"A escasos minutos del entierro del boquerón, queremos anunciar que nuestro cuarteto cesa su actividad. No sabemos si volveremos en unos años o si tal vez no volvamos nunca más. Ha sido un placer crear nuestras tonterías y regalárselas a Málaga". Con estas palabras, el cuarteto de adultos de La Murguita, liderado por Alberto Salas, se despedía del Carnaval de Málaga por tiempo indefinido el pasado 19 de febrero. Decenas de mensajes se acumulan en la publicación lamentando la decisión, pero comprendiendo el cansancio que causa tantísimo esfuerzo en una modalidad tan denostada durante tantos años.
Con ánimo de conocer más sobre esta decisión y ahondar en las causas, EL ESPAÑOL de Málaga se cita con Alberto Salas y Santi Torres en una célebre cafetería de la barriada de la Paz, Hermanos Rodríguez. Ellos son dos de las mentes pensantes de un cuarteto que para muchos es el alma de la modalidad en Málaga, puesto que pese a determinados gestos que la organización ha tenido con ellos, estos han seguido al pie del cañón hasta el último carnaval, donde se han alzado con el primer premio gracias, especialmente, a parodiar sobre las tablas la hipotética muerte del alcalde de Málaga, D. Francisco de la Torre, encarnado por Torres, en la semifinal y en la final. En esta última fase también Salas interpretó a una divertidísima Teresa Porras y llegaron incluso a subir al escenario al mismísimo Dani Pérez. "Muchos pensaron que era un figurante disfrazado de él, pero al final se dieron cuenta y alucinaron porque fuera era real", dice Salas entre risas.
Junto a Alberto Berdugo y Fer Puertas, fueron la sensación de la última edición. "Nosotros estamos aún en una nube. No nos lo creemos. Nosotros participamos en el carnaval por pasárnoslo bien y disfrutar de la fiesta. No nos importan los premios. Sin embargo, lo que vivimos fue una locura, mejor que cualquier premio", apunta Torres, a quien se le eriza la piel recordando el lleno absoluto del teatro cuando encendieron las luces en un momento de su actuación de la final: "Los palcos y las plateas estaban a rebosar".
Los cuatro habían pactado cesar su actividad en el cuarteto hasta nuevo aviso, así que todos disfrutaron a rabiar las tres actuaciones como si fueran las últimas -hay que recordar que conformaron un total de una hora y media inéditas porque en la preliminar fueron Moisés, Sansón y Noé; en la semifinal, Hades, San Pedro y Paco de la Torre; y en la final, Zeus, Dios y Ra; pero también De la Torre, Pérez y Porras-. "Fue un follón y teníamos que ensayar muchísimo sin meter la interpretación, porque si no liábamos tantos personajes", cuenta Salas.
Las causas
Alberto Salas es técnico de auxiliar de enfermería -está opositando mientras espera llamadas para la bolsa- y Santi Torres compagina su trabajo como gerente de un restaurante de comida rápida en Torre del Mar con sus monólogos de humor. A sus profesiones hay que sumar el carnaval y la conciliación familiar. Santi, de hecho, está a punto de ser padre por cuarta vez. ¿Y qué es lo único que pueden permitirse eliminar de la ecuación? El carnaval.
Pero ojo, no todo el carnaval. Alberto Salas tiene claro que aunque el cuarteto adulto de momento no siga, sí lo hará la murga infantil y seguirá apoyando a las chicas del cuarteto juvenil. "De hecho, también está fraguándose un posible nuevo grupo juvenil. Ellos están empeñados en que sea una comparsa, porque son ellos muy comparsistas, pero honestamente creo que será una murga, al menos por el momento", dice. Esos chavales con alma comparsista son los niños que formaban la última fila de su murga infantil este año.
Por otro lado, reconoce que otro de los factores que influyen en la decisión es que el cuarteto es la modalidad más "maltratada" del concurso. "No es normal que se nos pida tanto para pasar a la final. No es justo. No sé qué quieren que haga en el cuarteto. Se le pide mucho más que a la murga o a la comparsa", reconoce Salas.
"Tienes que volcar el teatro para que te pasen de fase o te premien. Es algo que te quema muchísimo poco a poco", expresa su compañero Torres. "Nosotros hacemos lo que el Gago ha hecho este año en Cádiz y no pasamos a la final", prosigue Salas. De hecho, temen que con el crecimiento de grupos juveniles en la competición, sean estos los castigados junto a los cuartetos en las finales. "Pero se siguen manteniendo finales de cinco comparsas y cinco murgas porque nunca se vota a favor de ello para no tener menos posibilidades de rascar un premio", critica Salas.
