Flor Carrasco ha hecho historia. Es la primera mujer en Málaga y Andalucía que será decana del Colegio de Abogados. Es más llamativo si se tiene en cuenta que esta institución tiene 250 años.
Es una luchadora y una persona comprometida socialmente. Fue la primera de su familia, de origen humilde, que estudió una carrera universitaria. También presume de ser remera en el club Tiburones de Pedregalejo.
Ha dado una amplia entrevista a EL ESPAÑOL de Málaga para la sección A título personal y advierte que no piensa tener pelos en la lengua, algo que suena a música celestial en los oídos de un periodista. En 26 años en el turno de oficio ha visto de todo, así como en su despacho profesional. Pide que se cuente con los abogados para intentar frenar la lacra de la violencia de género, entre otros muchos temas.
¿Cómo se siente al ser la primera mujer decana del colegio de Abogados de Málaga en casi 250 años?
Tengo el honor de ser la primera decana no solo de Málaga sino de Andalucía. Es un honor, una responsabilidad y creo que también una normalidad. Porque soy la primera de muchas que van a venir. Tenemos decanos estupendos en Andalucía y, sin duda, habrá relevos naturales en los que entrarán mujeres.
¿Qué porcentaje hay de hombres y mujeres en la profesión?
Mitad y mitad.
Ha costado llegar entonces siendo tantas.
Sí, pero aquí estamos (se ríe).
De los cuatro candidatos al decanato del Colegio de Abogados en Málaga tres eran mujeres. Había muchas posibilidades esta vez.
Afortunadamente sí. Había muchas posibilidades de que fuera una mujer y yo he tenido la confianza de mis compañeros para ser la elegida.
¿Qué cree que simboliza para las mujeres abogadas que haya al fin una decana?
Normalidad. Somos muchas mujeres en todas partes. En la abogacía, por supuesto. Es normal tener una abogada mujer. Es normal ir al juzgado y que haya una jueza. Y es normal que haya una decana. No creo que sea algo extraordinario.
¿Quién es Flor Carrasco?
Yo soy una mujer orgullosa de ser malagueña y andaluza. Soy la primera licenciada de mi familia. Vengo de una familia humilde y conseguí romper también ese techo. Me crié en la zona de la Carretera de Cádiz, aunque actualmente vivo en Pedregalejo. Estudié Derecho en Málaga, en una aulas prefabricadas en un patio en El Palo donde éramos 500 por clase. Había que ir a las 7:30 de la mañana para coger sitio porque si no te quedabas toda la clase de pie tomando apuntes en las ventanas. Luego pasamos a la facultad de Derecho, donde actualmente soy profesora asociada en el área de Derecho Civil de la UMA.
Llevo 29 años ejerciendo como abogada y 26 de ellos en el turno de oficio. Llevo derecho civil y penal, me gustan mucho los dos.
Soy remera también y me siento muy orgullosa de ello. Pertenezco al club Tiburones de Pedregalejo y ese club y el remo me enseñan muchas cosas que me sirven también para la vida: el equipo, la fuerza, la humildad… Cuando empiezas cualquier cosa nueva en la vida te preguntas si serás capaz de hacerlo y en el remo me pasó igual. Veía muy difícil conseguirlo y el primer día me quería tirar al agua, pero he sido capaz de hacerlo. Ahora he conseguido ser decana y creo que todo el mundo y todas las mujeres podemos conseguir lo que nos propongamos.
En el propio Colegio de Abogados de Málaga entró hace más de 20 años.
Sí, entre muy joven en varias comisiones. El decano era Nielson Sánchez Stewart y me dio una oportunidad. Se fijó en una abogada joven, sin pedigrí jurídico pero con ganas e ilusión. Posteriormente entré en una junta de gobierno que ganó las elecciones en 2002 y en estos años he estado en varias juntas de gobierno. En la última de ellas como vicedecana junto a Salvador González.
¿Por qué decidió dar el salto y presentarse a las elecciones ahora en 2024?
Entendí que había llegado un momento en el que yo tenía cosas que aportar a este colegio, ideas y una mirada diferente sobre las cosas.
"La profesión de abogado tiene muchos retos por delante. Al final todo se resume en la dignidad. Nosotros apostamos por una jubilación digna, que es la pasarela RETA en unas determinadas condiciones"
¿En qué momento se encuentra la profesión?
