Tan complicado puede ser seleccionar a un trabajador después de una entrevista de solo 30 minutos como convencer a tu jefe de que debería subirte el sueldo. ¿Es posible hacer ambas con datos sobre la mesa? 

Esa es la pregunta que se hizo Jaime Alonso allá por 2019. Ahora, este madrileño afincado en Málaga está a punto de lanzar Prosfy, una plataforma que quiere ayudar a los profesionales y a las empresas a calcular y analizar su capital humano. 

Alonso se curtió en el departamento de finanzas de Decathlon entre números y fórmulas que lo guiaban a tomar las mejores decisiones para la compañía. Estando en Reino Unido compartiendo piso con la directora de Recursos Humanos de la firma, empezó a apreciar el choque de dos mundos.

Mientras en su división cualquier movimiento se sustentaba en conceptos tangibles, la de su compañera era un cosmo subjetivo donde muchas de las decisiones se dejaban en manos de la suerte.  

Sin embargo, no fue hasta que lo vivió de primera mano en el desembarco de la compañía en Australia cuando la idea acabó de tomar forma. "Era un entorno que desconocíamos. Íbamos con unos dogmas que rápidamente los datos corregían en todos los departamentos menos en uno: recursos humanos. Entonces me planteé: ¿cómo podríamos cuantificar esto?".

Con el lema "lo que no se puede medir, no se puede mejorar" por bandera, creó un primer Exel con una pequeña muestra de competencias que cautivó a todos los directivos del grupo y que le hizo dar el paso definitivo para lanzarse al universo del emprendimiento. En 2020, en plena pandemia, dejó Australia y en 2021 constituyó Prosfy.

Más que un freno, asegura que la crisis del coronavirus le supuso un revulsivo: "En el mundo de los recursos humanos, la pandemia lo ha acelerado todo y ha abierto los dogmas a nuevas ideas y nuevas formas".

En España, ejemplifica a EL ESPAÑOL de Málaga, las relaciones entre los trabajadores y las empresas no son horizontales. "Aquí las compañías tienen la sartén cogida por el mando, pero cuando llega un momento de cambio en el que aparecen tendencias como la Gran Renuncia o la figura de los nómadas digitales, los cimientos se sacuden y quienes eran resistentes al cambio acaban cediendo. Esto es lo que el coronavirus ha acelerado", asegura. 

Así, ese primer Exel evolucionó en una plataforma que, a través de big data, cruza los datos de la oferta y la demanda del mercado laboral. Basándose en el funcionamiento de aplicaciones para comprar acciones de bolsa, Prosfy convierte al profesional en su propio activo.

¿Qué es Prosfy?

La app analiza las aptitudes y actitudes de una persona para crear su porfolio profesional y otorgarle un valor concreto. A partir de ahí, ofrece a trabajadores y empresas un portal de empleo que filtra las ofertas y los candidatos según preferencias, agrupa datos de salarios de más de 40 países e identifica a los futuros líderes. 

Por otra parte, ofrece un módulo para mejorar el rendimiento a través de una especie de cuaderno de bitácora donde mapear los OKR -los objetivos- y mantener el contacto -one on ones-. 

¿Pero cómo repercute esto en las empresas y en los trabajadores? "El objetivo para ambos es facilitar la toma de decisiones", sintetiza Alonso, que un ejemplo práctico que pretende desterrar con la aplicación: "Las compañías tienen media hora para seleccionar en una entrevista que no va a ser sincera a una persona y ofrecerle un contrato indefinido. Es como tener que decidir casarte con alguien después de una hora de videollamada para la que se ha puesto sus mejores galas y se ha maquillado".

Por parte de los profesionales, pasa algo parecido: "Algunos usuarios que tenemos son personas con alguna discapacidad. En el mercado tienen un valor muy pequeño, si analizas sus competencias con nuestra plataforma, hay puestos para los que tienen un valor mayor que otra persona sin esas barreras. Ocurre lo mismo con la discriminación por sexo, por etnia".

"Los datos no entienden de esas cosas", concluye. 

Málaga Valley

Frosfy está a punto de estrenar su interfaz. Por el momento, tras empuje que han recibido por parte del Polo Digital para su puesta en marcha, cuenta con un equipo de siete personas. 

¿Y por qué desde Málaga? Alonso tenía claro que, tras volver de Australia, el destino sería europeo. Primero probó Lisboa, donde le faltó "calor humano", así que puso rumbo a Málaga porque en lo personal facilitaba tener cerca a la familia y en lo profesional, "está petándolo".

"Esto es Málaga Valley. No solo es el clima, el mar, la montaña, un buen aeropuerto y buenas carreteras. Es también una importante red de inversores, un ecosistema digital que atrae a empresas como Google", asegura. Su objetivo es que el resto del equipo se mude ahora a la ciudad, "si el alquiler lo permite", ironiza.