La otra cara de la Marbella 'cool' de los años 80 entre pobreza, analfabetismo, chabolas y exclusión
Isabel Morero fotografió durante tres años el día a día de las familias gitanas en los desaparecidos barrios de Florida y Ventevacío. Sus miradas llenas de coraje pueden verse ahora expuestas en El Hospitalillo y en La Polaca.
18 octubre, 2021 07:19Noticias relacionadas
Marbella fue en los años 80 sinónimo de juergas, celebrities, champán, lujo y ostentación. El lugar pasó de ser un pueblo de humildes pescadores a un atractivo imán para estrellas de Hollywood, familias reales europeas, jeques árabes y multimillonarios de medio mundo. El municipio vivió una época dorada donde campaba a sus anchas miembros de la jet set como Gunilla Von Bismarck, Espartaco Santoni, Tita Cervera y hasta la mismísima actriz Brooke Shields.
Uno puede comprobarlo en cuanto ojea Excéntricos en la Costa del Sol de José Luis Cabrera y Carlos Pranger. Los autores reúnen en el divertido libro las biografías de 150 personalidades destacadas que visitaron o residieron en la provincia cuando era el retiro predilecto de famosos e intelectuales. Francisco Umbral no se dejó seducir por la localidad costera y dijo de ella que era "un sopor diurno y un champán de frivolidad nocturna en la copa azul del mar".
Sin embargo, más allá de las exclusivas mansiones en las afueras del municipio y las discotecas chic, estaba la otra cara de la Marbella cool. Existía una Marbella sembrada de pobreza, analfabetismo y exclusión social oculta a plena luz del día. Esa misma fue la que captó Isabel Morero (Marbella, 1969) con su cámara a finales de los 80. La fotógrafa retrató durante tres años el día a día de las familias gitanas en los desaparecidos barrios de Florida y Ventevacío.
Un valioso testimonio visual
El público puede ver el impresionante reportaje fotográfico en una exposición, dividida en dos espacios (el Hospital Real de la Misericordia y el bar La Polaca en el municipio), hasta el próximo 29 de octubre. Sacais, el título de la muestra que significa ojos en caló, reúne un valioso testimonio visual y antropológico de una Marbella castiza y paupérrima reducida ahora a su mínima expresión. Morero asegura que no "todo era ostentación, lujo y yates" en ese pequeño pueblo entonces.
Su motivación por fotografiar esta otra cara de la moneda despertó en la ciudad de la Alhambra siento una joven estudiante. "Cuando me fui a Granada vi que había mucha distancia social. No había esa cercanía entre las familias de payos y gitanos. En Marbella iba con mi padre por la calle y saludábamos a los vecinos, ya fueran gitanos o el conde Rudi (alma máter del mítico Marbella Club)", recuerda al otro lado del teléfono en una entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga.
La artista quiso reflejar la esencia del pueblo gitano a través de una cámara. La fotógrafa visitó entonces los poblados de chabolas donde nadie quería entrar. Su padre, conocido por todos en el municipio, le hizo de enlace. "Pude hacer este reportaje gracias a él. Me presentó a sus amigos y ellos fueron los que me llevaron hasta sus familiares. Si no, no hubiera accedido", reconoce.
Tres miradas
El nombre de la exposición evoca las tres miradas recogidas en la muestra. "La primera, la de ellos, cuando me miraban a mí y a la cámara, con toda la naturalidad y complicidad del mundo. Sin escenarios sin preparar nada", explica la autora de las fotos, que ha aludido a la segunda visión, la suya propia hacia ellos, "limpia y sincera" al fotografiarlos con un objetivo fijo de 35 milímetros (no se trataba de un robado con un tele como los paparazzi). Y la última, "la de todas las personas que vean las imágenes, que tendrán que sacar su propia interpretación", anima.
Al llegar a las chabolas se encontró, en primer lugar, con "mucho cariño, mucha dignidad, mucho coraje y mucho afán por superarse". Una de las cosas que más le impresionaron fue la tremenda unión familiar entre todos. "Era increíble. Hacían todos una piña", recuerda. Un valor a tener en cuenta en una sociedad tremendamente egoísta.
Respecto a sus maneras de ser, "dentro de su sencillez y humildad, tenían mucho carácter y mucho poderío", destaca la fotoperiodista, que insiste en dejar claro que "todos fueron muy afables y muy cariñosos" con ella durante los tres años que los retrató. "Los niños salían corriendo para que les hiciera fotografías", rememora entre risas.
La artista llevó a cabo una labor de documentación enorme durante tres años (de 1986 a 1987). "Tengo un archivo histórico. Es un trozo de una historia mía personal, de mi familia y de Marbella. Todos los sitios que fotografié ya no existen como tal (el barrio de Florida y Ventevacío); o las casas que había en el casco antiguo, que ahora se han convertido en boutique de lujo o la delegación de Cultura del Ayuntamiento", señala.
La fotoperiodista ha asistido a la tremenda transformación del municipio, ahora convertido en centro mundial del turismo de lujo. "Marbella va creciendo y se va actualizando para mal. Ahora hay más distancias sociales de las que había entonces", critica Morero, que cree que ahora "los gitanos están mejor ubicados y casi todos tienen formación", aunque "sigue existiendo gitanofobia".
Los gitanos mayores fotografiados eran todos analfabetos, pero "te enseñaban la sencillez de la vida" y los niños, ahora adultos, "tienen recuerdos felices de su infancia a pesar de las carencias". "Uno de ellos tiene dos carreras universitarias. Están mucho mejor que entonces. Las chabolas de Ventevacío ya no están", dice orgullosa la artista, que no duda en recordar que quedan muchos pasos por dar para dejar de estigmatizar a la población gitana.
La fotógrafa malagueña vivió un momento conmovedor durante la inauguración de la muestra al reencontrarse con algunos de los protagonistas de sus retratos, que le acogieron con tanto cariño en aquellos días como si fuera parte de sus familias. "Me han seguido llamado y seguimos quedando, seguimos en contacto", asegura Isabel emocionada.
Biografía
Licenciada en periodismo, Morero comenzó su andadura en 1985 en la Escuela de Artes y Oficios de Granada de la mano de Vicente del Amo. Completó su formación en la Universidad de Harvard donde aprendió e investigó los procesos fotográficos del siglo XIX. La fotógrafa, que actualmente se dedica a otra cosa, ha realizado varias exposiciones, entre las que cabe destacar una en PhotoEspaña en 1999 o las interpretaciones fotográficas de haikus de Mario Benedetti, en 2011.
Desde una madre amamantando a su niña sentada en una silla, fotografiada con toda la naturalidad del mundo, a una anciana con su callao y un padre dándole una reprimenda a su hijo, Isabel Morero fue capaz de captar la esencia de una Marbella auténtica pero también olvidada y estigmatizada que pasó por muchas dificultades. Una Marbella valiosísima, digna y poderosa (a su manera).