Delaossa está tomando un menta poleo en la barra de la peña El Palustre. Ha llegado varios minutos antes a la entrevista con EL ESPAÑOL de Málaga en su propio barrio, El Palo, y charla con Rafael, el barman. A su alrededor, varias mesas juegan al dominó, charlan, planean un festival flamenco próximo. Daniel Martínez de la Ossa (Málaga, 1993), quizás el rapero más en forma del panorama nacional, está a gusto.
"Me parece aplastante la lógica de los viejos de aquí, la forma de desarrollar una respuesta. Le preguntas lo que sea y es de una sencillez aplastante; como tenía Camarón, que está ahí en la foto", señala Delaossa, en referencia a una imagen firmada por el cantaor en la pared de la peña: "Los viejos te cuentan cosas de la pesca, movidas que les haya pasado con su mujer, cualquier cosa, y te puedes tirar escuchando horas y horas. Es una fuente de inspiración máxima, más que los chavales. Los viejos en El Palo, supongo que en toda Málaga, son increíbles, brother".
A ellos les dedicó el primer tema, Bares de viejos, de su primer EP, El Palo nº 1 (2016). Ha llovido mucho desde entonces: ha pasado de ser la gran promesa del rap nacional de la mano de su colectivo Space Hammu a conquistar éxitos transversales como La placita (2019), Veneno (2020) o Me has dejado (2021), con la argentina Nicki Nicole. Delaossa atiende a este periódico en la mañana del mismo viernes en el que se vuelve a poner frente al público malagueño, tras tres años sin hacerlo.
La Maruchi, el Burger Playa, el Pizza Palo. "De chico, estaba por todos lados en El Palo. Era tan acogedor que ni salíamos apenas", recuerda el rapero. Estudió Primaria en el Miguel Hernández, cerca de Playa Virginia -donde tiene su casa-; hizo la ESO y el Bachillerato en el IES El Palo; jugaba al fútbol en el Gutiérrez Mata, en el Jorge Guillén, en el Miguel Hernández. "Todos los colegios estaban gobernadísimos por nosotros", ríe.
"La vida de chico era jugar al fútbol, hacer gamberradas en los portales y comer campero por la noche. No había mucho más", define el rapero, que creció rodeado de los cuadros que pintaban sus padres y la música que escuchaba, especialmente, su madre. A él le gustaba el rock y el pop, pero no entendió el flamenco "hasta los 16 o 17 años".
Algunos años antes, llegó la revolución: tenía en torno a 12 años cuando empezó a escuchar hip hop. En uno de esos partidos de fútbol, comenzaron a sonar los padres del rap malagueño, Triple XXX.
Ya no te acuerdas cuando no había na de na,
cuando la fama que tenías no era por cantar.
Salía a la calle pa trapichear,
A vender, a tangar y a buscarme la life.
"Era nuestro himno de todos los días", cuenta Delaossa. Casi dos décadas después, respondió a ese mensaje en la botella en Aleluya:
Yo ahora me acuerdo cuando no había de na,
cuando íbamos a los sitios a pagar por cantar.
Si miro pal pasado pienso: "¡Aleluya!"
Porque estamos going up, going up, going up.
Los chavales del fútbol que empezaron a escuchar Ya no te acuerdas cuando no había na de na se animaron a escribir una canción entre todos por aburrimiento, y luego, en la asignatura de Teatro del colegio, hicieron otro tema metiéndose con el director del centro. Fueron sus primeras incursiones en el rap, "pero nada de valor".
— Un día dije: "Voy a escribir una canción". Al principio tenía un miedo que te cagas de ver qué decía esta gente. Fui a grabar a un estudio con el Easy-S, fue el primer tema que grabé, y ya conocí a más gente que estaba ligada a la cultura. Era difícil de encontrar, porque el hip hop en España no era lo que es hoy; pero poco a poco te vas haciendo tu grupo con el que rapeas en la calle, empiezas a practicar y las inquietudes van viniendo solas. Se va haciendo serio el camino solo.
Los jóvenes Easy y Dela, hoy pareja artística de éxito, comenzaron a hacerse hueco. Su también compañero Raggio narró en un imperdible hilo de Twitter cómo conoció a Delaossa (entonces, su alias era el Sopa o Soup) y Easy-S, que se juntaron desde El Palo con los chicos con inquietudes hiphoperas del Limonar, el Cerrado y demás. Era el germen de Space Hammu:
"Con ellos vino el cambio de ambición. Pasé una época muy mala cuando falleció mi madre. Me dediqué a vivir, a gastar dinero, a emborracharme, a colocarme. Tuve unos años bastante oscuros. Una vez salí de ese pozo, se formó Space Hammu en 2015, fuimos sacando vídeos, grabando. Tú lo has visto, está todo El Palo grabado. Empezó a crecer el proyecto y el primer concierto fuera de Málaga fue en Sevilla. Estaba lleno, y fue entonces cuando dije: Esto ya no es tontería, ponte en serio", narra Dani Martínez de la Ossa, que se dio cuenta de que "la música tenía algo que conectaba también con la pureza del barrio y las cosas clásicas de aquí".
