Joaquín Caparrós es uno de los entrenadores más icónicos de la historia del fútbol español. Ha pasado por grandes equipos como el Athletic Club Bilbao, el Sevilla F.C o el R.C Deportivo de La Coruña, entre otros muchos, pero el último grupo al que entrenó estaba a 5.000 kilómetros de su Utrera natal, Armenia.
Allí vivió una de las experiencias más brutales de su vida tanto a nivel profesional como personal, pues durante su estancia en el país vio cómo el Covid confinaba al mundo y cómo la segunda guerra de Nagorno Karabaj estallaba. Cuatro años más tarde, el cineasta extremeño Ángel Tirado ha trasladado aquellos difíciles recuerdos a la pantalla del cine en el documental Caparrós, las botas del entrenador; fútbol en tiempos de guerra y pandemia.
Este interesante filme, que dura 80 minutos, ha sido presentado este miércoles en la 27 edición del Festival de Málaga, dentro de la sección oficial fuera de concurso. EL ESPAÑOL de Málaga ha podido compartir unos minutos con el histórico entrenador, que se mostraba feliz y ansioso por ver el documental completo por primera vez en Málaga.
Caparrós llegó a Armenia gracias a Ginés Meléndez, director técnico de la Federación Armenia de Fútbol, al que conocía por su paso por la Federación Española e incluso porque fue uno de sus profesores. “Me llamó, tenemos muy buena relación, y me planteó la idea de la selección. A mí la posibilidad me gustó mucho, me parecía una experiencia nueva. Yo fui seleccionador de la andaluza, de los cadetes de Castilla La Mancha, pero una absoluta de un país nunca… Así que nos fuimos para allá”, relata Caparrós.
Llegó a Armenia apenas tres o cuatro días antes de que en España se decretara el confinamiento para firmar el confinamiento. "El día antes nos vinimos, y menos mal. Porque nos hubiera pillado el confinamiento allí", dice con alivio. Recuerda la labor de la selección como "impecable" y llena de "seriedad". "Eso me motivó. Podían haber cambiado de opinión en vista de la que se nos venía encima, pero confiaron. Trabajamos en la lejanía con mucha videollamada, con muchos vídeos de todos los futbolistas seleccionables del fútbol armenio y poniéndolos al día". Eso sirvió al entrenador para ir haciéndose una idea de desde qué punto partía.
Califica de "flechazo" la relación entre la federación armenia, su presidentes, los técnicos y su persona. "En cuanto abrieron un poco, comenzaron los viajes, fueron días de recopilar mucha información: fuimos a París, a Doha, a Frankfurt... Los vuelos a Armenia estaban restringidos", recuerda Caparrós sobre aquellos caóticos días.
Y por si esto fuera poco, en septiembre, cuando la situación empieza a estabilizarse, estalla la segunda guerra del Alto Karabaj, un conflicto bélico de Azerbaiyán contra Armenia y la República de Artsaj. "No nos faltó de nada, no", dice, a modo de susurro, el exseleccionador.
Caparrós aprendió durante los dos años que estuvo en el país sobre la historia de Armenia. "Ha sido un país muy castigado siempre. Fueron días muy duros, la situación del Covid había mejorado y te encuentras viviendo en el centro de Ereván y viendo que chicos y chicas muy jóvenes, universitarios muchos de ellos, con 18 y 19 años se iban a la guerra porque les llamaban. Al día siguiente cogían un fusil, y a pegar tiros. Todo el país estaba en silencio, era un ambiente de tristeza, de muerte. Las noticias eran muy desagradables", recuerda, emocionado.
En aquel entonces, su equipo se encontraba en Europa League. No podían jugar en Armenia porque la UEFA no lo permitía ante el conflicto que estaba teniendo lugar. Recuerda que cuando convocaba la lista, tenían que viajar siempre a otros países. Polonia o Georgia les facilitaron poder seguir jugando, pero reconoce que la concentración de los jugadores no era tarea fácil.
"Había futbolistas que habían perdido a algún familiar, a algún amigo y eran momentos muy duros. Fue una experiencia muy interesante y yo diría que muy humana, independientemente de la parte profesional. A todos los que estábamos allí, el país nos dio una lección de vida. Qué sentido de fuerza, de voluntad e incluso de humor para volver a levantar un país...", relata.
Su paso por Armenia le ha cambiado como persona. Asegura que con esta experiencia se ha dado cuenta de que uno en España no valora todo lo que tiene. "Sobre todo la gente joven. No saben lo que tienen. No sabemos apreciarlos. Ellos tenían un sentido patriótico espectacular, un sentido que se basaba en ayudar a la gente que necesitaba algo en su país. Fue algo muy emotivo, toda una lección, una lección de vida", reconoce.
En el vestuario convivían cuatro idiomas: ruso, armenio, inglés y español. Pues daba igual, todos se entendían. Eso es algo que le maravilla: "Había un lenguaje no verbal espectacular. En ese vestuario si dabas un abrazo, veías que era un abrazo de verdad. Todos los que no habíamos nacido en Armenia, allí nos sentíamos un armenio más. Ellos valoraron eso muchísimo. Y así se hizo esa unión tan bonita entre la federación, técnicos, futbolistas... Además tuve un traductor que se abrió mucho conmigo y me ayudó muchísimo".
Un héroe
Pese a las dificultades, Caparrós se convirtió en un héroe nacional. Logró grandes logros con la selección y el fútbol se convirtió, sin duda, en el refugio de miles de armenios que quizá no encontraban un motivo para sonreír en su día a día.
Antes de llegar a Armenia, la selección había asumido derrotas muy graves, como un 9-1 ante Italia. Pero desde que el español llegó a sus filas fueron ganando partidos. Llegaron a encadenar nueve victorias. Sin embargo, el momento cumbre de la era de Caparrós en Armenia llega en noviembre de 2020, cuando logra que su selección ascienda a la Liga B de la UEFA Nations League, un hecho histórico. Se clasificaron directamente para la Eurocopa venciendo a Macedonia con gran parte de la plantilla enferma con Covid-19.
Soñaron con el Mundial, siendo líderes en solitario durante cuatro jornadas, superando a Alemania, pero finalmente se quedaron a las puertas. La salida del entrenador sevillano llega cuando la selección descendió a la Liga C de la Nations League.
Pero se fue por la puerta grande, con un porcentaje de victorias altísimo (74%) y con el respeto de toda su plantilla. El presidente de la FFA, Armen Melikbekyan, se deshizo en palabras de elogio en el comunicado de su marcha: "Quiero agradecerle su trabajo, por permanecer al lado de la selección en días difíciles para la República de Armenia, por mostrar la mejor calidad humana y un alto grado de profesionalismo".
Por todo ello, el cacereño Ángel Tirado no ha dudado en llevar a la gran pantalla su historia. Desde hace años, Tirado tiene conexión con el círculo familiar de Caparrós y, pese a que no se considera como un gran futbolero, le pareció muy interesante retratar la figura del entrenador y su vivencia en Armenia. El hijo del sevillano ha colaborado también en el documental de su padre.
"La figura del entrenador es muy desconocida y no estaba demasiado reflejada en el cine ni en el documental hasta que comenzamos en el proyecto. Eso, sumado a que Joaquín es uno de los entrenadores más revelantes que hay en España, que ha sido hasta jugador, que ha estado en diferentes categorías... Nos ha llevado a querer contar el día a día, la parte más cercana del trabajo de un entrenador. Lo que pasa es que luego ocurre lo que pasa en Armenia, haciéndolo aún más interesante", zanja Tirado.