Un empresario lo trajo a España para hacer conciertos. Era una pieza fundamental del grupo, pues pocas personas tocaban entonces el arpa con el desparpajo y naturalidad que él lo hacía. "Después de un año de gira, mi padre se enamoró de España y optó por quedarse aquí", declara su hijo Ángel, en llamada telefónica con EL ESPAÑOL de Málaga.
Tras dos años con su grupo, para buscarse la vida en solitario, decidió probar suerte en hoteles de la costa andaluza, concretamente en el entorno de Chiclana y Sancti Petri. Tras tocar a sus puertas, logró firmar acuerdos con algunas cadenas como Riu para ofrecer su show con el arpa a sus huéspedes. También firmó actuaciones en la Costa del Sol, un sitio que le apasionaba, llegando a trabajar en la prestigiosa Clínica Buchinguer de Marbella.
"Compaginaba sus actuaciones con las del grupo Aires Latinos, que conformó con dos chicas españolas y un chico boliviano. Con ellos llenaba casetas de feria y verbenas. También hacían música en bodas y fiestas privadas. Todo manteniendo el folclore siempre", declara Ángel.
Amaru se retiró profesionalmente a los sesenta años, pero las notas musicales le salían por los poros de su piel y para él era imposible separarse del arpa. Es por ello por lo que en los últimos años de su vida decidió regalar sus "elementos culturales" a las calles de Benalmádena.
Hace unas semanas, en uno de esos grupos de Facebook donde vecinos de pueblos de Málaga comparten opiniones y otros aspectos, un vecino contaba al pueblo que Amaru había fallecido. Para muchos era la primera noticia, aunque reconocen que "hacía mucho tiempo" que no lo veían por Benalmádena, concretamente en la Plaza de España, donde era habitual verlo tocar.
Amaru falleció en 2019, pero por lo que se ve, seguía viviendo en los pensamientos de los vecinos de Benalmádena, quienes lo recuerdan como un señor educadísimo que daba "mucha paz" a todo el que se cruzaba con su arpa. "Mi padre tocaba, si no me equivoco, los fines de semana. Siempre comía en un bar de la plaza y se ponía a tocar allí para todos, llegando incluso a vender sus discos. Era una gran ayuda para las terrazas de alrededor", continúa su hijo, orgulloso.
A los 64 años le diagnosticaron un tumor maligno imprevisto. "Cuando cumplió los 65 le tenían que haber operado en septiembre, pero la fecha se alargó hasta noviembre o diciembre, no recuerdo mal. Después lo dejaron para enero o febrero. Ya era demasiado tarde. Estaba prostrado en la cama de un hospital y ya no reaccionaba. Mi padre falleció el 21 de febrero de 2019", cuenta Ángel.
En vida, Amaru fue homenajeado en Girona por su labor de difusión de la música peruana por el mundo, llevando sus raíces por bandera. También participó como representante de la Música Folklórica en la Expo 92 que se celebró en Sevilla. "En Benalmádena, que yo recuerde, nunca se le hizo algo similar o especial", explica Ángel, quien asegura que Amaru vino de una familia de músicos. "Mi abuelo tocó el arpa hasta los ochenta o noventa años. Ahora todos seguimos tocando música folclórica con nuestros instrumentos, pero nadie es capaz de darle al arpa, solo unos pequeños sobrinos están iniciándose", zanja.