Elena Blanco es una periodista que ha tocado todos los palos, lo que le da una mayor capacidad de análisis. Fue redactora en Sur y en la delegación malagueña de El País, miembro del Consejo de Administración de la Radio Televisión Pública de Andalucía, presidenta de la Fundación Audiovisual de Andalucía o subdirectora de la Cátedra Unesco de Comunicación de la Universidad de Málaga.
Ha sido también 30 años profesora en la facultad de Periodismo de la Universidad de Málaga y actualmente preside la Asociación de la Prensa de Málaga.
Nos reunimos en la sede de la Asociación en la calle Panaderos, rodeados de antiguas máquinas de escribir, cámaras de televisión o portadas históricas de periódicos enmarcadas. Se podría hacer un museo de la Comunicación y entra en los planes de Blanco, que protagoniza este domingo nuestra sección A título personal.
Se acaba de jubilar en la facultad de Periodismo de Málaga. ¿Qué ha significado para usted su carrera docente?
Ha sido muy grata. Llegué un poco por casualidad a la facultad. Salieron unas plazas y me presenté. En aquel momento estaba en el consejo de administración de la RTVA y tenía tiempo. La relación con los alumnos es algo que te exige estar todo el día estudiando, no estancarte, renovarte… Es un reto y los retos me gustan. Al final se convirtió en una verdadera pasión.
Desde luego. Al final ha estado 30 años de profesora.
Sí, entré en 1994. Cogí la primera promoción en tercero dando periodismo especializado. Siempre he impartido las clases de periodismo especializado y redacción periodística, que son las que tienen que ver más con la profesión, con lo cual estaba en mi salsa.
¿Qué momentos recuerda con más cariño en estos 30 años?
Hay momentos importantes cuando consigues doctorarte, cuando consigues por fin la plaza de profesora titular, que parece que es algo fácil, pero la universidad exige mucho. Exige estudiar, investigar y prepararte para poder acceder a esos puestos. Y cada vez que lo conseguí ha sido un momento muy, muy ilusionante. Y luego el día a día, las clases.
¿Ha cambiado mucho la facultad de Ciencias de la Comunicación en estas tres décadas?
Ha cambiado mucho en el sentido de que cuando empezamos era una cosita muy pequeña. Solo entraban 50 alumnos en cada una de las tres ramas de Periodismo, Publicidad y Comunicación Audiovisual, por lo que los alumnos eran muy brillantes ya que todos tenían unos expedientes muy altos. De esas primeras promociones la mayoría están ahora en puestos importantes en la docencia o en la profesión.
"Llegué un poco por casualidad a la facultad. Era un reto y los retos me gustan. Al final se convirtió en una verdadera pasión"
Aquello era una pequeña familia. Los profesores éramos algunos periodistas y otros de otras facultades. Cuando nos mudamos desde Martiricos a Teatinos, en 1996, crecimos en número de alumnos hasta 150 por rama y el cambio ha sido tremendo. Yo no sé ahora mismo cuántos compañeros hay docentes, pero se ha expandido muchísimo.
¿Ha notado mucho cambio en el alumnado?
Ahora se nota una diferencia en la preparación de los alumnos que llegan. No tanto por el nivel, que hay lógicamente alumnos con un nivel muy alto también, sino porque hay problemas con la escritura. Un porcentaje muy alto escribe muy mal y tiene falta de comprensión de las cosas que leen.
No obstante, sí veo mucha ilusión entre el alumnado por la profesión. La vocación por el periodismo se mantiene también en estas nuevas generaciones. Papel no lee ninguno. A muchos de ellos les he llevado yo periódicos físicamente para que los tocaran, pero se informan por otras vías. Otra cosa es hasta qué punto profundizan o no en esa información.
Habla de ilusión. Entre los periodistas siempre nos hacemos la broma de que nuestros hijos no estudien Periodismo porque pueden acabar mal pagados o en el paro.
Bueno, no hay que desanimarles. Cuando realmente hay vocación y cuando tú te esfuerzas y trabajas creo que las empresas finalmente te valoran. Eso sí, hay otros que llegan con mentalidad de funcionario a clase y así no se puede trabajar en esta profesión. El periodismo es muy vocacional. Cuando tú coges un tema no lo sueltas, no se lo vas a pasar a un compañero. Lo tienes que seguir investigando. Y tener un horario formal es complicado, aunque muchas veces las empresas se aprovechan de ello.
"Un porcentaje muy alto de los alumnos de Periodismo escriben muy mal y tienen falta de comprensión de las cosas que leen. Eso sí, tienen ilusión. Otros tienen un cacao mental tremendo, piensan que pueden ser influencers estudiando Periodismo"
No solo en Periodismo sino en muchas otras enseñanzas universitarias hay un problema de diferenciaesacople entre lo que se enseña y lo que realmente demanda el mercado. ¿Cómo lo ve usted?
