Las dos grandes torres de Martiricos, que se pueden ver prácticamente desde cualquier punto de la ciudad, han sido uno de los principales hitos arquitectónicos de la capital. Guste o no su altura, vivir allí ha sido una inversión ilusionante y cara para muchas de las personas que han adquirido un inmueble en los que llevan escasos meses residiendo.
Pero esa ilusión inicial ha pasado a convertirse en drama porque prácticamente la mitad de las viviendas están siendo alquiladas como viviendas turísticas y los vecinos residentes denuncian el comportamiento incívico de muchos de los inquilinos.
Sin ir más lejos, hace unos días los Bomberos anunciaron que varios de estos turistas habían rociado un extintor en la planta 17, generando un caos. A eso se le suma el ruido, las basuras descontroladas, las borracheras, el uso inapropiado de las instalaciones, la inseguridad de desconocidos entrando y saliendo continuamente del edificio... Todo lo que se puede imaginar de personas que vienen unos días a Málaga de fiesta y que no tienen ningún tipo de respeto por los demás.
Los residentes, lógicamente, no pueden más. Y eso que apenas llevan conviviendo con esta situación unos meses frente a los años de otros vecinos del centro histórico de la ciudad.
Lo han denunciado a los medios de comunicación y el propio alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, ha anunciado este jueves que van a pedir a la Junta de Andalucía que anule la condición de vivienda turística de 121 inmuebles, de los cuales 92 están en la torre sur y 29 en la torre norte por incumplir la independencia del acceso que se exige en el nuevo decreto autonómico de febrero. En el conjunto de la capital han solicitado que se dé de baja a 1.120 viviendas turísticas.
En el caso concreto de las torres de Martiricos, según los datos aportados por el Ayuntamiento de Málaga, hay 138 viviendas turísticas, pero solo 17 fueron registradas con anterioridad al nuevo decreto de la Junta de Andalucía por lo que solo esas estarían dentro de la legalidad. Las 121 restantes quedarían fuera y, por tanto, no podrían ser alquiladas a turistas.
En cualquier caso, al margen del número de viviendas turísticas, el mayor problema está en la falta de civismo de los inquilinos, que le hacen la vida imposible a los residentes. "No se puede alquilar y luego no preocuparse por lo que pasa allí. Hay que transmitirle al inquilino que hay que cumplir con las normas del edificio", ha destacado De la Torre, quien se ha solidarizado con los residentes y pide "responsabilidad" a los propietarios de las viviendas turísticas.