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Imágenes de Rafael Caro en diferentes carrras.
Confesiones a la carrera y misas en zapatillas: la historia del padre 'Carito', un gran triatleta con 18 ironmans a sus espaldas
En la última carrera de ultradistancia, "El Privilegio”, donde recorrió 174 kilómetros, quedó séptimo.
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Muchos conocen al padre Rafael Caro, párroco de Arriate, como Carito o el 'tripáter'. Este último mote no nace porque este sacerdote malagueño oficie misas en tres iglesias diferentes, sino porque desde hace años comparte sus labores pastorales con el deporte, y más concretamente con el triatlón. Asegura que "nada es imposible" si te lo propones. Y si no, que se lo digan a él. En su última carrera recorrió 174 kilómetros y quedó séptimo.
El deporte le llamó antes que Dios. Desde niño, ya corría sus primeras carreras populares, pero fue a los 17 años cuando por primera vez se interesa por las pruebas de mayor distancia, como los maratones. Así, fue mejorando como atleta hasta llegar a descubrir la modalidad del triatlón en el año 2008. "En concreto, me sumergí en la distancia Ironman, la más dura que hay, la reina. Es una de las más exigentes del mundo. Combina 4 kilómetros de natación, 180 kilómetros en bicicleta y una maratón completa de 42 kilómetros", declara.
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'Carito', en un ironman.
Cuando decidió entrar en el seminario y fue ordenado sacerdote, nunca dejó de lado su amor por el deporte. En cada destino donde ha ejercido su ministerio, ha encontrado en la actividad física una forma de conectar con la comunidad. En Arriate, al igual que en otras parroquias donde ha servido, ha organizado actividades deportivas para integrar a la gente y fomentar hábitos saludables.
Accedió al seminario con 25 años, antes había estado trabajando como técnico deportivo para el Ayuntamiento de su pueblo, Villanueva del Trabuco. "Mis ratos libres en el seminario se basaban en irme a correr", recuerda. Ya en su primer destino, Cortes de la Frontera, pensó que lo ideal era mezclar sus dos pasiones. ¿Por qué un cura no podía ser deportista?
Reconoce que "hoy en día las iglesias no están siempre llenas", por ello, utilizó y sigue usando el deporte como un elemento evangelizador para llegar a la gente de su nuevo pueblo. "En cuanto me introduje en el pueblo, me dispuse a conocer realidades, les contaba que salía a hacer deporte e invitaba a muchos de ellos a ir a dar una vuelta en bici, pasear por el monte... Así me fui introduciendo en la vida deportiva del pueblo", declara.
En Arriate lleva desde 2013 y asegura que durante las largas sesiones de entrenamiento y las carreras, ha compartido conversaciones profundas con fieles. En muchas ocasiones, estas charlas se convierten en verdaderas confesiones que surgen en pantalón corto y zapatillas. Se da la circunstancia que en ese contexto hay personas que se sienten cómodas para hablar de su fe, sus dudas y sus problemas. "Más de una vez he parado a un corredor para decirle 'eso es una confesión en toda regla', me han hablado de sus debilidades, o como decimos... sus pecados. Pero no se sienten bien yendo al confesionario", sostiene.
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Una imagen del sacerdote con un compañero.
Hay madres del pueblo que han agradecido a 'Carito' lo que ha hecho por sus hijos, no solo en materia de fe, sino a nivel deportivo. "En vez de salir de fiesta los sábados, se acuestan pronto porque el domingo tienen carrera", dice el sacerdote, que es un ejemplo a seguir. Tanto, que en Cortes de la Frontera llegó a crear un club de atletismo y en Arriate un grupo de corredores de montaña.
Organización
Aunque pueda parecer difícil imaginar la vida del padre Caro compaginando su profesión con el deporte, asegura que todo es posible "con organización". Es un gran madrugador. Aprovecha las mañanas para correr, llegando a levantarse a las cuatro o cinco de la mañana, y aprovecha los ratos libres, sobre todo al final del día, para ir al gimnasio. "Llego a las nueve de la noche y antes de sentarme a ver Netflix, pues me voy a entrenar. Es todo cuestión de priorizar", incide.
Así, ha logrado terminar 14 maratones, nueve pruebas de ultradistancia, y dieciocho triatlones Ironman. En su última carrera, llamada El Privilegio, quedó séptimo en la clasificación general tras recorrer la friolera de 174 kilómetros.
Los que lo conocen por primera vez se preguntan cómo un cura puede acudir a carreras, cuando estas normalmente se organizan los domingos. "¿No das misa entonces?", le preguntan incrédulos. "Siempre lo hago", les responde habitualmente.
Uno de los episodios más singulares de su vida ocurrió en una competición en la que la salida estaba programada para las siete de la mañana. Como sacerdote, sabía que no podía dejar de celebrar la misa, así que a las cuatro de la madrugada improvisó un altar en su habitación de hotel y ofició una eucaristía. Para su sorpresa, varios deportistas cristianos se unieron a él en la celebración.
"Era para vernos, varios pegaron a mi puerta y allí nos pusimos a hacer la misa. Como digo, es cuestión de aprovechar bien el tiempo, pero la escena fue muy divertida", recuerda 'Carito'. Para él, más allá de los retos extremos a los que se enfrenta, es muy importante transmitir su fe a los demás en estas carreras. En la última que recorrió, entabló una conversación con un joven que nunca había sentido la cercanía de Dios. "Precisamente tú eres el preferido de Dios, Jesucristo se acercó a los más alejados", le dijo el sacerdote tras una larga conversación --a la carrera--.
Ese mensaje cambió la perspectiva del corredor, quien más tarde le escribiría tras encontrarle en redes sociales para agradecerle por haberle mostrado un lado de la fe que nunca había experimentado. "Entendió que igual nunca había entrado a la iglesia porque nadie le había dicho que Dios le quería", cuenta el cura.
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El sacerdote trabajando en África.
Pero además de sus entrenamientos y sus tareas pastorales, 'Carito' también está inmerso en labores solidarias. Cada año, viaja a África con la asociación Contagia Solidaridad. Allí están llevando a cabo diferentes proyectos educativos y sanitarios, como la construcción de infraestructuras para mejorar la calidad de vida del pueblo africano, al que le encanta ayudar.
La asociación ha realizado proyectos en la República Democrática del Congo como una sala de maternidad y ahora quieren construir una escuela-taller de carpintería en Guinea Ecuatorial y facilitar el acceso de agua en la localidad de Mebere.