Málaga

Maurizio Balistreri (Roma, 1970) es uno de los referentes mundiales en el estudio del posthumanismo y las relaciones entre ética y avances tecnológicos. El pensador italiano participará este jueves a las 19:00 en un encuentro sobre las máquinas, el placer y sus límites, organizado por el Málaga de Festival (MaF), en el Museo Picasso.

El filósofo está considerado uno de los mayores expertos en sexualidad digital, tema que centrará el coloquio. Balistreri debatirá con otros dos especialistas en la materia como Valérie Tasso, sexóloga y ensayista, y Antonio Diéguez, catedrático de Lógica y Filosofía de la Ciencia en la Universidad de Málaga y especialista en transhumanismo.

El profesor en la Universidad de Turín ha publicado numerosos ensayos y artículos científicos, la mayor parte acerca del llamado posthumanismo, y es especialista en las relaciones entre hombres y máquinas con un enfoque bioético. Entre ellos destaca su libro más reciente, Sex Robot, donde plantea los innumerables problemas éticos y legales que desencadenarán la utilización de estas máquinas destinadas al placer.

En primer lugar, ¿qué impacto ha tenido la pandemia en nuestra manera de utilizar de relacionarnos?

Creo que estos dos años han producido profundas consecuencias en nuestro estilo de vida y rápidamente nos hemos acostumbrado a una nueva relación con las tecnologías de la información. Esto también ha cambiado nuestra relación con otras personas: estamos mucho más acostumbrados a relacionarnos con los demás a través de un dispositivo electrónico o un ordenador.

¿Cree que los móviles nos ha hecho peores como seres humanos, o todo lo contrario?

Tendemos a creer que la tecnología es algo externo a nosotros. Incluso se puede decir que siempre hemos sido cíborgs, en el sentido de que la tecnología siempre ha formado parte de nuestra vida y ha contribuido a hacer de nosotros lo que somos hoy. La pregunta que debemos discutir, por lo tanto, no es si usar o no la tecnología, sino cuál es el uso más responsable de la tecnología y cómo aseguramos que todos tengan acceso a las nuevas posibilidades.

La ciencia no da para sustentar por ahora la idea de que se podrá volcar pronto la mente en un ordenador. ¿En un futuro se podrá como en Matrix o lo ve improbable?

Es difícil responder a esta cuestión. Lo que puedo decir es que no debemos cometer el error de pensar que hemos llegado a la última (y por supuesto la mejor) estación en la historia de la humanidad. Por supuesto, el desarrollo científico y tecnológico continuará, incluso después de nuestra muerte, y el futuro podría tenernos preparadas sorpresas y posibilidades que tal vez ni siquiera podemos imaginar hoy. La capacidad de transferir la mente a un ordenador podría ser una de ellas.

El metaverso del que tanto hablan niega lo esencial del ser humano: el contacto físico con la gente, el diálogo, el mirarnos a los ojos y escucharnos. ¿Usted qué opina?

Una vez más, intentaría pensar que nuestro concepto de lo esencial (o lo que significa ser humano) puede cambiar con el tiempo y aplicarse también a nuestra relación con los demás. Para nosotros, hoy la intimidad pasa sobre todo por la proximidad y el contacto físico. Mañana podría pasar por el espacio del metaverso y asegurar emociones igualmente intensas. Además, los dispositivos portátiles podrían permitir reproducir artificialmente el contacto físico y la fisicalidad que vivimos hoy como una experiencia en la relación con el otro.

Hace poco, una de sus creadoras denunció que la habían agredido y violado en el metaverso. ¿Qué opinión le merece? ¿Cómo se ponen límites o garantías en un mundo digital?

El metaverso representa la nueva frontera: nos estamos moviendo hacia un mundo completamente nuevo y estamos experimentando nuevas formas de relacionarnos con los demás y vivir con ellos el espacio no sólo del entretenimiento, sino también el de la amistad y el amor. El error que a veces cometemos es pensar que en este nuevo espacio tenemos derecho a hacer lo que queramos y hacer cosas que no haríamos en la vida real. A medida que pasemos más y más tiempo en el metaverso, aprenderemos a darnos nuevas reglas y garantías para que nuestra relación con otras personas sea más fácil y satisfactoria.

Usted hablará de sexualidad y tecnología en Málaga. ¿Cuánto ha cambiado la tecnología (consoladores, porno, internet) nuestra manera de tener relaciones sexuales?

La pornografía transmite patrones que influyen en nuestro comportamiento, pero también puede ser un espacio de comparación que nos permita ampliar nuestra imaginación y explorar nuevas formas de placer que de otro modo no habríamos tenido la oportunidad de conocer. Lo mismo ocurre con las nuevas tecnologías que permiten por ejemplo experimentar con un robot sexual nuevas oportunidades de placer que no eres capaz de experimentar con tu pareja o que, por un motivo u otro, prefieres no experimentar con tu pareja.

¿Cuáles deberían ser los límites en nuestros deseos cuando se trata de sexo y máquinas?

Las máquinas son herramientas y, hagamos lo que hagamos, no podemos hacerlas sufrir ni matarlas. Esto podría parecer suficiente para concluir que no deberíamos preocuparnos demasiado por poner un límite a nuestros deseos por las máquinas. El temor, sin embargo, es que lo que hagamos con las máquinas se convierta luego en un hábito o una disposición estable y que por eso queramos hacer lo mismo con las personas. Dado que nuestras relaciones con las máquinas aumentarán cada vez más (y no solo en el ámbito sexual), esta es una cuestión filosófica que vale la pena explorar.

¿Es ético usar robots diseñados para ser sodomizados o utilizar las muñecas sexuales infantiles para pedófilos?

Se ha argumentado que los robots sexuales infantiles podrían usarse terapéuticamente para ayudar a los pedófilos a controlar sus impulsos sexuales hacia los niños. Por supuesto que no es fácil establecer si un tratamiento de este tipo podría ser realmente efectivo, pero creo que es necesario iniciar un experimento para comprender las ventajas -y por supuesto también las desventajas- que debemos considerar.

En su ensayo Sex Robot, se pregunta por qué matar a alguien en un juego online de rol es moralmente aceptable y violar a un niño robot o hacerlo en un videojuego tiene que ser algo horrible y reprobable. ¿Para usted equivale a lo mismo?

Me interesa la pregunta filosófica. ¿Por qué para muchos de nosotros matar a 'personas' en los videojuegos parece un pasatiempo inocente mientras que nos horroriza la idea de que alguien pueda jugar a videojuegos que involucren violencia sexual contra niños u otras personas? En ambos casos, nadie muere realmente, pero nuestras reacciones son diferentes. ¿Por qué sucede esto? ¿Se trata de una costumbre? ¿No estamos acostumbrados a que los juegos que involucren violencia sexual en niños pero sí a jugar a la guerra? ¿O no debería una buena persona jugar a ciertos juegos? Son temas complejos que son interesantes de analizar desde un punto de vista filosófico.

¿Deberían prohibir páginas como Only Fans? 

Quizá hable en un tono muy general. Creo que la solución no es prohibir, sino promover una educación que permita a las personas tomar decisiones cada vez más conscientes y capaces de promover un crecimiento en su sensibilidad y competencia a lo largo del tiempo. Esto es aplicable para un espacio social, pero sobre todo para cualquier tecnología.

Noticias relacionadas