Venci Kostov ha vivido más de 10 años en Málaga, pero no olvida sus raíces búlgaras. En su primer largometraje de ficción cuenta la historia de Víctor, un joven que reside en Madrid y que regresa a su pueblo natal, en Los Balcanes, donde conocerá a Liuben, un adolescente de etnia gitana, con el que comenzará una complicada relación. Esta película se ha presentado en el Festival de Sevilla dentro de la sección Panorama Andaluz. Kostov, tras hacer una película de talante internacional, afirma que siempre llevará su Málaga por bandera.
Esta es la primera película de temática LGTBI en Bulgaria. ¿Cómo está viviendo su estreno?
Estoy recibiendo muchos mensajes de chicos y chicas jóvenes que son búlgaros de origen y que viven en el extranjero. Me hace mucha ilusión. Porque siento que esta película es también para ellos, para la gente que sale de su país y que de alguna manera quiere volver. Me gustaría aportar, y abrir una puerta, para que haya cierta libertad, que uno sea quien es en su sitio de origen.
Esta película muestra el racismo que se sufre en Bulgaria, ¿cómo se vive esa discriminación hacia la etnia gitana? ¿Cómo lo ha vivido usted?
Muy presente. Y sigue estando. Yo lo noto muchísimo. Por ejemplo, después de hacer la película, Bojidar Iankov, el actor de Liuben, me invitó a la boda de su hermano, y allí me sentí como la novia. Me trataron con muchísimo respeto y generosidad, pero cuando se lo conté a mi familia, ellos se extrañaron y lo interpretaron con cierto prejuicio. En el fondo, para mí, son los límites que el propio gobierno y la sociedad búlgara les ha impuesto de alguna forma. Yo ya conozco a este chico, conozco a su familia y me abren las puertas de su casa. Porque, además, ellos entienden que esta película ha sido todo un cambio para él. Están muy marginados los gitanos allí y eso lleva consigo muchas consecuencias, ya que al vivir tan separados del resto de la sociedad, tienen que crear su propio sistema que les permita sobrevivir.
Usted que vive en España, ¿cómo compararía el racismo que hay aquí contra la etnia gitana respecto al que existe en Bulgaria?
En España se sufre mucho. Lo que pasa es que yo creo que en España se distingue una cosa que no se da todavía en Bulgaria, que son las acciones de integración. Aquí encontramos un montón de asociaciones. Todavía hay mucho trabajo, sin duda alguna, pero por lo menos hay una serie de pasos que se están dando. Y Bulgaria, que es un país bastante más pobre que España, creo que todavía está resolviendo otro tipo de necesidades, por lo tanto, ese problema está muy a la cola todavía.
¿Cuánto hay de usted en esta película?
Mucho. Esta película está construida con experiencias mías, más otras observadas. Yo hice un viaje también de regreso a Bulgaria, al igual que Víctor. Me crié en España, con valores de aquí. Entonces, Bulgaria para mí estaba cada vez más lejos, pero regresé cuando se jubilaron mis padres, que se compraron una casa en el pueblo, muy parecida a la de la película. Fui a visitarlos un verano e imaginé esta historia. Sentía que no pertenecía a ese sitio, pero a la vez mi raíz viene de allí, una vez que cruzas el continente, no perteneces ni a un sitio ni a otro.
Esta película es de género dramático, pero también tiene algunos toques de comedia, sobre todo con el personaje de Liuben.
Yo creo que la comedia aparece de manera inherente. Primero, porque el actor que interpreta a Liuben tiene mucho encanto. Es este tipo de personas que te apetece verlas, simplemente por su presencia: él es muy cándido, natural, tiene mucha vitalidad. Son muy agradecidos los toques de humor para que la historia respire. La tragedia nunca viene sin una risa, que el dolor sea más digerible.
El intérprete del personaje que da nombre al filme nunca ha actuado antes en ninguna película. ¿Cómo fue rodar con él?
Se llama Bojidar Iankov Asenov y apareció un día en mi móvil un vídeo suyo que me mandó mi ayudante de dirección: su manera de mirar, de moverse, de hablar… vi a Liuben. Cuando trabajas con actores no profesionales, la energía les suele bajar cuando están frente a la cámara, pero a este adolescente le pasaba lo contrario, le pones la cámara delante y se viene muy arriba. Y además llevaba una camiseta que ponía “This is me”, entonces dije: ¡ya está, es él!
Su película recibió el premio del público en el Burgas International Film Festival, en Bulgaria. ¿Le sorprendió?
Muchísimo. De hecho, recuerdo que fuimos con Bojidar, y decidimos tomarlo como un viajecito de verano. Era la primera vez que se proyectaba en Bulgaria. La proyección fue muy, muy, muy tensa, porque hubo un antecedente, que fue el estreno de la película Close, que tuvieron que quitar de cartel porque hubo un boicot en las salas de cine por un grupo radical: ellos básicamente decían que ese filme promovía la homosexualidad y la pederastia, pese a ser una historia bellísima de amistad y con temas muy profundos. Entonces, Close se estrenó un mes antes de ese festival y cuando nosotros fuimos allí, la gente estaba muy preocupada por lo que pudiera pasar. Pero, aunque vivimos la proyección más tensa de nuestra vida, curiosamente recibimos una respuesta final muy agradecida, y quedamos sorprendidísimos con ese premio.