entiendo es para qué ha subido un storie riéndose de los que estaban subiendo... No entiendo qué gracia tiene. Nosotros lo pasamos muy mal pensando en que podía ceder. La gente estaba dando saltos encima de nosotros. El cantante tendría que haber parado el concierto hasta que todo el mundo se bajara", declara la chica.
Desde el Ayuntamiento de Vélez-Málaga, además, señalan que todo el concierto se desarrolló con normalidad y que Morad no tuvo ninguna relación con los hechos. Estaba previsto un concierto de una hora aproximada que se cumplió. "El concierto empezó sobre las 00.10 horas y creo que a las 1.05 ya estaba fuera", cuenta Lucía.
Por parte del gobierno local se ha convocado para este jueves una junta de portavoces "urgente" para analizar los hechos y estudiar el operativo aplicado "y depurar cualquier tipo de responsabilidad". "Todo ello en aras de la transparencia y ofrecer una explicación pública a la oposición y ciudadanía", han redactado en el comunicado.
Desde el punto de vista de Lucía "los organizadores tienen culpa, pero también la actitud de la gente que había". "Había gente con muy poca vergüenza allí. Teníamos a adultos subidos a nuestra barra. Los niños pequeños lo entiendo para no ser pisoteados, ¿pero adultos?", se pregunta indignada. Además, las subidas y bajadas de personas por el techo de la caseta provocaron que en más de una ocasión se quedaran sin luz en la barra. "Teníamos la caja de luz en los hierros. Fueron varias veces las que tuvimos que abrir la caja porque se nos iba la luz porque estaban tocando los cables al subirse", explica.
Ella solo vio un desvanecimiento dentro de la carpa, donde reconoce que hacía mucho calor. Fuentes cercanas a la tenencia reconocen que fueron varios los golpes de calor que se produjeron. "Esta chica tuvo suerte porque conseguimos meterla en nuestro espacio de la barra, pero le llega a dar el golpe en medio y no sé cómo la hubieran desalojado", dice, reconociendo que en un momento del concierto se llegaron a quedar incluso sin agua -le fue imposible reponer-.
Respira tranquila porque al final dentro de la gravedad todos están bien, pero en un momento pensó que iba a ocurrir una desgracia. "Yo lo viví desde dentro y pensé que se iba a matar alguien. Mi padre vio a algunos chicos incluso caer desde arriba", zanja.