A la muerte de la joven Marina, de 32 años, que falleció el pasado 17 de julio cuando viajaba en moto de agua en El Palo, hay que sumar la de otro joven de su misma edad en Fuengirola este miércoles. Las motos de agua han acabado con dos vidas en tan solo un verano en la Costa del Sol. ¿Son realmente seguros estos vehículos? ¿Se cumple la regulación vigente?
El presidente de la Federación Andaluza de Motonáutica, Eduardo Botías, ha explicado a EFE que la licencia de navegación se obtiene tras enseñar al alumno o futuro patrón en un barco, pero cree que debería establecerse la necesidad de una prueba específica en una moto acuática para aquel que vaya a conducir una, con el fin de que "sepa los riesgos".
Ambos accidentes han sido totalmente distintos. Marina estaba festejando las fiestas del Carmen con unos amigos. Cuando viajaba en la moto de agua acompañada de unos amigos, esta cayó al mar por motivos que aún se desconocen. Ni el conductor ni la otra persona que viajaba a bordo de esta embarcación fueron conscientes de que Marina ya no estaba en su asiento hasta que a uno de ellos se le voló una gorra y vieron el cuerpo de Marina flotando en el agua.
Tampoco ha llegado a trascender del todo si Marina murió en el mar o llegó con vida a tierra tras el golpe. Tras conocerse el suceso, trascendió que el conductor de la moto viajaba bajo los efectos de las drogas y el alcohol, por lo que la familia ahora solo pide justicia para tratar de esclarecer qué le pasó a Marina, según ha trasladado el abogado a diferentes medios de comunicación.
El otro joven falleció ayer en una situación diferente. Viajaba en moto con otra persona en una zona de alta mar sobre las 16.40 horas. Ambos ocupantes sufrieron un accidente frente al paseo marítimo Rey de España en el que no se vio ninguna embarcación más implicada y con resultado mortal para uno de ellos. La Guardia Civil está trabajando en esclarecer qué ocurrió, aunque las primeras informaciones apuntan a una mala caída por parte del joven.
"Muy difícilmente puedo enseñar a navegar una moto dentro de un barco", ha dicho Botías, quien ha añadido que hay alumnos que les piden esa práctica concreta, que podría "ayudar en el tema de seguridad".
La opción de alquilar barcos y motos de agua en la Costa del Sol durante el verano se ha convertido en algo muy común, especialmente para celebrar cumpleaños y despedidas de soltero/a. Botías ha notado ese incremento exponencial especialmente tras la pandemia, cuando se ha puesto más de moda.
Sobre el vacío legal con estas embarcaciones, Botías asegura que ellos son los primeros que defienden que haya un mayor control sobre estas por parte de instituciones como el ayuntamiento de cada municipio. "Los que amamos el mar respetamos (las normas) pero en todos los colectivos hay actitudes incívicas. Nos avergonzamos cuando vemos alguna", ha declarado a EFE.
Hay normativa, pero pocos controles
El Ministerio de Transportes y Movilidad detalla que la navegación por el interior de las zonas de baño está expresamente prohibida --entre la playa y la línea de balizas o, de no haberlas, a 200 metros del litoral-- y que no se podrá exceder los cinco kilómetros por hora para llegar a la zona de navegación.
Así, también estipula que está prohibido acercarse a menos de 50 metros de otra moto, artefacto flotante, buques o embarcaciones, debiendo evitar la zona de buques fondeados. Si se incumple todo ello, según la Ley de Puertos del Estado y de la Marina Mercante, se pueden llegar a imponer multas desde los 120.000 euros si las infracciones están tipificadas como graves o son reincidentes.
Pero la realidad es que igual que en carretera un fin de semana hay cientos de controles en España, normalmente no hay tanto control de estas embarcaciones a pie de costa. El propio abogado de la familia de Marina aseguraba a Ya es mediodía hace unas semanas que "no hay una regulación exhaustiva como puede haber en un accidente de tráfico. Se puede hacer un control si se ve a una persona con movimientos oscilantes, pero controles como tal, no se hacen”.