Javier Muñoz es un malagueño afincado en tierras valencianas desde hace 15 años. Reside en la barriada de Patraix, a menos de cinco kilómetros de la zona más afectada por las inundaciones que la DANA ha provocado en el levante español. De hecho, sin ir más lejos, trabaja en una localidad que a día de hoy luce apocalíptica, Alfafar. En sus propias palabras, se ha convertido en un verdadero escenario de guerra.
El pasado martes, 29 de octubre, Javier acudió a trabajar como cualquier día. Salió a las 17.30 horas del centro deportivo Suma de Alfafar, donde es director de marketing. No llovía nada y el cielo estaba “plomizo”. “Vamos, que el suelo estaba seco”, matiza. Nada le hacía prever ni a él ni al director del centro que horas después, sobre las ocho de la tarde, una riada llegaría convirtiéndose, sin duda, en algo “peor que la del 57”, esa que tantos valencianos siempre tenían en mente cuando llegaba cualquier gota fría.
“Donde estaba lloviendo realmente era en el entorno de Utiel y Chiva, en la montaña, en la cabecera de los ríos que desembocan en la comarca sur”, dice. En el gimnasio sufrieron un apagón que tanto él como su director intuían como “normal”. Luego vino la caída de la presión del agua de las duchas. “Camino a la ciudad, estimamos que como estábamos en alerta [roja desde las 7.36 horas], lo mejor era hacer un comunicado y cerrar el centro. Así lo hicimos. Mandamos a los trabajadores a casa y todos están a salvo, más allá que hayan perdido algunos sus casas y tengan los coches destrozados”, sostiene.
Solo el técnico de mantenimiento estaba en el centro cuando lo peor llegó. Se quedó en la parte alta del centro deportivo a la espera de tener noticias sobre cómo maniobrar. Afortunadamente también se encuentra bien y eso, sin duda, es lo más importante para Javier. “Fue ya estando en Valencia cuando nos llegó el famoso mensaje [20.12 horas], pero para cuando llegó esta alerta, el cacao estaba ya montado. Hay que imaginar, por ejemplo, una Málaga a las siete de la tarde, con su carretera en ebullición, todo el mundo volviendo del trabajo… Ha sido muy grave”, lamenta este malagueño en la distancia.
Valencia capital se ha librado de la pesadilla gracias a la obra hidráulica que permitió desviar el río Turia fuera del núcleo urbano tras la devastadora riada de 1957. Muñoz está convencido de que la zona donde reside también se hubiera visto afectada por la DANA si esta obra no se hubiera realizado.
El malagueño cree que, en estos momentos, pocas personas en Valencia se están quejando de la construcción que se hace alrededor de los ríos, pues el agua ha arrasado "zonas donde no había rambla". "Es que esto tiene una dimensión mucho más grande, en serio, es como si el Guadalmedina se desborda y llega a la Carretera de Cádiz o a La Malagueta. No es que llegue solo a La Trinidad, que está a su lado...", añade, tratando de buscar un símil malagueño para explicar la desoladora situación que están viviendo en su tierra adoptiva.
Como la guerra
Este jueves, Javier pudo recorrer las calles de Alfafar después de acudir a su puesto de trabajo con el responsable del centro deportivo tratando de recoger todo lo salvable. Lo que había en la caja, algunas cosas "sensibles" que tenían que poner a buen recaudo... Pero la realidad es que poco se puede salvar de este complejo deportivo municipal.
"Sabemos que tenemos que empezar de cero", dice con resignación Javier. Zonas exteriores, piscinas, sótanos y plantas exteriores, así como todo el mobiliario y documentos, ha quedado totalmente destrozados como consecuencia de la devastadora inundación que sufrieron. "Hemos intentado salvar también lo que teníamos en congeladores y se lo hemos dado al chef José Andrés. Si era útil para hacer bocadillos, o lo que sea, genial", relata.
Horas antes, desde su casa en Valencia, creía que todo estaba en su televisor y que estaba viviendo una pesadilla. Pero no era así. Le encogió el corazón recorrer las calles de Alfafar, dignas de cualquier escenario bélico. "De verdad, parece que ha habido allí una guerra. Cuando te metes por las calles y ves todo lleno de coches apilados y apelmazados, todo lleno de barro, la gente con tanta desolación... Zona de guerra. Y no un barrio. Todo un municipio y prácticamente una comarca", lamenta.
A Javier no le extraña que la ayuda de los cuerpos de seguridad no llegue a algunas zonas. "La gente se queja lógicamente porque hay zonas a las que no llegan los bomberos, pero es que son tantos kilómetros afectados, que creo que no puede haber suficiente para tal volumen, es un fenómeno nunca visto antes, incluso en lo que a densidad de población se refiere, es una zona donde viven muchos trabajadores de Valencia y los municipios están muy pegados entre sí", expresa.
Se estremece cuando ve cómo crecen los números de fallecidos. Además, siente que cuando los cuerpos de seguridad y militares logren acceder a todos los aparcamientos subterráneos de las zonas afectadas estos se pueden multiplicar. "Mucha gente ha perdido la vida por el tema de los bienes materiales. Ves que llueve, tienes tu coche de veinte o treinta mil euros y no te imaginas que te vas a quedar en el garaje de camino a intentar salvarlo. Hay gente que se la jugó y se han quedado en los garajes. Algunos están totalmente anegados", dice.
Señala que es muy importante hablar del factor psicológico en estas situaciones, siendo la oleada de solidaridad de este viernes algo a destacar. "Al final, si tu vecino está igual, y el otro también, cada uno estáis a lo vuestro, iguales. Pero si os llegan tres jóvenes de la ciudad dispuestos a ayudar, a recoger lo que sea, es diferente... En estas situaciones llena mucho la ayuda y el cariño", declara.
También son apocalípticos el ambulatorio o el ayuntamiento de Alfafar, totalmente devastados por los efectos de la DANA, al igual que los pequeños negocios de la zona. "No sé cómo se van a recuperar. Algunos no podrán aguantar hasta que lleguen las ayudas. Todo el tejido industrial se ha destrozado y siento que mucho dinero tiene que llover para que esto remonte. No es cuestión de meses. Yo diría que quedan años muy duros. Todos aquí dicen que es algo histórico", zanja.