Los próximos años fueron de ir "profesionalizando el proyecto cada vez más, arreglándome la cabeza cada vez más", pero también de rapear "en los peores sitios del mundo: con micros que no sonaban, con dos personas de público...": "Ahora la música es mucho más volátil: llega un chaval, toca madera y se pega. Nosotros llevamos un montón de tiempo escalando poco a poco y por eso estamos tan orgullosos", defiende.
Hace unos pocos días, Dani recordaba con un viejo amigo cuando con 15 o 16 años repartían sus CD tras un concierto en la puerta de la Sala Trinchera. Su colega le dijo que algún día cantaría ahí. "Parecía un disparate, y ahora estamos en la París 15 con 3.000 personas", dice Delaossa en referencia al concierto de ese mismo día. "Me acuerdo perfectamente de ese momento", le respondió su amigo Pablo.
— ¿Cómo es posible que no tuvieras ninguna duda? ¿No había plan B?
— No tenía duda porque porque no tenía ningún plan B. No me gustaba otra cosa que rapear y hacer música. Me gustaba el cine, pero era descabellado. Hacer cine es muy caro y tienes que tener mucho talento para que se te reconozca y tal. Era o música o trabajar en un bar. ¿Te gustaba trabajar en un bar? No. Pues música. O vender droga, o una época que estuve montando timbas de póker... Subsitíamos, pero yo ya sabía que era la música —responde Martínez de la Osa a este periódico— Lo tenía claro desde chico. A mi madre, cuando vivía, se lo decía: Mama, quiero ser cantante. Ella me decía: No, ponte a estudiar. Yo le decía: Que no, lo siento mucho, cree en mí. Por eso antes de salir a un concierto, siempre rezo y hablo con ella. No sé si es verdad que está ahí, pero a mí me sirve. Mi padre sí confiaba en mí. Él es artista.
Delaossa, que menciona la religiosidad popular de su barrio como una de las inspiraciones entre las que se crió, considera que a muchos paleños la fe les sirve para "huir de la realidad de alguna manera": "Aquí la gente sufre, la mayoría no llega a fin de mes bien, o tiene trabajos que no les gustan, y se refugian en la religión. Eso me parece muy bonito", valora.
Asocia hasta los orígenes de esa fe marinera con el sustento de los humildes: "Piensa que aquí la virgen del Carmen es tan rezada porque era a la que le pedías para que hiciera que los maridos pescadores volvieran a casa con comida...". Hoy sigue habiendo por ella en el barrio "una pasión muy grande, desmedida": "Te aferras tan fuerte a eso que, al final, es una cosa muy pura y muy potente".
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Delaossa intenta guardarse la garganta con un pañuelo mientras observa a su alrededor. Está sentado en un silla baja de la bodeguita de la peña El Palustre, un rincón de alma tradicional por el que han pasado leyendas y que no conocía más que de nombre, hasta ahora. Aquí, el paleño admite que mantiene un sentimiento de amor-odio con su barrio.
— Después de dos años, veo que la gente está haciendo lo mismo, veo muchas ilusiones truncadas de gente que creía que iba a llegar a otros sitios... Quedarte en el barrio es súper puro, pero hay que saber elegir. No puedes ser preso del barrio y su rutina, yo creo que te seca. Por eso mi lema es El Palo-Worldwide (en inglés, a todo el mundo). Si no, sería El Palo-El Palo. Vamos a llevar El Palo para el mundo. Vamos a coger esto que hay aquí y vamos a internacionalizarlo. Si no, estaría aquí haciendo la misma música de siempre en mi puto armario como antes, y no buscándome la vida en otro lado.
No significa que le resulte ajeno. Su padre está involucrado en movimientos sociales y de denuncia, y Delaossa defiende que le gustaría ver el barrio "más cambiado", con más "comidas sociales, eventos, que la gente esté más unida". "Veo a la gente un poco perdida, a los de mi infancia (...) Veo a varias personas muy desmejoradas, con las ilusiones un poco truncadas, un poco igual que siempre. Parejas que nunca imaginaría que iban a estar juntas lo están por esa rutina desoladora que al final hace que, en un día más con la misma movida, se formen relaciones muy raras que antes no existían. Me gustaría que se cambiara eso un poco, pero supongo que no se puede", reflexiona.
— Justamente ahora está Málaga de moda como capital cultural y tecnológica...
— Málaga capital cultural, ¿para quién? Para el malagueño, no. Para los alemanes, para los ingleses, para los holandeses. Creo que a la gente de Málaga no se les está dando ningún tipo de voz ni de participación en lo que está pasando en Málaga. Los artistas de Málaga no tienen subvención o apoyo. Hay una superficie cultural guay que es Málaga, nueva Barcelona. Pero lo que viene siendo el interior no es Málaga, nueva Barcelona. Es Málaga, lo mismo de siempre. Antonio Banderas lleva mucho tiempo ya, ¿sabes? —defiende Delaossa.
