La directora de cine aragonesa Pilar Palomero, flamante premio Málaga Talent de la 27 edición del Festival de Málaga, se siente "muy conforme" con la nueva mirada femenina que los y las cineastas más jóvenes están imprimiendo al cine español, una manera diferente, ha dicho, y "también más sana para todos".
La directora de 'Las niñas', con la que ganó la Biznaga de Oro en 2020, recibirá esta noche el premio con el que el festival malagueño reconoce a los jóvenes talentos del cine español, una "palmadita en la espalda" y un "gesto de confianza" en su futuro, según ha dicho el director del certamen, Juan Antonio Vigar, que ha compartido una charla con Palomero en presencia de numerosos estudiantes de cine.
La directora ha recorrido su historia desde que se graduó en Filología para contentar a sus padres y cómo el amor por el cine se impuso a todo lo demás; una pasión, ha dicho, "que vino muy de la mano de la literatura (...) Me encantaba escribir, pero yo no era consciente, o no me creía, que ser cineasta era posible para ganarse la vida", ha confesado.
Por una carambola -"la suerte es muy importante, y me parece poco humilde no reconocerlo", dice la zaragozana-, la crisis de 2008 desembocó en que Pilar acabase dando clases y uno de sus alumnos le hablase de que Bela Tarr (al que ella veneraba) preparaba unos talleres para hacer cine en comunidad con estudiantes del mundo.
"Me presenté y recibí un mensaje del propio Bela Tarr. Lo deje todo y me fui a Sarajevo. Allí sentí que era cineasta y que esto es algo que va más allá de qué películas hagas o cómo las hagas", cuenta la directora de 'La maternal' (2022), que se quedó con el cineasta húngaro cuatro años y medio.
Hoy, dice, "sigo dedicándome a la formación y sigo trasladando muchos mensajes de él".
Docente y pausada, Palomero ha regalado multitud de consejos a los alumnos que la escuchaban en el salón Rossini del Teatro Cervantes de Málaga: que nunca se enfrenten a un guion en soledad, que formen cuanto antes un equipo de su confianza, que vean mucho cine o que participen en todos los rodajes que puedan. Y que no se desanimen si el primer rodaje es muy duro: "Luego mejora", ha asegurado.
Y vuelve a citar a Tarr: "Ser cineasta o dirigir no se puede enseñar, tiene más que ver con estar seguro de lo que quieres decir y decirlo de una manera que tenga mucho que ver con quién eres y con que sólo tu puedas decirlo de esa manera".
Palomero no quiere verse como referente de las nuevas generaciones pero sí reconoce en sus compañeras (y en algunos compañeros) cineastas una mirada femenina con la que se siente muy conforme, y que comparte con ellas, así como "una manera de hacer cine diferente y creo que también, me atrevo a decir, más sano para todos".
"Aprovecho cualquier ocasión para recalcarlo porque para mí es una de las cosas más bonitas que me he encontrado en este viaje, que decimos los cineastas, que es hacer películas: descubrir a mi lado a gente que admiro muchísimo y que veo que están cambiando el panorama".
En muy poco tiempo tendrá terminada su tercera película, 'Los destellos", que ha rodado en el pueblo de su familia, Orta de Sant Joan, haciendo suyos unos relatos de Eider Rodríguez para llevarlos a sus recuerdos y sus vivencias. "He volcado en ella todos los temas que me han obsesionado sobremanera, como el paso del tiempo, o lo que perdura", explica.
Le costó mucho menos trabajo sacar adelante su segunda y su tercera película que la primera, pero no piensa que siempre vaya a ser así.
"Soy consciente del privilegio que es rodar películas (...) Pero hay que estar siempre con los pies en la tierra y ser consciente de lo difícil que es que confíen en ti. Yo quiero hacer mi quinta o mi décima película con el mismo esfuerzo y la misma ilusión que la primera", ha afirmado.
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