Hay que tener en cuenta que en el caso de Alberto Salas, lleva más de veinte años sin parar en el COAC -antes fue murguista-. "Nosotros nos unimos en la modalidad de cuartetos porque Santi tenía ganas de sacar El cuarteto está al caer casi desde 2005. Nuestras mujeres nos decían que íbamos a hacer el ridículo, que se iban a divorciar... y así hemos ido tirando", bromea Alberto Salas.
Ambos son críticos y manifiestan que otra injusticia llega con Fitur, donde "siempre van los primeros premios de murgas y comparsas". "El cuarteto no. Si el primero de murgas no puede, va el segundo, pero a los cuartetos no los llaman", lamenta Torres. Por su parte, Salas apunta que tampoco van a la Gala del Mayor. "No pedimos otra cosa que igualdad con los cuartetos. Somos carnavaleros como el resto y siempre se nos ha castigado mucho", prosigue Alberto.
A los que dicen que no tienen competencia por la falta de grupos y les quitan mérito, ambos les invitan a preparar y sacar un cuarteto. "Sácalo, a ver si eres capaz, y luego hablamos. No tener competencia en tu modalidad es peor, es más complicado. Tú tienes que ver dónde poner tu exigencia", manifiesta Salas. Santi cree que si se compara el concurso con una carrera de natación, "es más sencillo nadar rápido cuando tienes al lado a una persona a punto de alcanzarte que cuando vas sobrado, te acomodas".
No se arrepienten de la decisión anunciada. "Yo prefiero perder un cuarteto y ganar a unos niños que están en edad de perderse", reconoce con rotundidad Alberto. El repertorio de la murga infantil es "ultrablanco" y no les motiva a los adolescentes, así que en la juvenil encontrarán su sitio. "Yo no puedo hacer tres repertorios y que los tres sean de calidad. La mejor forma es centrarme en ellos", prosigue.
Quien tampoco se irá de su lado será Crespi, a la que Santi califica como "nuestro mejor filtro". "Tiene un sexto sentido, es la que dice lo que debemos sacar o lo que no, tanto de los niños como de nosotros. Si no hubiese sido por ella, hubieseis visto a mi Paco de la Torre haciendo mímica, pero fue una idea que descartamos porque ella decía que nos quitaría puntos por no tener letra; es la que pone la cordura", confiesa Santi entre risas.
La rebelión del papelillo
Sobre la situación actual del Carnaval de Málaga, en el caso de la calle, creen que después de dos años "extraños" con la Covid, "iba a haber gente", fuera como fuese. Reconocen que el nuevo patronato ha hecho "muchísimas cosas bien", pero también algunas mal, especialmente durante el propio concurso.
Durante la actuación de su cuarteto en preliminares, al acabar, se pudo observar que el telón no bajaba, algo que generó confusión en el público y en ellos mismos. "No bajó porque el regidor no estaba a lo que tenía que estar", lamenta Torres. Su compañero añade además que hubo "varios problemas con las luces" tanto con la agrupación infantil como con ellos. "Se fueron solucionando, pero hay que estar a tope desde el principio. En semifinales, se abrió el telón y estábamos con luz rosa y en el caso de los niños, ellos salieron a oscuras, ideal para que los más pequeños se pusieran a llorar", cuentan ambos.
"Entendemos que quizá fuera su primer año, es comprensible que haya errores, pero carajo, nos ha tocado todo a nosotros. Quizá podría haberse dejado aconsejar. Lo que había antes no era todo mal, había cosas muy buenas", afirma Torres.
Al respecto de la actual Fundación, Alberto hace referencia al clásico 'ni Juan ni Juanillo'. "Por mí que se queden como están ahora mismo. Ni uno ni otro. A medias. Las mayorías absolutas no me gustan nada, ni nueva ni antigua. Así nos aseguramos que nadie haga y deshaga como le apetezca", dice con rotundidad.
"Está claro que la Fundación tal y como estaba no podía quedarse, pero como bien apunta Alberto, no podemos borrar ahora de un plumazo todo lo que se ha hecho durante los últimos años. Ha habido errores, pero también muchos aciertos y lo que no puede ser es que ahora se haya abierto el campo y estemos plantando cada uno lo suyo donde nos da la gana. Tiene que haber alguien que especifique de quién es cada terreno y dónde planta cada uno y cuáles son sus límites", opina Santi por su parte.