Es un momento difícil y a la vez ilusionante. Dicen los chinos que una crisis es una oportunidad. Nosotros tenemos muchas oportunidades, pero también muchos retos por delante. Al final todo se resume en la dignidad. Nosotros apostamos por una jubilación digna, que es la pasarela RETA en unas determinadas condiciones.
Por ejemplo, yo llevo 26 años como letrada del turno de oficio sirviendo a la Administración, que es la que me paga y me designa. Eso tiene que entenderse como un servicio a la Administración y eso es una relación laboral especial que no tenemos reconocida los abogados. Nosotros vamos a pelear desde el colegio por esa relación laboral especial de los letrados del turno de oficio con carácter retroactivo, que permita que nosotros también transformemos esos años de servicio a la Administración en años de cotización.
Nosotros no estamos hablando de una pasarela obligatoria sino voluntaria. Es una opción libre. Habrá compañeros que prefieran quedarse en la mutualidad. Pero si se pasa al RETA con esos años de cotización por esa relación laboral especial que se pase en las mejores condiciones posibles.
¿Qué beneficios les reporta cotizar en el RETA como autónomo?
Las pensiones que actualmente muchos de los compañeros están percibiendo no permiten ni siquiera la supervivencia. Nosotros lo que decimos es que los que quieran pasar al RETA que cobren, al menos, las pensiones mínimas. Muchas pensiones que ahora se están cobrando en mutualidad están por debajo del mínimo. Y a partir de ahí nosotros decimos que tenemos que sumar los años que los compañeros hayan estado en turno de oficio. Eso se transformará en años de cotización y con eso los compañeros podrán, si es necesario, adquirir más años, los que necesiten para una jubilación.
He leído que el Gobierno no quiere.
El gobierno dice muchas cosas diferentes y ahora mismo no sabemos qué quiere el Gobierno. La pasada semana fuimos a una concentración en Sevilla para pedirlo. A nosotros nos da igual el color del Gobierno. Nosotros queremos nuestra pasarela al RETA. Nos da igual si el gobierno es rojo, azul o amarillo.
Pero hay abogados que no quieren tampoco.
Sí, como digo pedimos que la pasarela sea voluntaria. Hay compañeros que prefieren quedarse en la mutualidad. Yo misma no sé aún qué voy a hacer. Lo primero que necesitamos es información. De hecho, una de las medidas que hemos llevado en el programa y que vamos a poner en práctica es la contratación de profesionales independientes que informen de forma individualizada a cada compañero de su situación particular para saber si les viene mejor irse al RETA o quedarse en la mutualidad.
Lleva casi 30 años ejerciendo como abogada. Entiendo que los casos penales son los más llamativos. ¿Qué caso es el que más le ha marcado?
Muchos porque como abogado formas parte de la vida de alguien porque le has cambiado la vida. La abogacía es una fuerza transformadora de la vida de los demás. Hay un caso que me dejó huella y que se me tatuó en la piel. Era joven y llevé un caso de violencia de género cuando no era la de hoy en el sentido de que no había tantos medios, reconocimiento ni se veía un problema tan social como es hoy. Antes era un delito más, como otro cualquiera.
Yo llevaba poco tiempo trabajando y le llevé un caso a una joven que había tenido un accidente de tráfico. Era una chica preciosa, con 18 años, y llegó otro día a mi despacho destrozada. Se había escapado de su casa con un bebé envuelto en una manta y en pijama. Se fue a una casa de acogida por la noche, cuando su maltratador estaba dormido.
El mal existe. Yo lo vi porque lo viví. Ese hombre intentó agredirnos a las dos y a la madre de esta chica en la puerta del juicio cuando se iba a celebrar. Las dos pasamos muchas cosas juntas. Ella es una superviviente. Fui a su boda, me dedicó unas palabras hermosísimas en su boda y yo soy la madrina de su hija. Ha pasado mucho tiempo y se me ponen todavía los vellos de punta. Para mí, ella es familia y yo creo que para ella yo también lo soy. Tiene hermanas y mucha gente que la quiere y le pregunté por qué quería que fuera yo la madrina de su hija y me dijo que porque quería que su hija fuera como yo. Eso todavía me emociona al recordarlo.
