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El puerto de Málaga sigue sin escáner para detectar alguna anomalía en los cientos de contenedores que transitan a la semana por el recinto. Por eso se sigue introduciendo por él cocaína sin más control que la gestión de riesgos de las Aduanas y el trabajo de inteligencia policial.

Hasta septiembre, 155.000 contenedores han discurrido por los muelles del puerto en los 1.128 mercantes que atracaron en Málaga, de los que 20.285 containers fueron descargados.

Buscar estupefacientes en ese mar de mercancía es una labor casi imposible sin un escáner, porque por labores logísticas del propio puerto y del mercado se intenta en todo lo posible que no se retrase en exceso la salida desde el recinto de productos que son esenciales para la ciudadanía.

Esto es entendible ya que el transporte de mercancías marítimas supone el 77% del transporte internacional en España. Con estos volúmenes de existencias, por eso se elige el mar como mejor método para traer cocaína.

Esta semana se ha informado sobre una nueva operación contra el narcotráfico internacional que afecta a Málaga. 675 kilos de coca llegaron al puerto de la capital desde el puerto de Manzanillo en Panamá escondidos entre piñas, un clásico.

Plátanos o piñas, en eso los narcotraficantes intentan no innovar. Las cajas de piñas indicaban claramente que el producto era panameño de la variante más dulce y de las que mejor se paga en el mercado. En cuanto a las frutas, es el producto favorito elegido entre los grupos criminales para enmascarar el narcotráfico.

Se crean empresas que las importen ya que su volumen en toneladas suele ser considerable y es relativamente sencillo esconder cierta cantidad de droga en un contenedor.

Imaginen si transportan 32 toneladas de diferentes productos y sólo 675 kilos de ellos son droga. Si está bien oculta es una labor complicada detectarla en el caso de que los narcos se hayan calentado la cabeza. En otras ocasiones simplemente está en la entrada del contenedor.

Con respecto a Panamá, este año ha tenido bastante influencia su utilización estratégica para hacer llegar droga a España. En agosto Vigilancia Aduanera incautó 1.000 kilos de cocaína también escondidos entre piñas que provenían desde Panamá. Casualmente las cajas que se utilizaron en aquella ocasión son las mismas que se han encontrado esta vez en Málaga.

Y en octubre las autoridades panameñas detectaron un alijo de 4,4 toneladas de cocaína en un contenedor que se encontraba en tránsito por uno de sus puertos que provenía de Guayaquil (Ecuador) y que iba a ser descargado en Barcelona.

En el tema que nos ocupa, la droga tenía como destino una nave industrial de Estepona para recepcionarla y luego distribuirla a Europa desde allí. In situ fueron detenidos 3 españoles, un británico y un colombiano. Y se logró arrestarlos in fraganti gracias a la colaboración internacional con las autoridades colombianas, que alertaron sobre las actividades de las empresas involucradas en esta transacción, todas con sospechas latentes de narcotráfico.

Gracias a esa información, el juzgado de instrucción nº 2 de Estepona, lugar donde iba a ser recepcionado el alijo, autorizó que se efectuara una entrega controlada de la cocaína. Esto quiere decir que el contenedor estaría monitorizado policialmente por agentes de Vigilancia Aduanera y Policía Nacional todo el trayecto desde que partía desde el puerto de Málaga a la nave de Estepona. En el vídeo que se distribuyó por la Policía y Aduanas se puede ver que el camión fue seguido hasta por helicóptero.

Que haya detenido un británico y un colombiano da pistas de que el último era el garante de la operación para la organización criminal cafetera dueña de parte de la droga. La presencia del británico ofrece señales de que una parte de la cocaína acabaría en Inglaterra y sería otro de los garantes. Los tres españoles lo habitual es que sean simplemente peones de la organización criminal.

El crimen organizado vuelve a asomar la patita mientras que los clanes de narcotráfico se han tomado una pequeña tregua de ajustes de cuentas entre ellas por deudas no saldadas o por vuelcos. Pero casi siempre cuando hay alguna incautación, alguien debe pagar. Y si no lo tiene en efectivo, vienen los problemas que vemos luego en forma de tiroteos.