Siete días después de que se hiciera pública la detención del padre Fran por, presuntamente, sedar y violar a varias mujeres mientras las grababa, el obispo de Málaga, Jesús Catalá, ha roto su silencio y ha emitido una carta pastoral en la que pide "perdón especialmente por los pecados de violencia y de abuso contra la mujer", pero "también por los privados de libertad, por el sacerdote detenido y por los voluntarios de prisiones que los acompañan".
En la misiva, Catalá asegura que desde que trascendiera la noticia "nos hemos sentido consternados, escandalizados y descorazonados" y reconoce que para la Iglesia diocesana son "momentos difíciles". "Sentimos profundamente el daño que esta situación lleva consigo", apunta seguidamente, reiterando la "repulsa y condena más profunda y contundente contra cualquier tipo de vejación o abuso a la mujer".
El obispo defiende en esas líneas el proceder de la institución y subraya que han a "acompañado a los sacerdotes más implicados en los hechos" ante la "virulencia de algunos medios de comunicación", a los que acusa de tener una "reacción muy dura".
"Desde el principio de los hechos conocidos hemos tratado siempre de actuar con recta conciencia, para hacer, en la medida de nuestras posibilidades, todo el bien posible", asegura Catalá, aludiendo a las notas de prensa publicadas, a la decisión de personarse como "acusación particular" y a la expulsión del estado clerical del sacerdote.
Para el obispo, esta es la "ocasión propicia para reflexionar sobre nuestro ministerio sacerdotal y sobre el testimonio cristiano" y por eso anima a "salir más reforzado y unido de esta dura prueba, que, como toda dificultad puede convertirse en una oportunidad de purificación y conversión, tanto personal como comunitaria".
Catalá recuerda en la carta que "la misericordia de Dios es infinita y perdona todas nuestras culpas" y, por eso, "el pecado, aunque sea un gran daño moral, no tiene la última palabra".
"Nuestra petición de perdón es por el propio pecado y el de nuestros hermanos, los hombres. También por lo que no hayamos hecho bien como comunidad cristiana, por ignorancia o por falta de vigilancia", asegura.
"Y pedimos perdón especialmente por los pecados de violencia y de abuso contra la mujer. Pedimos también por los privados de libertad, por el sacerdote detenido y por los voluntarios de prisiones que los acompañan", continúa en su misiva Catalá, que concluye animando a los creyentes a "vivir con esperanza".