Igual esa niña acaba siendo también abogada y decana.
Quién sabe, ¿por qué no? Es muy estudiosa, en Reyes siempre me pide libros. Vamos siempre a una librería, le pregunto qué quiere, ella elige y luego nos vamos a comer chocolate con churros.
Hemos pasado recientemente el 25 de noviembre, el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Sigue habiendo muchos asesinatos de mujeres. Mucha gente dice que hay que cambiar las leyes, endurecerlas… No se ve una solución clara a esta lacra. ¿Qué hay que hacer?
Los abogados estamos en la trinchera. Eso sí que lo tengo claro. Hay gente excepcional como Flor de Torres, que es la fiscal coordinadora de violencia. Hay un compromiso grande por parte de la presidenta de la Audiencia con el tema de violencia, porque estamos en una mesa de violencia constantemente. Ellos están preocupadísimos, pero los abogados estamos en la trinchera con la Policía y la Guardia Civil.
Los primeros que tenemos a la víctima somos nosotros. Los que la ayudamos a no desfallecer, los que la animamos, los que la sostenemos para romper el círculo del miedo. Es que a veces ni siquiera la víctima sabe que es víctima. Porque ser víctima te estigmatiza ante ti misma. Por ejemplo, vienen personas a mi despacho que se van a divorciar, tienen un estatus profesional y económico alto, te cuentan su vida y yo como abogada estoy viendo que es una víctima. Cuando se lo dices se sorprenden. Las víctimas están en todas partes.
"En los juzgados se sostiene a las víctimas de violencia de género, pero en los despachos vivimos mucho. Muchas lágrimas, desesperación, miedo…"
Entonces, lo primero es el reconocimiento de la propia condición de víctima, que cuesta un enorme trabajo asumir. Luego romper el círculo del miedo. Eso es muy importante. Y nosotros tendríamos que formar parte de la solución. Esto no se arregla solo a fuerza de Código Penal. Esto tiene que ver con más cosas. Y a los abogados nos gustaría ser parte de esa solución porque sabemos mucho de la violencia.
¿Cómo pueden ayudar los abogados?
En los juzgados se sostiene a las víctimas, pero en los despachos vivimos mucho. Muchas lágrimas, desesperación, miedo… He acompañado a víctimas hasta tres veces a la puerta de la Comisaría para poner una denuncia y nos hemos dado la vuelta porque no podían entrar del miedo. Pero a la cuarta entramos y esa clienta es ahora feliz y vive en paz con sus hijos, que estaban aterrorizados también.
Yo cuento esto y cuántos otros compañeros pueden contar tantas otras cosas. Los letrados de turno de oficio tenemos una especialización tremenda, tenemos que hacer cursos de acceso y reciclaje continuos para poder seguir en el turno de oficio de violencia. Podemos ayudar a mejorar esto.
¿Y por qué no lo hacen?
Porque necesitamos que cuando alguien está haciendo las leyes también cuente con nosotros. Que nos diga “veniros a ver qué podemos hacer juntos”. Pero ahora mismo no se cuenta con la abogacía para eso.
Cada año mueren decenas de mujeres por violencia machista en España y hay otros miles de casos de mujeres que están sufriendo, hayan denunciado o no. ¿Está funcionando el sistema?
Si siguen muriendo las mujeres no está funcionando. Si murieran 50 personas al año por terrorismo en España este país estaría en armas. Es verdad que hay recursos, pero hay que tratar algo más profundo que es ¿qué hay, qué existe en el alma de algunas personas, de algunos hombres, que se sienten superiores a las mujeres? ¿Qué enfermedad social tenemos?
Cuando yo empecé como abogada, y las compañeras que me precedieron, la violencia de género era un problema doméstico, no era un problema social, era un problema que había que resolver en casa y arreglarlo. “Vuélvete para casa y arréglalo con tu marido, que se ha pasado pero bueno”. Ahora al menos sí es un problema social.
