Al calendario se le están acabando los días. La próxima hoja con la que nos encontremos será la última que podamos arrancar en este 2023. De una forma sutil, el almanaque nos dirá que hemos pasado por el tiempo. Tendremos una nueva oportunidad (a lo sumo de un año) dentro pocas horas, pero el desenlace está ya escrito. La ironía del reloj.
Antes de que eso ocurra, tocará cumplir con el rito del adiós, que se viste de corbata, traje largo, y se engalana con sortijas que acaban en una copa de champán creando un maridaje de difícil digestión. "Nosotros nos iremos, y no volveremos más", canta el villancico. Y aunque la Navidad ya forme parte de ese pasado, no son malos versos para encarar el 31 de diciembre.
Esta cita siempre me trae a la memoria la escena final de El Resplandor. En concreto, el momento en el que la cámara recorre la galería central del hotel Overlook antes de llegar a la imagen en blanco y negro de una fiesta. Repasando la secuencia, me he dado cuenta recientemente que esta fotografía está tomada en un hipotético 4 de julio. Siempre creí que recreaba la nochevieja de otrora época incierta en la que el alma de Jack Torrance quedó atrapada en un bucle sin salida.
Aquellos fundidos últimos entre plano y plano están acompañados por la canción Midnight with the stars and you, de Al Bowlly, construida sobre acordes que suenan a tocadiscos antiguos y a despedida. En el fondo, creo que ese es el ritmo que marcan las campanadas, los fuegos artificiales tras las uvas y el choque de la cristalería en cada brindis.
Pero como todavía tenemos un último día por delante, regocijémonos en esas listas de cosas que nos han dado un respiro entre tanto huracán. He aquí la selección de aquellos libros que he leído, me han gustado y he considerado relevantes como para destacar en este artículo. Así que, por esta vez, dejemos a un lado el piano y démosle volumen a la marcha Radetzky. ¡Parapán, parapán, parapá pa, pa!
La utilidad de lo inútil
"La valía del ser humano no reside en la verdad que uno posee o cree poseer, sino en el sincero esfuerzo que realiza para alcanzarla". Ay, si hubiera sabido esto antes... Nuccio Ordine revive esta frase de Lessing y nos la entrega para decirnos que la posesión y el beneficio matan, mientras que la búsqueda, desligada de cualquier utilitarismo puede hacer a la humanidad más libre, más tolerante y más humana.
Ojalá, algún día, alguien invente una máquina capaz de hacer regresar a los muertos del otro mundo. Aunque sea solo por un par de horas: sería un regalo extraordinario poder oír al profesor italiano desde el escenario del teatro Campoamor de Oviedo recogiendo el Princesa de Asturias.
Si esto es un hombre
Me topé con esta obra de Primo Levi justo dos días antes de comenzar un retiro en Antequera a principio de noviembre, cuando ya iba siendo necesario combatir el frío con algo más que una sudadera. Durante la primera noche me desperté en varias ocasiones, maldiciendo el saco de dormir en el que llevaba apenas un par de horas metido.
La situación no mejoró con el amanecer, cuando tuve que recorrer los tres metros que separaban la cama del cuarto de baño: las losas del mármol eran todavía peor que la rendija de la ventana por la que se colaba un atisbo de brisa.
Sin embargo, el hecho de abrir la llave de la ducha y comprobar que salía agua caliente me hizo recordar su relato; sobre todo cuando habla del octubre de 1944: "Con todas nuestras fuerzas hemos luchado para que no llegase el invierno. Nos hemos agarrado a todas las horas tibias, y a cada puesta de sol hemos procurado sujetar el sol en el cielo todavía un poco, pero todo ha sido inútil. Ayer por la tarde el sol se ha puesto irrevocablemente en un enredo de niebla sucia, de chimeneas y de cables, y esta mañana es invierno".
Vinieron después los capítulos en los que escribía sobre las duchas de agua a temperatura ambiente en el enero polaco, la ausencia de toallas, las salidas al campo para continuar con los trabajos forzosos sin más barrera contra el frío que la camisa abotonada, y húmeda, del pijama.
V13
Quise seguir sumergido en el universo de Emmanuel Carrère tras leer sus crónicas del juicio de los atentados de Bataclan, pero El estrecho de Bering fue una decepción absoluta. Esperaba un relato histórico apasionante, pero me topé de lleno con su tesina sobre las ucronías. Al menos la portada es preciosa, aunque eso no tiene demasiado mérito: está editado por Anagrama.
Dicho lo cual, me resulta difícil encontrar una obra en la que la sensación de angustia y rabia sea mayor que en V13. Carrère defiende los valores de la república francesa a través de las voces de aquellos que una noche de noviembre tuvieron que esquivar el terror. Es el alegato de la libertad como condena máxima humana frente a los charcos de sangre fría por los que los supervivientes de la tragedia tuvieron que caminar. Con las luces encendidas de la sala y el sonido de las ambulancias en la puerta.
Creo que el pueblo parisino sigue recogiendo los frutos de la semilla que un día plantó Mirabeau: "Estamos aquí por la voluntad del pueblo y solo saldremos por la fuerza de las bayonetas". De aquella sala de Juego de Pelota acabaron saliendo los derechos del hombre y del ciudadano. Hasta hoy, cuando su juramento en favor de la democracia (sea cual sean sus consecuencias) se presenta inquebrantable. Incluso ante el peligro de derrumbe por los cañones.
La insoportable levedad del ser
Lo de leer a escritores que acaban de fallecer es como visitar destinos en los que ha sucedido una tragedia. Podría parecer morbo, pero que nadie olvide que de lugares por los que todavía deambulan los efectos de la radiación han salido obras de obligada lectura. Véase Voces de Chernóbil, de Svetlana Aleksiévich o Hiroshima. Testimonios de los últimos supervivientes, de Agustín Rivera. Ambos merecen estar en la lista, pero como los leí en 2019 y 2022 respectivamente (cosas de la amistad), los dejaremos para otro multiverso.
Milan Kundera es la angustia, el dolor, los remordimientos de la existencia y la belleza enmarcada en la tristeza: "Ella había vivido algo hermoso y él no había vivido con ella". ¿Se puede decir algo más bonito?
Tokio Blues
Todos tenemos nuestra Norwegian Wood. ¿Adónde nos llevará esa canción cuando la escuchemos dentro de 17 años, en un aeropuerto, antes de subirnos a bordo de un Boeing 747? ¡Feliz 2024!
Accésit: nota al lector
He caído en la cuenta tarde, pero releyendo el artículo observo que faltan dos títulos esenciales. Echaré la culpa a los problemas logísticos, que dicho así suena a algún tipo de fallo técnico provocado por el programa informático. La realidad es que no recordaba que las lecturas de la primera mitad del año estaban en una carpeta diferente, por lo que se habían estancado en el olvido títulos como El infinito en un junco, Sin noticias de Gurb o el angustioso secuestro de Antonio Pampliega en su reportaje En la oscuridad.
Cada una de estas obras merece un epígrafe propio, pero creo que tampoco es plan de ir reestructurando columnas que ya han sido publicadas. Por si acaso, el resto de la pieza se mantiene intacta. También la intención de que el champán esté frío para las 22:00 de mañana. En eso sí que no puede haber fallos.