Ojeando Festival 2024 ha sido un éxito. Su cambio de estilo al flamenco después de 16 años monopolizando el indie ha sido una temerosa apuesta que les ha salido ganadora. Le duela a quien le duela, Ojén ha entrado por el aro. El flamenquito, como muchos lo han llamado despectivamente, le sentó de maravilla a un pueblo que no se veía tan lleno desde hacía varias ediciones. Esto sienta un precedente. El flamenco ha venido para quedarse en Ojeando.
Ya desde las tempranas 20:00 el pueblo iba convirtiéndose en el caldo de cultivo que, aunque todavía no se dejaba ver, iba a ser horas más tarde. La gente iba tomando asiento en los bares calentando para la gran fiesta de las 00:30.
Porque sí, Ojeando Festival colgó el cartel de sold out por un sencillo motivo, La Plazuela. El resto de la programación era un agradable embudo para que los granadinos consagraran en el Patio del Colegio la apuesta que el ayuntamiento del pueblo había tenido la osadía de hacer. Un festival montado en torno a un grupo. No es la primera vez que lo vemos. Las grandes masas con camisetas del conjunto flamenco funk preguntando continuamente “¿oye La Plazuela dónde toca?”, reflejaban que el público había venido a lo que había venido. Sin fijarse mucho en todo lo demás.
Sin embargo, esto hizo que el resto del pueblo se mantuviera animado toda la noche. El Escenario Plaza, la oferta de conciertos gratuitos que ofrece Ojén, estuvo desde las 21:30 con la apertura de Blanca la Almendrita más lleno que en anteriores ediciones. El espacio que desde hacía unos años había estado reservado para los grupos ganadores del concurso de bandas se transformó en una verbena en clave de flamenco que el pueblo disfrutó muchísimo. Es triste ver la caída de un formato que daba la oportunidad a bandas emergentes de Málaga a tener un espacio, pero sería un error decir que, a nivel de público, no ha sido un acierto.
Killmaya abrió el Escenario Patio con una acogida más bien discreta. Las 21:10 es un horario difícil de tolerar, sin embargo, la DJ sacó el set con bastante dignidad. La gran revelación de la noche fue Queralt Lahoz. La artista originaria de Badalona no es ni mucho menos un fenómeno emergente, pero era otra de las grandes incertidumbres en este renovado cartel del Ojeando Festival 2024.
Queralt Lahoz fue un ejercicio absoluto de empoderamiento femenino y de despliegue vocal que ponía los pelos de punta a cualquiera. Su estilo urbano mezclado con raíces andaluzas casaba a la perfección con la idiosincrasia del festival, que vio como la artista se metía al público en el bolsillo a ritmo de twerk descontrolado. “Esto va para mi primer novio, que se sentía pequeño cuando me veía desde abajo del escenario. No dejéis que nadie os frene u os diga lo que podéis o no hacer”, reivindicaba Queralt en los últimos compases de su concierto a la entrada de No Me Salves.
Ojén ya estaba más que preparada para la gran cita. La pésima gestión de las barras y el colapso que sufrió el Escenario Patio con colas de media hora para pedir una consumición, amargó la experiencia a más de uno. “Me voy a perder medio concierto esperando a que pongan una cerveza”, “este aforo tiene que ser ilegal, hay demasiada gente pidiendo”, se escuchaba en las proximidades de estas.
La Plazuela
La Plazuela se hizo de rogar casi 20 minutos, pero al público no le importó. A un grupo que ha llenado un festival solo se le perdona cualquier cosa. Con una cámara de ojo de pez abriendo las visuales del concierto, Nitro, Indio y su banda hicieron una espectacular aparición más propia de un combate de boxeo que de una exhibición musical.
La Plazuela son espectaculares. Tienen unos seguidores que pocos grupos pueden presumir. Aunque el mestizaje flamenco con otros estilos no sea lo tuyo, los granadinos llevan un show que le saca los pasos de baile hasta al más estirado. Unos cantaores flamencos con alma de MCs de hip hop que han mezclado tantos géneros que no saben ya ni donde etiquetarse.
Y es que esta es la gran virtud de La Plazuela. Hacen algo tan vanguardista que bebe de tantos palos que es imposible que alguna de sus referencias no te consiga atrapar en el universo de Roneo Funk Club. Una plaza totalmente volcada y emocionada haciendo un lleno que pocas veces se ha visto en Ojén. El pueblo se convirtió en una pista de baile gigante donde se demostró que los cambios a veces son buenos, que hay que meter sangre nueva para seguir oxigenando la cultura de Málaga.
Ojeando Festival 2024 puede decir con orgullo que ha silenciado el ruido y ha demostrado por qué sigue siendo el pueblo de la provincia con el mejor ciclo musical. Un salto al vacío a la piscina no siempre termina en plancha.