En cuanto a las elecciones prometidas tras el acuerdo entre las asociaciones de autores y carnavaleros malagueños y el anterior patronato, Alberto se pregunta sobre cómo se realizará la votación. "Ahora les toca un buen quebradero de cabeza. ¿Votamos los que estamos en activo? ¿Contamos con los inactivos? ¿Votan solo los de las asociaciones, que tampoco es real? No voy a dar yo con la fórmula, tienen que darla ellos... Empezando con que la actual Fundación no lo permite, en los estatutos creo que se indica que solo pueden votar los patronos y no alguien de fuera", sostiene Salas.
Alberto cree que el problema está en la fórmula organizativa: "Es cierto que para hacer elecciones no puede ser fundación, sino otra organización. Sin embargo, también quiero decir que si los antiguos patronatos hicieron la fundación, sería por algo. Aquí en España somos muy chovinistas y recuerdo que llevamos al Chiqui Chiqui a Eurovisión. ¿Quién sabe si al final llevamos a una persona al frente del Carnaval de Málaga por hacer la gracia?".
Infantiles
Pero insiste en que eso ahora es lo que menos le preocupa. Su mente no se quita de la cabeza a qué va a ocurrir con las agrupaciones infantiles. "Todos los que no pertenecen al concurso, quieren que participen y los que estamos dentro, decimos que no. Me da miedo que me los pongan a concursar. Un certamen de un día cuando tengamos masa de infantiles, lo veo bien, pero ya está", subraya Salas.
Cuando son cuestionados por su opinión al respecto de aquellos que dicen que las infantiles no deben estar en el Cervantes cada día, Santi expresa que ojalá les toque abrir a ellos una sesión. "Cuando se encuentren a la gente acomodándose aún mientras cantan y un teatro frío, echarán de menos a las infantiles", espeta, a la vez que entre risas reconoce que en la conversación está tan serio que se está replanteando escribir una comparsa.
Sobre esto, Santi abre otro melón: "¿Por qué Alberto tiene a cuarenta o cincuenta niños año tras año? ¿Por qué les da chuches y juguetes todos los días? No. Los tiene porque no saben a qué sitio ir. Grupos grandes como el de los Gallego, los de Zumaquero, los de Merchán, los de San Andrés -que están la mitad de los niños con él-... no tienen un grupo infantil y van todos para el suyo y a los poquitos que hay".
Alberto resalta que es difícil y acabas reventado, pero no imposible. "Si se quiere hacer, se hace. Es duro, pero no por los ensayos o el repertorio, sino a la hora de hacer carnaval. Nosotros a las once de la mañana estamos en la calle con los niños intercalando con el cuarteto y cuando llegan las diez de la noche nos vamos a casa, porque llevamos desde las once y no podemos con nuestro cuerpo y al día siguiente es igual", manifiesta.
"Yo quiero hacer el año que viene un proyecto que va a ser un documental donde se vea todo el trabajo que tiene montar una infantil como la de Alberto. Hacer que tantos niños suenen bien es muy complicado. Hace un trabajo muy grande, porque al final nosotros se los dejamos y luego vamos a por ellos. Ojalá se le empiece a valorar más", zanja Torres.
La situación con las infantiles les recuerda a lo mismo que ocurre con los grupos nuevos y los clásicos. "Están los grupos clásicos y grandes y los grupos muelles, como yo les llamo. Los muelles hacemos a los grupos grandes más grandes. Es imposible profesionalizarnos si en cuanto un grupo nuevo tiene a alguien que destaque empieza el mercado de fichajes. De esa forma siempre es lo mismo. Nosotros nos lo pasamos bien y agradecidos, pero así es imposible que todos los grupos crezcan, es una pena. Uno de los Maomas, Salva, ¡empezó de caja con nosotros!", confiesa Alberto.
¿Qué echáis en falta en el Carnaval de Málaga?
Alberto: Los coros, los coros (ríe) Es broma. Que el público sea carnavalero en el teatro y en las calles. Aquí hay afición, pero no la suficiente. En la calle le cantas a gente de Despeñaperros para arriba y a extranjeros. Este año sí que es cierto que el teatro es la excepción y creo que jamás lo he visto así en los últimos años. La gente tenía muchas ganas de carnaval, esperemos que siga igual el año que viene.
Santi: No, no van a tener tantas ganas porque no salimos nosotros y van a decir eso de "ir pa' ná es tontería" (ríe).