El Museo Picasso Málaga (MPM) ha organizado el Seminario Internacional Pasado y futuro de la escultura moderna, que se celebrará en mayo con motivo de la exposición 'Picasso escultor. Materia y cuerpo'.
De tal forma, con la inauguración expositiva y con el seminario internacional comienza la participación de la pinacoteca malagueña en los eventos organizados en torno a 'Celebración Picasso 1973-2023', el programa internacional con el que se conmemora este año el 50 aniversario del fallecimiento del artista malagueño.
Este seminario ofrece un recorrido por la genealogía de la escultura del siglo XX, desde sus fuentes antiguas hasta la contemporaneidad. La escultura de Picasso, el impacto de la obra de Rodin y de la estatuaria antigua en la obra de los artistas modernos y la escultura pública contemporánea serán algunos de los asuntos a debatir.
Participarán la comisaria de la exposición y primera directora del MPM, Carmen Giménez, la conservadora Astrid Nielsen y los expertos Jonathan Vernon y Marianne Wagner, junto al director artístico MPM, José Lebrero. Se puede asistir gratuitamente, tanto online como presencialmente, previa reserva en la web de la pinacoteca.
Escultura del siglo XX
Según han significado, a principios del siglo XX, la estatuaria clásica "dejó de ser la referencia exclusiva para los escultores europeos, que supieron apreciar en otras culturas -entonces llamadas primitivas- nuevas posibilidades plásticas, formales y conceptuales".
El desarrollo de esta nueva sensibilidad se topó con la llamada masiva al frente durante la Primera Guerra Mundial y con la muerte de Gustave Rodin en 1917. Estos factores provocaron un giro en la estética escultórica. Olvidar a Rodin -'oublier Rodin' como se conocía entre los artistas de la época-, "fue una reacción radical a su modo de concebir la escultura", han expresado desde el museo.
Sin embargo, la revolución de la escultura moderna no corrió solo a cargo de los escultores convencionales, sino que los pintores también tomaron la palabra. Finalizado el siglo XIX ya habían comenzado años de experimentación con nuevos lenguajes y significados.
Gauguin, Matisse y por supuesto Pablo Picasso, entre muchos otros, liberados de la academia, se sintieron con la capacidad de poder dictar las normas de la nueva escultura a tiempo real.
Generaciones posteriores recogieron el testigo de aquellos pioneros de la escultura moderna, experimentando y poniendo en práctica maneras alternativas de formalizar el objeto artístico hasta llegar a lo que conocemos hoy en día por escultura, un campo expandido conceptual y formalmente en el que la ambición de "dar vida física" al espíritu humano no parece disfrutar de demasiada atención.