Hay que ser críticos. Creo que la universidad no va, y con ello me refiero concretamente a las facultades de comunicación, al compás de lo que exige ahora mismo la profesión. Hay mucha burocracia a la hora de cambiar planes de estudio, pero es una asignatura pendiente de la Universidad que hay que agilizar.
Los contenidos de la titulación del Grado de Periodismo necesitan una revisión a fondo. Tanto en lo que exige el oficio como todo lo relacionado con la inteligencia artificial. Evoluciona todo tan rápido que es difícil, pero los planes de estudio ahora mismo no están sincronizados con lo que exigen las empresas. También he de decir que hay un cacao mental tremendo, porque hay alumnos que piensan que estudiando Periodismo pueden ser influencers.
Los medios de comunicación de hace 30 años con los de ahora no tienen nada que ver.
El cambio ha sido vertiginoso, el esquema ha cambiado totalmente en aspectos como la financiación de los medios a través de la publicidad. Y luego la llegada de internet, que ha sido una revolución tremenda a la que los medios españoles, en general, se sumaron tarde porque quisieron mantener un modelo que era inviable.
Dando la información gratis por internet.
Claro. Yo creo que eso fue una equivocación tremenda, porque los ciudadanos estaban acostumbrados a pagar por tener contenidos cuando compraban el periódico en papel. Y cuando, de pronto, le das todo de manera gratuita, revertir esa situación es muy difícil. Hay que convencer al lector de que para que haya un buen periodismo es necesario invertir, que haya periodistas formados, que investiguen, que se muevan, que no sean solo un reflejo de ruedas de prensa.
Siempre ha habido precariedad en el periodismo. Pero creo que cuando yo empecé a trabajar estábamos mucho mejor que ahora. Sin duda. Ahora hay mucha más precariedad e, incomprensiblemente, hay muchísimas más vías para contratar periodistas de manera fraudulenta, como los falsos autónomos, por ejemplo.
Usted es también presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga. ¿En qué momento cree que se encuentra el periodismo en general y el local?
Creo que el periodismo, en general, se enfrenta a la falta de credibilidad. Somos los periodistas los primeros que tenemos que hacerle ver a los ciudadanos y defender que es una profesión basada en la honestidad y en la verdad. Tenemos que recuperar esos valores y que el ciudadano nos identifique con ellos. Y eso lo tenemos que hacer los periodistas porque desde otros estamentos se pretende desprestigiar a la profesión porque controlar la información es importante.
"Hay que convencer al lector de que para que haya un buen periodismo es necesario invertir. Siempre ha habido precariedad, pero cuando empecé a trabajar estábamos mucho mejor que ahora"
Por eso creo que estar unidos a través de esta asociación o de la figura que queramos crear es más importante que nunca porque nadie va a venir a defendernos a los periodistas.
Ahora hay mucha polarización. Incluso dentro del periodismo hay profesionales que parecen más palmeros de diversos intereses que periodistas.
Por eso hay que volver a reivindicar esos valores que tienen que ver con la deontología de la profesión y, de alguna manera, excluir de esta profesión a estas personas que se identifican de esta manera. Lógicamente todos tenemos nuestra forma de pensar, nuestra ideología. Somos personas y tenemos nuestra forma de ver, pero eso no se puede trasladar al trabajo. Y, sobre todo, hay que separar lo que es información de lo que es opinión. Eso es un principio en el periodismo anglosajón que lo llevan a rajatabla y que yo envidio. Aquí en el periodismo latino lo mezclamos todo.
No podemos contribuir más a la polarización que hay que, desde luego, viene de estamentos políticos pero muchos periodistas le están siguiendo el juego a esos intereses. Creo que también sería importante exigirle a los políticos un código deontológico en el que se les prohibiera mentir.
Suena casi anti natura para un político.
Hicimos hace unos meses un documento con algunas de las reivindicaciones para la profesión desde las asociaciones de la prensa de Andalucía. Y una de ellas es invitar a los políticos a que tengan este tipo de código. Lo tienen los médicos, lo tenemos los periodistas... ¿Por qué los políticos pueden mentir alegre y abiertamente?
Parece que es parte de su trabajo.
Claro. Antes cuando un periodista cogía a un político con algún tema ahí estaban las hemerotecas. Pero es que ahora da igual. Una semana dicen una cosa y a la siguiente dicen la contraria. Y les da exactamente lo mismo. No hay ese control que tenemos que tener los periodistas de lo que dicen, prometen y hacen los políticos.
El control está siendo al revés. El Gobierno quiere imponer un nuevo modelo de censura.
Yo defiendo siempre la autorregulación, porque todo eso me huele a censura. Quizás porque, como alumna en prácticas, viví aquellos últimos años del franquismo y había una autocensura ya impuesta porque sabías que había cosas que no se iban a publicar. Y creo que estamos volviendo a esa situación. Y a mí eso me da mucho miedo.