Pero hay mucho abuso sexual contra las mujeres, mucha violencia contra ellas sean o no parejas. Hay esclavas sexuales en los polígonos y trata de blancas. ¿Qué está pasando entre los hombres y mujeres en nuestra sociedad? Y, ojo, estamos en el primer mundo. Recuerdo una conferencia que iba a dar sobre por qué las mujeres no ocupábamos puestos de responsabilidad y antes de mí habló una abogada iraní. Claro, después de que esta mujer hablara de mujeres secuestradas, torturadas y asesinadas yo solo quería irme a Irán a defender a esas mujeres.
¿Es un problema de educación en los colegios?
Sí. Obviamente. Hay hombres que se creen superiores a las mujeres. ¿Y por qué eso funciona todavía así? Por supuesto, nuestra sociedad es ahora muchísimo mejor de lo que era, pero quedan muchos hombres que piensan así. Tenemos que arreglar eso. Tenemos que arreglar que los que vienen sean mejores y los que están errados cojan el camino recto.
Hablábamos antes de los abusos sexuales. Pone los pelos de punta ver tantos casos de menores violando a niñas y niños.
Hay muchos ataques a niñas pequeñas por parte de compañeros alumnos. Los niños atacan incluso a niños también. Aquí hay algo que falla y solo con Código Penal creo yo que no lo arreglamos. Tenemos que ir a algo más profundo que es ¿qué ocurre? ¿Qué educación estamos dando? ¿Qué valores están en nuestra sociedad? Es importante pensar y darle una vuelta a eso. Por otra parte, la ley del menor requiere otro capítulo del que hablaremos otro día.
Pero es un tema urgente. Es algo que está pasando ya.
Hay muchísima violencia sexual. Yo llevo muchos casos. Y mucha dentro de las familias. Siempre se ha dado, pero a la víctima de violencia sexual se la estigmatiza también y hay víctimas que prefieren callar. Hay todavía mucho silencio alrededor de la violencia contra las mujeres. Existe el silencio y la vergüenza de decir “yo soy una víctima”. A nadie le da vergüenza decir que le han robado el coche, pero sí decir que he sido víctima de violencia sexual.
Psicológicamente estás tan hundido que te sientes una porquería.
Exactamente.
Vamos a cambiar un poco de tema. ¿En qué momento ve a Málaga?
Maravilloso. Dice la gente que Málaga va a morir de éxito. Pues yo prefiero que muramos de éxito que de fracaso. Si hay que morir de algo en la vida, vamos a morir de éxito. Málaga es una ciudad pujante, brillante y además conserva las esencias. Me niego a pensar que en Málaga ha desaparecido la esencia de Málaga. En mi barca cuando estamos remando tenemos ese debate todos los días. En mi opinión personal en Málaga hay mucha esencia y todavía sabemos reconocer qué es Málaga.
Málaga no ha desaparecido bajo la capa del turismo. Para mí no, para mí existe. Y cuando uno tiene algo hermoso y maravilloso es normal que todo el mundo quiera venir a verlo. Tengo cero turismofobia. Cero. Me gusta que venga la gente. No me estorba andar por Málaga. La gente dice “voy por Málaga y me tropiezo con la gente”. Pues bueno. Y no vas tú a otro lado y harás tropezar a uno también de esa ciudad.
Si tenemos algo bonito es normal que quiera venir la gente. Yo recuerdo la Málaga a la que no venía la gente y se iba a los pueblos. ¿De eso no nos acordamos? Aterrizaban aquí y se iban corriendo para la Costa del Sol. Y ahora aquí todo el mundo quiere quedarse.
Hay problemas como la falta de vivienda y su alto precio que sí son preocupantes. ¿Qué opina usted?
He trabajado mucho en el tema de la ocupación ilegal de inmuebles. Es un problema grande. Urge una reforma legal sobre ese tema. Hay mafias organizadas que ocupan las viviendas de los ciudadanos, que ocupan las viviendas de las familias que están esperando pacientemente a su vivienda de protección social. Y tenemos una ley que ata de pies y manos a nuestros jueces.
La vivienda en Málaga sin duda es un problema. Hay que hacer vivienda accesible. La ciudad tiene muchas luces y muchas sombras como en todos los sitios. Hay barrios también por regenerar. Ahí hay una Málaga que vive esa pujanza y otra Málaga que todavía vive en la pobreza, pero que esta Málaga ha sufrido una transformación creo que nadie puede dudarlo. Yo no lo dudo.