En el momento en que empieza el mes de octubre, las calles de Málaga comienzan a oler diferente. Un aroma tan característico de la época que con solo cerrar los ojos cualquier malagueño puede llegar a saborear. Las castañas ya están aquí, pero no han salido ilesas del último año de sequía.
Después de un año que no fue fácil para ninguno de los castañeros, arranca una temporada marcada no solo por las altas temperaturas y la falta de precipitaciones, sino también por la plaga de la avispilla del castaño y un hongo llamado la tinta.
La mayoría de los productores de la zona se encuentran concentrados en el Valle de Genal y la Sierra de las Nieves. Al comenzar esta campaña han observado como un año más sus cosechas van a sufrir una drástica reducción en la cosecha de este año.
“La plaga de la avispilla sigue extendiéndose a pesar de los esfuerzos de control biológico llevados a cabo en los últimos años”, aseguran desde Asaja Málaga. Además, inciden que junto a la avispilla se suma la tina, un hongo que “ataca a las raíces de los árboles”. Esto hace que los castaños vean reducida su capacidad de absorción de nutrientes y como resultado acaben secándose, debilitándose y, finalmente, muriendo.
Cabe señalar que durante el primer mes las castañas llegan, en su mayoría, del Valle del Genal y la Sierra de las Nieves. Por tanto, el hecho de que no han recibido mucha agua es más que obvio, dado el hecho de que las precipitaciones han brillado por su ausencia este último año.
Por lo que desde Asaja se prevé una disminución de la producción que preocupa a todo un sector que “no solo tendrá un impacto económico, sino también un obstáculo para el mantenimiento de la tradición en estas importantes regiones productoras”.
Pese a esta situación, los agricultores están trabajando para sacar adelante la campaña, aunque algunos de los productores han decidido abandonar el cultivo, al ser más costoso el mantenimiento y su puesta a punto que los beneficios de las ventas.
Asimismo, cabe señalar que mientras que en el primer mes las castañas son malagueñas, a partir del segundo mes empiezan a llegar castañas del norte de España, cuyos precios no hacen más que subir.
En cuanto al precio de los cartuchos de las castañas, llama la atención que pese a la subida de los costes de producción, el precio de las castañas se mantiene igual que el año pasado: cinco castañas por un euro o diez castañas por dos. Todo depende del puesto de castañeros al que se acuda.
Peligro de extinción
Este fruto, su producción y su venta son una tradición que muchas familias malagueñas han ido heredando y aprendiendo de generación en generación, pero están en peligro de extinción.
Según el último balance agrario de Asaja Málaga, la provincia cuenta con 3.900 hectáreas de castaños con una producción de tan solo 400 toneladas, frente a las 1.500 que consiguió en 2022. De seguir esta tendencia, estiman que el cultivo del castaño podría tener una esperanza de vida de apenas décadas en la provincia.
Desde Asaja Málaga hacen un llamamiento urgente a las autoridades para que se refuercen las medidas contra las enfermedades y la plaga que están devastando los castaños.