Superado el histrionismo temporal que casi acaba con su carrera, Nicholas Cage se ha convertido en una especie de actor de culto a destiempo, con actuaciones memorables en cintas como 'Dream Scenario', 'El cazador de bufalos', 'Pig' o 'Color Out of Space'. 

Con su último estreno, 'Longlegs', el californiano perece tener tan claro cuál es el camino a seguir como los directores que lo eligen para papeles tan concretos y definidos. Y es que el largometraje de Oz Perkins (cuya carrera anterior solo vislumbraba retazos de talento) es una especie de obra maestra que bebe del mejor cine de terror de los setenta y de los ochenta.

La película narra la historia de Lee Harker, una nueva agente del FBI con capacidades especiales a la que se le asigna el caso de un asesino en serie que ha estado décadas sin resolverse. Tal como la investigación sigue adelante, Harker y sus compañeros acabarán descubriendo que hay una relación bastante más estrecha entre ella y el misterioso asesino.

'Longlegs' no solo es fascinante e hipnótica por lo que cuenta, sino también por como lo cuenta, ofreciendo una experiencia tan extraña como estremecedora en la que es imposible despegar los ojos de la pantalla durante sus cien minutos de duración.

Como el buen terror que se precie y que se aleja de los fuegos de artificio, la película de Perkins es más terrorífica cuanto más distancia pone uno de ella, con sus imágenes (y también son sus sensaciones) quedándose en la parte de atrás del cerebro para asaltarte cuando menos lo esperas.

Por supuesto, son también subrayables las actuaciones de Maika Monroe, Blair Underwood y Alicia Witt, aunque los titulares se los lleve Cage por mérito propio. Una cinta redonda con una atmósfera que no recordábamos desde hacía décadas y que nos vuelve a demostrar que el género de terror sigue en un momento excepcional, especialmente por los realizadores que saben ir hasta William Friedkin, John Carpenter, Tobe Hooper, George A. Romero, Dario Argento o David Cronenberg y traerlos de vuelta.

'Longlegs' es un puzle artesano que apasionará a los amantes del terror clásico, contemplativo y que se cuece a fuego lento y una película que (muy posiblemente) será considerada una obra maestra del género en un futuro cercano. Corre al cine.