El reloj no marcaba la una de la tarde cuando el cielo se oscureció y comenzó a granizar, para después recibir una potente tromba de agua que sorprendió a miles de malagueños. Tras lo vivido esta semana en España, aquel día vuelve a la memoria de muchos malagueños que 35 años después siguen recordando como Málaga se inundó y no tuvieron tiempo para reaccionar.
El agua empezó a caer con moderación, pero en cuestión de minutos la intensidad fue tal que en cuestión de una hora y media llegaron a caer 150 litros por metro cuadrado en la capital y 200 en el Valle Guadalhorce.
Las consecuencias fueron inmediatas: ríos y acequias desbordadas y calles totalmente inundadas que llegaron a ser ríos. Los coches fueron arrastrados por la fuerza del agua, se cortaron carreteras, polígonos industriales repletos de agua y casas totalmente anegadas.
Si hay algo que nadie olvida de aquellas inundaciones y de aquellos días consecutivos de muchas lluvias es la historia de los ocho fallecidos. Los daños se valoraron en 50.000 millones de pesetas, unos 300 millones de euros en la actualidad.
Toda Málaga, especialmente la zona centro y oeste, se vio afectada por aquellas lluvias. En la Trinidad, la Victoria, El Perchel, Martiricos, Miraflores, entre otros barrios, el panorama era desolador. Situación similar en La Luz, La Paz y El Torcal de Carretera de Cádiz, con la mayoría de sus comercios anegados.
Para muchos malagueños aquel 14 de noviembre era un día laboral como cualquier otro. Isabel Fuerte estaba en su trabajo, junto a su hermano, cuando les sorprendió la tromba de agua y los dejó atrapados en un concesionario cerca del aeropuerto de Málaga hasta el día siguiente.
“Recuerdo que mi hermano decidió cambiar de sitio su coche y una hora después, todos los vehículos que estaban aparcados en esa zona empezaron a flotar por en medio de la carretera llevados por la corriente”, recuerda la malagueña.
No tenía teléfono, por lo que no pudo avisar a su familia de que tanto ella como su hermano estaban bien. “Nunca había visto tanta agua, parecía una película”, explica.
“Lo que nunca se me olvidará fue como nos recogieron los de emergencias al día siguiente”, señala. Tras las intensas lluvias y una noche totalmente incomunicados, cuando salió el sol comenzaron a ver a la Guardia Civil conduciendo una lancha. “Iban carretera arriba, carretera abajo, hasta que llegaron a nosotros y nos abrieron el camino para poder salir de allí en el coche”, asegura.