La presa fallida de Montejaque: cuando un pequeño detalle da al traste con todo
Si algo nos enseñó Parque Jurásico es que cualquier cosa, por muy bien pensada que esté, se puede ir a la porra en cualquier momento.
2 mayo, 2022 05:00Noticias relacionadas
Por si no nos hemos dado cuenta, la provincia malagueña esconde una historieta, un secreto, una sorpresa o un escándalo en cada uno de sus rincones. Desde un muro de la vergüenza en El Palo pasando por la visita de todo aquel que haya tenido algo de fama en algún momento.
Se dice que en Granada todo es posible, pero lo cierto es que, visto lo visto, esta frase le pega más a Málaga. Fruto de un pasado extenso hasta decir basta, el territorio malagueño está marcado por hechos que bien merece la pena conocerse, aunque sea por mera curiosidad.
Una de estas historias hace referencia al fallido embalse construido en Montejaque. Una infraestructura hidráulica que merece una visita (es muy fácil, está justo en medio de la etapa 24 de la Gran Senda de Málaga, que enlaza a Ronda con la estación de Benaoján) y que nos hará pensar que nos encontramos ante los restos de una ciudad secreta soviética donde los científicos buscaban diseñar el arma definitiva con la que acabar con la Guerra Fría.
Un lugar que es ideal para rodar películas de espías a lo Goldeneye y que la Málaga Film Office debería incluir en su catálogo de localizaciones. Que no se use la presa de Montejaque para hacer una mala película de ciencia ficción es un sacrilegio.
Una obra que no sirvió para nada
Al igual que la pérgola de Santo Domingo, el esfuerzo para erigir esta impresionante construcción quedó en nada por un fallo de cálculo al que ya llegaremos.
Situada a unos tres kilómetros de Montejaque y levantada en una imponente garganta jurásica en la que se clava el río Gaduares, afluente del Guadiaro, esta presa, que también es conocida como el embalse de Hundidero, se sitúa por encima de la sima del sistema Hundidero-Gato, la cueva con mayor longitud de Andalucía.
El embalse de Montejaque se levantó en el año 1924, en tan sólo nueve meses, todo un récord. Un rápido parto que dio origen a una infraestructura que, en aquella época, suponía la presa de cualquier tipología más alta de toda la comunidad andaluza, y el embalse de bóveda más elevado de España con sus 74 metros de altura. De hecho, se la debe considerar como la primera presa moderna construida en la nación, al sustituir la mampostería por hormigón moderno. A las presas de mampostería era preciso adosarles a la superficie en contacto con el agua un recubrimiento de piedra que asegurase su impermeabilidad.
Este gran fracaso histórico fue diseñada por el ingeniero Gruner, de Basilea (Suiza), para la Compañía Sevillana de Electricidad. Fue también la primera presa de bóveda diseñada y calculada como tal mediante un tedioso procedimiento de cálculo (en el que no vamos a entrar), pero que fue utilizado de manera pionera en Montejaque y seguiría utilizándose durante décadas, hasta que los procedimientos de cálculo manuales fueron sustituidos por el cálculo mecánico. No fue, sin embargo, un error de cálculo humano con respecto a las fuerzas necesarias para contener el agua en el embalse lo que dio al traste con esta infraestructura, hoy en día abandonada
Un pequeño detalle
Retrasemos un poco más el por qué no funcionó la cosa: la construcción de la presa de Montejaque fue, además, un extraordinario laboratorio a escala real, pues se edificó con hormigón colado, que fluía por canaletas, en lugar de utilizar hormigón apisonado, comprobando que se obtenían buenas resistencias, y que el hormigón era impermeable. Además, tan sólo se emplearon 28.000 metros cúbicos de hormigón para una obra tan gigantesca. El resultado fue una presa de gran esbeltez y elasticidad, sin juntas de dilatación.
Una obra tan elegante tuvo, sin embargo, una vida efímera debido a algo imprevisible, un pequeño detalle en el que nadie había pensado: la permeabilidad del suelo del propio embalse.
Sí, la tierra donde se levanta la presa, como hemos dicho, está enclavada a unos metros por encima de la sima del Hundidero-Gato, y el escaso desarrollo de los niveles impermeables del subsuelo donde se instaló hacía, y hace, que el agua se infiltre hasta los niveles kársticos del terreno, muy permeables. Esto, claro, hace imposible la acumulación permanente de agua.
Así, una vez levantada la presa se comprobó que el agua desaparecía a los pocos días por sumideros que se abrieron en el fondo del pantano. La empresa constructora inspeccionó toda la cavidad con la intención de ver por dónde se iba el agua y, una vez encontrada la galería, ésta fue taponada con hormigón. Sin embargo, el agua es como es y buscó otros caminos para colarse, por lo que fue imposible evitar que se escapara. De hecho, en la actualidad, la existencia del embalse ha hecho aún más imprevisible el comportamiento del sistema Hundidero-Gato.
Así, la presa está abandonada y sin uso, lo que hace que disfrutemos de una obra de ingeniería tan hermosa e impresionante como inútil. Vamos, como muchas personas.
Un paseo por el entorno
El lugar donde se enclava esta fallida obra, sin embargo, bien merece un paseo. Y es que el entorno es verdaderamente sobrecogedor: tanta magnitud rocosa recordará, a aquellos más proclives a la humildad, lo pequeños que somos ante unas moles de piedra tan enormes.
Además, hay que tener en cuenta que la cueva del Gato es uno de los trece Monumentos Naturales con los que cuenta Málaga. Por su parte, la cueva del Hundidero, con sus más de cincuenta metros de altura, es sencillamente espectacular.