El pasado viernes 25 de febrero la Murga de Merchán se hacía con el segundo premio en la modalidad de murgas del Concurso Oficial de Agrupaciones de Canto del Carnaval de Málaga. Pero ese premio es lo de menos, el mayor regalo para esta agrupación ha sido ver disfrutar sobre las tablas a Mario Moreno, uno de sus componentes, al que en plena pandemia le diagnosticaron una leucemia. En diciembre fue sometido a un trasplante de médula.
Moreno trabaja en el servicio a domicilio de Pollos San Juan, pero estudió Ebanistería y Restauración, por lo que ha hecho varios trabajos en lugares como la catedral y es el artífice del trono del Corpus. Justo antes de la llegada de la pandemia entró en una prueba de selección de una empresa alemana que restaura los AVE. Entregó el currículum y lo llamaron. "Me dijeron que les había encantado mi currículum y que querían hacerme una entrevista presencial. Vieron que había trabajado mucho en madera y les llamé la atención. Me dijeron que querían contar conmigo", recuerda.
Como vio que los alemanes estaban muy convencidos les pidió con honestidad que le avisaran con tiempo porque era uno de los pilares de su empresa y no podía dejarles tirados sin tiempo de reacción. "Finalmente en Pollos San Juan me dieron la excedencia, pero afortunadamente no la firmé. Eso me salvó, no voy a engañar a nadie", explica.
En la empresa le dieron vacaciones y la empresa alemana le pidió que acudiera al reconocimiento médico. Fue al Hospital Quirón de Antequera, a regañadientes, ante su pánico a las agujas. "Mi expareja y mi madre siempre iban detrás de mí porque no me hacía un análisis de sangre. Decían que había perdido mucho peso, pero yo no era consciente de ello", cuenta.
Eran las últimas semanas de febrero de 2020. Mario bailó y cantó con los suyos en 'Esteoeste' sin saber que estaba enfermo. Los resultados llegaron y los leucocitos salían elevados. "Tenía tantos que el bazo estaba a punto de estallarme. Me ingresaron en Carlos Haya, tras acudir a petición de mi familia, y me tiré casi 21 días allí. Tras muchas pruebas, me dijeron que tenía una leucemia mieloide crónica, lo que viene siendo una mal creación de glóbulos blancos. Creo muchos glóbulos blancos malos y buenos que se reparten por el cuerpo".
No quería ir a Carlos Haya en un principio. Lo veía como una "tontería". "Me parecía innecesario ir al hospital con la cantidad de gente que estaba muriendo por Covid, me parecía ridículo ir por una simple "anomalía"", recuerda el murguista.
En el primer diagnóstico parecía que no iba a ser necesario el trasplante. Pasó toda la pandemia medicándose, llegando a cambiar tres veces de medicación, lo que le provocó un descontrol hormonal y físico totalmente. No funcionó ninguna.
Fue entonces cuando le comunicaron que el trasplante de médula era necesario. Tras varios estudios, determinaron que su hermano pequeño era haploidéntico, es decir, existía un 50% de probabilidad de que fueran compatibles, por lo que se le consideró como una opción.
"Me dejaron claro que en octubre de 2021 me iban a trasplantar. Sí o sí. Sin embargo, llegó el mes y al final no lo hicieron, porque tuve la suerte de que apareciera un donante alemán. Por una empresa alemana me enteré de que tenía leucemia y un alemán me salvó la vida. Parecía que estaba predestinado. Teníamos un 90% de compatibilidad", relata aún impactado.
De octubre que iban a trasplantarlo, por retrasos derivados de la Covid-19, finalmente, fue en diciembre. "Se me rompió por el momento todo el esquema mental de recuperación que yo tenía", expresa. En sus planes estaba llegar a los ensayos de carnaval, algo a lo que no podía faltar "por nada del mundo".
El trasplante
Ingresó el 8 de diciembre en el Hospital Carlos Haya y fue trasplantado el 16. Es el primer trasplantado halogenico en ser atendido mediante el sistema HEDO, un programa de Hematología Domiciliaria puesto en marcha por la unidad de Hematología y Hemoterapia en el centro.
"Es un seguimiento constante por parte de un equipo de enfermeros que acuden a tu casa cada día para ver cómo vas evolucionando", dice. Según relata Moreno, la recuperación en el hospital de un trasplante como el suyo puede alargarse hasta un mes que hubiera permanecido ingresado. "En mi caso, estuve hasta el 25 de diciembre. Fueron solo nueve días en el hospital, algo anormal. Me hicieron muchas preguntas y finalmente me eligieron para irme a casa. Es algo muy cómodo, como en casa en ningún sitio", relata.
