Muertos de la risa desde una isla morenita y con ganas de caminar por la vida, acudir a la llamada del milindri y romperla llegaban los malagueños a Torre del Mar dispuestos a darlo todo en el último día en el Weekend Beach Festival. Entre ellos estaban Cristina Martín con Lara, su hija de 15 años, con un objetivo muy marcado. "Para mí siempre ha sido una banda sonora y cuando me enteré de que venía al festival tuve claro que era el momento perfecto para que mi niña conociera al Melendi de siempre", reconocía la veleña horas antes de ver al asturiano.
Las camisas hawaianas y la purpurina tomaron protagonismo desde el instante en que el sol comenzaba a ponerse en el horizonte. La noche estaba por caer, pero la fiesta ya había empezado. Atrás quedó la celebración del 2-1 de España contra Alemania que se vivió en pleno concierto de Lía Kali o los giros del micrófono de Joey Tempest (Europe), hoy el momento de otros.
La fiesta empezó con Carlos Sadness en su Isla Morenita a la que el tiempo parecía haber dado una tregua. Ese terral que en la tarde de este sábado ha llegado a marcar 36 grados en algunos puntos de la provincia de Málaga no llegó a la Axarquía. Una fresca brisa hizo que la tarde comenzara de la mejor manera: sin calor y con una temperatura de lo más agradable para el calor que se espera durante los próximos meses.
En los festivales, el público va de un escenario a otro en busca de la música, pero esta noche ha sido diferente. Todavía estaba cantando Carlos Sadness cuando el público comenzaba a amontonarse en el segundo escenario a la espera de que cayera la noche y sus artistas favoritos comenzaran a salir.
Las primeras filas para este concierto ya se podían ver desde las 20.30 horas, no fue hasta que terminó Tarque y la Asociación del Riff cuando el público ya comenzó a movilizarse para ver a Melendi y Mora que eran de lo más esperados.
“Ver a Melendi es algo que nadie se puede perder”, decía Macarena Salcedo, una joven malagueña que había acudido al festival solo para ver al asturiano, mientras se aferraba a la valla de la primera fila. Nadie le iba a quitar su puesto, eso estaba claro.
El asturiano no se hizo esperar. A las 23.15 horas, subió al escenario y así, poco a poco y de la mano de Melendi, Torre del Mar fue Caminando por la vida con la promesa de traer a la luna desnuda para que fuera testigo de la locura que se estaba viviendo en ese momento.
Durante 60 minutos hizo un barrido por su discografía haciendo bailar por rumba hasta los peces que nadaban en la playa de Torre del Mar. Todos cantaban como locos y no hay duda de que en Málaga el público es guerrero.
No se sabe si fue Destino o casualidad, pero el asturiano consiguió que más de dos extraños bailaran bajo la luna, que esta noche estaba creciente. La rumbita pa tus pies llegó dio paso a Hablando en plata que terminó con una vena atascada en el corazón con una Canción de amor caducada haciendo que Torre del Mar se dejara la voz en cada verso.
Eso sí, los móviles no faltaron en ninguna canción, haciendo competencia al mar mediterráneo al crear un horizonte de móviles en vez de agua. Todos querían capturar como Melendi volvía al jardín con enanitos para intentar hacer su despedida menos amarga.
La noche continuó y finalmente llegó el turno de Álvaro de Luna que decidió Portarse mal para pasarlo bien, mientras hacía saltar y bailar a todos los malagueños. De Luna no se había bajado del escenario cuando Mora cumplió con su público que llevaba horas esperando a que dieran las 1.45 horas para que saliera.
Tres rayos de luces atravesaron el cielo desde el escenario anunciando que el puertorriqueño ya estaba en el escenario. Mora unió en un mismo espacio a niños con sus padres, adolescentes con sus amigos y despedidas de soltero.