Hace nueve meses, el tiempo se detuvo para siempre en uno de los negocios tradicionales de Málaga capital. El histórico sombrerero Ricardo del Cid, cuyo nombre rotulaba la boutique de calle Calderería, fallecía tras una vida regentando este comercio fundado por su padre en 1952. Desde entonces, el escaparate del local ha permanecido inmóvil, esperando un regreso que nunca se producirá. Los fedora, campaing, boinas, bowler y el polvo acumulado (que bien podría remontarse a la década de los 70), han peleado contra el olvido y el abandono... Hasta ahora. Javier Ruiz y su tienda Roto han impedido que se consume la traición a la memoria.
La reja metálica del escaparate se echó a comienzos de año. Desde hace unas semanas, se sumaron las persianas y las páginas de periódico transformando en incógnita lo que sucedía al otro lado de la cristalera. Una portada de La Razón, un reportaje de La Veneno o el suplemento deportivo de ABC, fechado en marzo de 2012, con Fernando Alonso vestido de rojo (cuando todavía parecía que volvería a ser campeón del mundo) empapelan la vitrina.
Ya no hay rastro de los artículos en venta. La única pista la ofrece un cartel A4 en el que se puede leer: "Todos los sombreros están disponible en calle Pastora nº1". A mano y en letras mayúsculas, se adjunta un comentario: "Frente a la Casa de Guardia".
Hasta allí se ha desplazado EL ESPAÑOL de Málaga. Entre juguetes antiguos, cuadros, vinilos y postales se encuentra Javier Ruiz, un abogado que abandonó la toga para entregarse a su pasión por las antigüedades y el coleccionismo: "Era muy aburrido", asegura en alusión a su antigua profesión. Hace seis años abrió su tienda Roto en calle La Regente, pero desde hace tres semanas disfruta de su trabajo en este nuevo enclave.
¿Cómo llegó hasta Ricardo del Cid? Ruiz cuenta que no lo conocía, aunque en cierta ocasión entró en su establecimiento preguntando por una horma para sombreros: "No me hizo ni caso, me miró y gestualizó con la mano", rememora, mientras imita el desaire. "
No es el único caso; algunas de las reseñas que todavía se pueden leer en Google recrean situaciones similares: "Visita obligada en el centro histórico de Malaga, sombrerería estilo Torrente (...). Si consigues que no te eche de la tienda ya es un éxito (...). Vale la pena ir a comprar un sombrero y vivir in situ esa insólita experiencia en un comercio...", relata un cliente.
Ruiz explica que hace unas semanas llegó a un acuerdo para hacerse con el lote de sombreros, que ahora luce al completo en las paredes de su tienda, junto a otras obras de autor.
[Ricardo del Cid, el histórico sombrerero de la calle Calderería de Málaga]
Entre el elenco, destacan los anillos hechos con letras de una máquina de escribir ("se venden muy bien"), una baraja de cartas con Naranjito, parches militares o una de las primeras generaciones de Madelman (1970): "Tienen los ojos de cristal, es una joya", subraya. Junto a los juguetes, se encuentran cartones de tabaco antiguos, una foto del enlace real entre Juan Carlos y Sofía o un disco de Miguel Ríos pegado al Nazareno del Paso, protagonista en el cartel oficial de la Semana Santa de 1963.
¿Qué es Roto? Para encontrar una respuesta es necesario reformular la pregunta: ¿qué no es Roto? Ruiz vende libros, pero su establecimiento no es una librería; vende sombreros, pero no es una sombrerería; vende obras de arte, pero no es un estudio. El término más cercano se encuentra en el imaginario británico: Shop and Gallery. Una suerte de los flea markets que cada fin de semana se organizan en Portobello o Candem: "Suelo ir a los marcadillos que se organizan en el Soho y la plaza de la Merced", apunta.
Todavía no le ha dado tiempo a poner el rótulo de su tienda, pero ha aprovechado una bandeja reciclada con pinturas costumbristas para incluir las cuatro letras que conforman el nombre en la entrada. Esa apuesta por las tres R es una máxima dentro de su filosofía: aquí todo tiene una segunda vida.
Confiesa que, pese al poco tiempo que lleva, la gente está respondiendo "muy bien": "Tengo al lado la Canasta, la Casa de Guardia o el Mercado. Es un lugar estratégico", asegura. Destaca especialmente la presencia de turistas (que no guiris) que buscan un recuerdo de Málaga alejado de los tradicionales suvenir: "La gente cada vez lleva maletas más pequeñas, por lo que tiran de recuerdos pequeños que no les ocupe demasiado espacio", explica.
"El negocio ha nacido de 0 porque no tengo referencias de nada similar. Llego a las 8 de la mañana y me voy a las 10", comenta entre fotos de Elvis Presley, una estampa de Maradona o un Scalextric. Aquí hay sitio para todo. Hasta para el delantal que acompañó a Ricardo del Cid durante su vida y que ahora cuelga de un perchero.