Lo habitual en este tipo de trasplantes es todo lo contrario a lo que le ocurrió a Mario, que salió andando del hospital y con una sonrisa en la cara. A los pocos días de estar en casa se marchó a caminar.
Todo este resultado está detrás de un amplio trabajo físico y mental de Mario. Se tomó en serio el deporte, haciendo rutas con la bicicleta con las que se recorría Málaga junto a su hermano y salía a correr, algo que ahora mismo no le permiten.
La positividad le sale por los poros de su piel. No pierde la sonrisa en ningún momento de la entrevista. Solo se "permitió" tener tres días malos, porque trata de seguir la ley de la atracción, esa que tanto ha estudiado. Fueron los tres días después ser trasplantado, en los que perdió totalmente la cordura Fueron los tres días después del trasplante. Vómitos, diarrea, alucinaciones... Pero un día se levantó y se dijo que no volvería a estar mal por lo que le estaba ocurriendo. "Las quimios seguidas eran por mi bien. Me lo repetía diariamente para concienciarme. Pese a mi mala cara, me miraba al espejo y me decía también lo guapo que estaba", dice.
El carnaval
"Decidí que iría a los ensayos, pero como terapia. Les dije que no contaran conmigo para el concurso porque no sabía que iba a pasar en el futuro, pero yo tenía que tener mis ratitos de ensayo", recuerda, con emoción. Pese a que le dolía, porque le encanta el concurso, reconoce que no tenía otra opción. "Y eso que yo empecé en el carnaval optando a ser Dios Momo en 2004... Nunca he tenido vergüenza. Fui dos veces caballero y dos veces príncipe porque tuve un vecino diseñador", confiesa entre risas. Pasó por la Chirimurga del Varilla, después por 'Los Tiroriro' y acabó uniéndose al grupo de la Murga Merchán.
Mario, tras el permiso de una de sus supervisoras, acudía a los ensayos. En el círculo grande que conforma el grupo para cantar, colocaba su silla. Cuando tocaba realizar coreografías, se levantaba. Cuando se cansaba, volvía a tomar asiento hasta volver a retomar el aliento.
Miguel Ángel Merchán, director de su actual grupo, declara que desde el momento en el que se enteraron de la enfermedad de Mario, este les ha dado toda una lección de vida sin mostrar mínimo signo de debilidad. "Todos nos ofrecimos a hacernos las pruebas por si alguno por casualidad fuera compatibles. Antes de ingresar para su ingreso en diciembre le montamos una fiesta sorpresa y le cantamos un pasodoble donde le recordábamos la lección que nos había enseñado a todos", dice.
El grupo fue consciente de que algo ocurría cuando vieron que Mario perdía peso muy rápido. Su aspecto no era el de siempre. Le preguntaban si estaba haciendo dieta, pero como ni el propio Mario obtenía respuesta, no se imaginaban lo que estaba detrás de ello. "Me miraban raro, yo no era consciente. Lo único que sí recuerdo es que estaba muy cansado".
Mario se trasplantó escuchando a su murga en 'Esteoeste'. Pasó su estancia en el hospital escuchando el carnaval, estudiándose el repertorio y preparando unas oposiciones que cree que ha aprobado, lo que le hace tener aún más mérito. "Era una manera de despejarme de la realidad que tenía encima", reconoce.
Así, Merchán tuvo claro desde el principio que este año Mario cantaría con ellos pese a que el joven se autodescartara del grupo en febrero. "Ha sido una pasada verlo en el teatro. Pese a estar un mes fuera se ha aprendido las letras, ha estado a full. Nos ha empujado a poder estar a punto. Ahora le llaman el Toni Kross de los carnavales, con eso se resume todo", cuenta.
Ahora, trasplantado, ve la vida de otra forma. Ha aprendido a mirar solo por él, después de años pendiente a su entorno, y se ha dado cuenta de que los cambios no son tan malos. Por dar aquel paso de acudir a la entrevista de la empresa alemana, "retrocedió tres" y ha aprendido a vivir el día a día sin saber lo que pasará mañana.
En el caso del Carnaval de Málaga, para él el premio ya fue subirse a las tablas, pese a sudar y cansarse algo más de lo normal. Estar bien para disfrutarlo. Lo del segundo premio ya es un sueño. "Fue una noche emotiva y especial. Todos estuvieron pendientes de mí", zanja.