En el corazón de la Sierra de las Nieves, unos drones sobrevuelan un terreno plagado de viñedos. En este espacio, donde se ubican las Bodegas Conrad, se ensaya desde hace meses la que podría ser la revolución de la agricultura hacia un modelo más sostenible de la mano de WineGRover, un proyecto europeo que se ha propuesto ahorrar hasta un 90% del consumo de agua en estas cosechas o disminuir el uso de pesticidas un 85%.
El objetivo de este programa es reducir el impacto ambiental de la agricultura con la innovación y la tecnología como protagonistas. Enmarcado dentro del Life Programme de la Unión Europea y con la colaboración de Smart City Cluster, WineGRover se está poniendo en práctica además de en la rondeña Bodegas Conrad, en la Cantina Falesco, ubicada en la ciudad italiana de Montecchio.
La idea que aplica es sencilla: reparte sensores por las viñas y un dron sobrevuela todo el terreno para enviar información precisa del estado del cultivo, originando una base de datos que se procesan en una plataforma de gestión de IoT (Internet of Things) y sobre los que se decide lo que el robot de exploración (comúnmente llamado rover) va a proporcionar al cultivo según sus necesidades en cada momento.
Con este mecanismo, se pretende la reducción del uso de plaguicidas hasta un 85%, el de fungicidas hasta un 30% y el consumo de agua hasta un 90%, además de un decrecimiento del 25% en el CO2 que genera cada tonelada de uva cosechada. Todo ello repercutiría asimismo en los costes, con un ahorro en la producción que puede oscilar entre el 20 y el 30%.
Según Rodrigo Nieme, el enólogo que supervisa el proyecto en la bodega rondeña, el cambio climático viene afectando desde hace años a los cultivos. “Desde 2006, venimos observando cómo la vendimia se ha ido adelantando progresivamente. Mientras que hace dos décadas la recogida de la uva se llevaba a cabo a comienzos del mes de septiembre, en la actualidad ya la hacemos a inicios de agosto debido a las mayores temperaturas y la sequía que soportan las vides”, ejemplifica.
Asimismo, subraya la relevancia de la “eficiencia en el uso hídrico ante la escasez de agua para lograr una uva de alta calidad”, al igual que Pasquale Cirigliano, representante de CREA, para quien el consumo de agua es la “palabra clave” para la supervivencia del cultivo de la vid.
"La viticultura en los extremos meridionales de los países mediterráneos, incluida Andalucía, corre el riesgo de desaparecer o de convertirse en otra cosa debido a los efectos del cambio climático, por lo que es necesario un esfuerzo de todos para comprenderlo y adoptar un sistema de producción más sostenible”, asevera Cirigliano.
Por ello, para la directora de proyectos de Smart City Cluster, Clara Plata, “la agricultura de precisión se ha convertido en un poderoso aliado en la obtención de productos de alto valor ecológico añadido con un menor impacto en el medioambiente y la salud de las personas”.