Cuando a la gente buena le pasan cosas buenas, uno siempre se alegra. Y más cuando sabe que esa gente buena ha trabajado duro para que le pase todo lo positivo. Atrás quedan la envidia, la pelusilla y el desprecio, lo feo que a veces tiene la vida. Este viernes, miles de malagueños acompañaron en la plaza de toros de La Malagueta a un artista cuya definición es esa, un currante que está en la cresta de la ola --colgó el cartel de 'no hay billetes'-- tras años de trabajo en los que se le han cerrado muchas puertas: Antoñito Molina.
Tras muchos veranos actuando en ferias de pueblos de toda la provincia, cuando supo que este 5 de julio actuaría en la plaza de toros de La Malagueta no dudó en viajar hasta Málaga para grabar un vídeo en el ruedo repasando, precisamente, todos esos municipios y pequeños recintos que fueron su hogar antes de que las masas llegaran. Nunca renegó de sus orígenes. "Y desde que lo supe, tengo esta fecha marcada en el calendario de mi corazón, de mi alma", expresó el artista al inicio del concierto.
Diez minutos después de las diez de la noche, los focos se encendieron y el público enloquecía al ver que la furgoneta que ya es icono del tour La Aventura del gaditano se encendía en mitad del escenario. Quedaba poco para verlo. Y en cuanto se escucharon los primeros acordes del sencillo que da nombre a la gira, ahí apareció él, con su energía habitual y enfundado en un elegante traje de tono oscuro. "Oye, recuerda, que estamos vivos, a la aventura, vive sin miedo, oye recuerda, hay que vivir y pensar menos", cantó el artista, como una declaración de intenciones a su público, para que desconectaran y bailaran durante toda la noche.
Los ojos le comenzaron a brillar al ver que la conexión con sus seguidores se estableció en apenas unos segundos. De hecho, buscó a sus músicos con la mirada para enseñarles que tenía los vellos de punta. "Gran culpa de que yo esté aquí esta noche la tiene Málaga", expresó Molina, ante una provincia que le ha hecho despegar como artista.
Tras La Aventura, vinieron temas de sus inicios como Supongo y Ya no más, pero también hits más recientes como Te comes por dentro, uno de sus temas más bailables, que comparte con su compañero y amigo Riki Rivera.
"Ahora voy a cantar la canción más importante de mi vida", anunció Antoñito, que provocó un "ohhh" conjunto por parte del público, que sabía perfectamente que llegaba la canción Suéltate el pelo, un emotivo tema que dedicó a su madre, pero también a las que estaban entre el público y a las que ya, por desgracia, se marcharon al cielo. "Yo estoy feliz y contento, la gente por fin viene a mis conciertos", cantó el artista, haciendo hincapié en ese 'por fin'.
Y tras la emoción, La Malagueta se llenó de color con El club de los soñadores. Su club de fans, con ayuda de la Fundación Olivares, que colabora con el festival, repartió 6.500 globos que todos encendieron gracias a las linternas de sus móviles en el inicio de la canción generando una estampa muy alegre y divertida.
"¿Nos vamos de boda?"
En el ecuador del concierto, Molina se sentó al piano. Comenzó interpretando Yo soy pa' ti, pero el griterío de un sector del ruedo le interrumpió. Una persona había clavado rodilla para pedir matrimonio a su pareja. "¿Qué pasa? ¿Nos vamos de boda?", preguntó el artista, que imaginaba bien la situación. Lo que no sabía es que en la segunda canción que tocaría al piano, de su etapa en El Tren de los Sueños, Caminaré contigo, también volverían los gritos, pero esta vez en una zona más cercana al escenario. Otra pedida. "Que nos den la fecha a todos por Instagram y nos presentamos allí todos", bromeó el joven, deseando lo mejor a ambas parejas.
Y tras las dos sorpresas, él tenía otra guardada a sus seguidores. en la oscuridad del escenario, cuando muchos creían que estaba bebiendo agua o cambiándose de ropa --lo hizo, por cierto, colocándose una camisa de lunares--, el gaditano apareció muy cerca de la zona reservada para las personas con movilidad reducida para acabar fusionándose con el público interpretando Y te voy a querer. Y Málaga le intentó demostrar que más le quiere ella a él con cercanía y abrazos en la pista y lanzamiento de besos desde las gradas.
Pero como buen chirigotero, Antoñito Molina tenía un as guardado bajo la manga para el final. Después de dedicar a su padre su tema El hombre de la carpeta, donde relata su relación con él, e interpretar el pasodoble Antes de hacer las maletas de la Comparsa El Vapor, de Antonio Martínez Ares, el artista manifestó tener "algo de frío" para colocarse la bufanda del Málaga C. F. El público enloqueció. "Oe, oe, oe, oee", vociferó la plaza al unísono.
Sin embargo, no todo quedó en un simple gesto. Un compañero del equipo le sacó un atril y el gaditano declaró que iba a jugársela. La noche anterior "no podía dormir" y decidió escribirle una letra a Málaga en agradecimiento por todo lo que le había dado.
Y para culminar la fiesta de la alegría, no podían faltar Laberinto, su último sencillo, y Por si mañana, una canción que interpretó enfundado en una camiseta de la selección española de fútbol, que minutos antes del partido venció a la anfitriona, Alemania, clasificándose para semifinales.
El cantante llevaba a la espalda el dorsal del andaluz Fabián Ruiz. Con Baila Morena de Zucchero del fondo, llegó la algarabía. Antoñito y su equipo saltaban en el escenario, mientras que gran parte del público sacó a relucir las banderas y bufandas que tenían, pues la prórroga provocó que la mayoría fueran directos al concierto tras ver el partido en las abarrotadas terrazas de la zona de La Malagueta.
Una vez más, el sueño de Antoñito sigue creciendo, tanto, como la ilusión que lleva en la maleta que le lleva a cada destino de La Aventura Tour. Tanto, como los recintos que corean sus canciones. Las cosas buenas le pasan a la gente buena. Y a Antoñito Molina ya le tocaba.
Próximos conciertos en Málaga
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