Me parece bien que haya transparencia en cómo se financian los medios de comunicación porque eso ayuda al ciudadano a saber quién es cada medio y qué intereses tienen. Pero en lo que tiene que ver con la información o con el control de la información, sin duda tenemos que tener mucho cuidado y ahí también tenemos que estar muy unidos para defendernos y no permitir que eso suceda.
Estamos en un momento que se mezcla todo: medios de comunicación serios, panfletos, blogs, influencers…
Habría que definir qué es un medio de comunicación. Decir, por ejemplo, que tiene que tener este tipo de estructura, X número de redactores, estar al día de los pagos a la Seguridad Social. Eso hay que definirlo para que los ciudadanos puedan separar y pensar “esto viene de un medio serio, formal, reconocido y esto viene de un panfleto, de una web que firma Fulanito de tal que será o no será periodista”. El ciudadano tiene derecho a saber de dónde le viene la información. Y ahí sí se puede regular.
¿Cómo pueden los medios de comunicación serios combatir con los influencers o las informaciones que se publican en redes sin contrastar? Hay youtubers con muchos más seguidores que cualquier medio de comunicación.
Definiendo, como hemos dicho. Que la gente sepa que cuando va a ver a un youtuber va a ver a una persona que lo que hace es entretenimiento y que esa persona, a lo mejor, no ha preparado su mensaje de una manera objetiva en el sentido de buscar la verdad, de buscar el dato real, etcétera. Charlar un rato y divertirse es entretenimiento. Por eso es fundamental que los ciudadanos puedan discernir qué es periodismo y qué es lo demás.
Se está pidiendo eliminar el anonimato en redes como X. ¿Qué piensa usted?
Los periodistas estamos sufriendo mucho los discursos de odio en internet y es un tema que nos preocupa. Tienen que dejar de ser anónimas las cuentas. Detrás de muchas de ellas hay bots o grupos organizados que quieren hacer daño y desprestigiar a buenos profesionales que han tenido que cerrar sus cuentas por miedo a las amenazas que están recibiendo.
¿Hay demasiada rapidez en el periodismo por publicar las noticias en internet con tanta competencia?
Eso es otra película y es verdad que, a veces, se publican noticias sin que estén suficientemente contrastadas y verificadas, que es lo primero que tiene que hacer el periodista, por esa rapidez. A mis alumnos les decía que lo único que tienen como reputación es su firma, que no se presten a poner su firma a todo si no están completamente seguros de que esa información es cierta. Estamos en esta lucha por ver quién llega y publica primero y eso está yendo, sin duda, en detrimento de la calidad de la información.
"Los periodistas estamos sufriendo mucho los discursos de odio en internet y es un tema que nos preocupa. Tienen que dejar de ser anónimas las cuentas en X y otras redes"
¿Qué pueden hacer desde la Asociación de la Prensa para reducir la precariedad laboral en el sector?
Por un lado denunciamos situaciones de este tipo cuando suceden en algunas empresas. Nosotros somos una asociación de periodistas y los defendemos a ellos y ellas, no de empresas. Si los compañeros denuncian algún tipo de abuso en sus empresas les apoyamos.
Por otra parte, ayudamos a los compañeros que están en una peor situación con la organización de cursos de alfabetización mediática en los ciudadanos dirigidos a niños y personas mayores.
¿Qué comportamientos están viendo en los menores?
Vemos que la mayoría de los contenidos que absorben y que les llegan es a través de las redes sociales. Por ahí vemos situaciones de acoso o pornografía. Los niños y jóvenes socializan a través de las redes sociales. La primera justificación que tienen para pedir un móvil a sus padres es que sus compañeros se comunican a través de WhatsApp o de los grupos que sean. En este sentido, es fundamental que sepan distinguir contenidos que son reales y otros que puedan ser peligrosos.
Por otra parte, vemos a personas mayores de 65 años que no saben manejar bien las redes sociales y que se creen a pies juntillas todos los mensajes que le llegan por WhatsApp o de Facebook de su amigo, de su primo y que pueden ser noticias falsas.
Hablando un poco de Málaga en general, ¿en qué situación ve a la provincia?
En un momento muy vertiginoso, como la profesión. El desarrollo y el crecimiento, sobre todo de Málaga ciudad, ha sido alucinante. Cuando empecé a trabajar en 1980 la mitad de las calles de los barrios de Málaga no tenían saneamiento y muchas no estaban ni asfaltadas. Pedro Aparicio fue un buen alcalde sin duda para Málaga porque hizo el saneamiento de la ciudad. No es una obra que luego haya quedado como algo emblemático de su etapa, porque no se ve, pero era muy necesario.
De aquello a lo que tenemos ahora la evolución es tremenda. Pero debemos de tener el cuidado de no morir de éxito. Hay que controlar un poco más el desarrollo turístico de la ciudad y todo el problema de la vivienda que se está generando. Sería bueno que nos sentáramos todos y reflexionáramos un poquito sobre qué se puede hacer. Hay que buscar soluciones porque se está creando malestar.