Para él, en Málaga todavía hay "mucho dinero viejo" y falta apoyo a la gente nueva que viene con buenas ideas. "Quizás la hostelería está mejor, pero en lo que es cultural... Está pasando muy poco. Ojalá cambie, no lo juzgo ni lo critico, pero es lo que siento desde fuera. Para crecer en la música, en Málaga es difícil. Creces hasta un punto, pero el techo está ahí y ya tienes que crecer en otro sitio. Madrid, Barcelona, Miami o donde sea; pero Málaga no".
— En un punto de tu carrera, empezaste a cantar temas que siguen honrando al barrio y los orígenes humildes, pero son más felices, más optimistas.
— Hay un punto de inflexión en algún momento, quizás antes de La placita. Antes me obsesionaba por meterme hasta la boca del lobo, estar en todos los sitios donde se vivía rápido, drogas... Una vez salí de ahí y me di cuenta de que había otro tipo de vida, otro tipo de mensaje, dije: ¿por qué voy a hacer música angustiosa? Rounders es un temazo, todo el mundo me lo pide, pero ya no estoy viviendo como antes. Ni vendo droga, ni me meto tal, ni estoy tan en el barro. Intento hacer música que sea sentida, que exprese, te ponga los vellos de punta, pero no tengo por qué hacerlo desde la negatividad o desde ese caos que antes quizás vivía. Si puedo hacerlo desde otro prisma, me parece más bonito y que a la gente le va a ayudar más incluso.
Delaossa se compromete a seguir haciendo rap duro, "que la gente no se confunda", pero quiere experimentar con todo tipo de géneros, "si al final la música es diversión y sentirte realizado".
"Desde El Palo nº1, han pasado muchísimas cosas y han habido muchos cambios. Si la gente me quiere como en El Palo nº1, es que no me quiere ver progresar. Lo único que pasaba ahí es que todos los días eran una ruina. Ahora hay más estímulos en mi vida, me fijo en otras cosas, intento cambiar el mensaje para aportar algo diferente a mi carrera. No es para la gente, es para mí", plantea Dani.
— ¿Cómo te sientes ahora mismo?
— Me siento bien, perfecto. Como digo en Ojos verdes, todo va como imaginé. Y mejor incluso. Siento que lo he hecho ya, si me muero mañana ya lo he hecho. Hasta aquí quería llegar, incluso un poco menos. No soy un artista mundialmente famoso, pero me da igual. Para mi barrio, para mi Málaga, soy un referente —explica— Pero queda muchísimo por delante. Ahora estamos buscando ese nuevo horizonte, abres una puerta y la siguiente está ahí. Yo lo que no quiero es dejar de tener interés en esto, así que me abro nuevas metas para estar siempre entretenido. Cada vez me gusta más mi trabajo y estoy más volcado. Es una profesión que me fascina.
A Dani Martínez de la Ossa le gustaría tener niños, "una familia, no sé"; pero se encuentra "profesionalmente" en paz. "¿Que me queda mucho y quiero hacer muchas más cosas? También", prevé. Le gustaría probar en el cine, actuar o dirigir, pero "a largo plazo".
"Ahora mismo lo que quiero es hacer un álbum nuevo, que va a ser increíble. No lo sé, pero lo sé. Habrá hip hop duro, creo, pero va a ser muy musical. Será una odisea, algo muy muy ambicioso cruzando las fronteras de los géneros", cuenta.
— Y después de todo lo que has vivido, ¿crees en el sistema?
— Tengo suerte de haber tenido éxito, hermano, pero no creo en el sistema para nada. Una cosa es la perseverancia y que te lleve a algún sitio, pero nadie te asegura nada hoy día. Me gustaría que la gente fuera más solidaria, que hubiera más oportunidades, pero es una utopía. El mundo está en sálvese quien pueda. Es un individualismo colectivo: todo el mundo está solo pero conectado. Cada día está la cosa más "Coge el dinero y vete", mira en la pandemia con los rollos de papel higiénico. La gente cada vez es más insolidaria y mira para sí misma. La perseverancia te lleva a sitios, pero no creo en el sistema. Ni en el SOE, ni el PP, ni en Cs, ni en nada.
Delaossa se va, "¡adiós, señores!", saludando a los presentes en la peña. Él no tiene del todo claro que quiera ser un viejo más de El Palo, con camisa de manga corta, tres botones abiertos. "Me veo con una biblioteca de cine en la casa, una decoración de interiores bien lujosa, algo más sofisticado. Me estoy asibaritando un poco. Supongo que también es el interés por la moda...", y cuenta que también tiene "el embrión" de proyecto de diversificar su creatividad a través de las colecciones de ropa. Going up, going up, going up.
— Dani, ¿y piensas en la muerte?
— Siempre he sido muy justo y sincero con eso. Sé que está ahí, la gente se muere a mi alrededor, yo me moriré en algún momento; pero no estoy pensando constantemente en eso. Al revés, pienso en la vida, en las siguientes cosas que hacer, en cómo sentirme vivo yo y mi equipo, cómo buscar ese halo de energía nueva constante.