Javier González de Lara ha sido el pregonero de "la próxima Semana Santa" que más ha durado en el tiempo. Una vez más, el refranero español ha vuelto a poner de manifiesto su precisión; a la tercera, irá la vencida. Un proceso que arrancó en 2019 con su nombramiento y que se ha dio extendiendo con el paso de los meses. Hasta el próximo 2 de abril. Durante estos años, González de Lara ha tenido que experimentar un carrusel de emociones en los que la ilusión se adentró en las profundidades de la angustia: "El estado de alarma nos pilló con el texto en imprenta".
Pese a todas las vicisitudes, reconoce que ha podido extender la encomienda y el honor de ser pregonero: "Tengo una máxima en vida: detrás de los problemas, siempre hay oportunidades, y esto me ha ayudado a superarlo. Mejor que me haya ocurrido a mí que a otra persona, que quizá no haya podido afrontarlo con este optimismo". Con el escrito "todavía vivo", la fecha señalada se acerca. Es el momento de disfrutar de las vísperas.
El año pasado dijo que no había cambiado nada del pregón, pero ha transcurrido un año más desde entonces. ¿Ha modificado el contenido de su texto?
Esa es la pregunta del millón (bromea). El pregón es diferente. El año pasado teníamos la duda de si iba a poder celebrarse el acto o no. Para aquella ocasión hice unos cambios y retoques importantes, pero mantuve la misma estructura. Con todo lo que ha sucedido en estos dos años, en los que la vida se paró en seco y los días se llenaron de incertidumbre, la situación es distinta. El pregonero ha vivido en primera persona un letargo desconocido, incluso angustioso. No somos los mismos. Entre un pregón realizado en la normalidad de cualquier Semana Santa y el que, si Dios quiere, se pueda recitar el dos de abril de 2022, hay un cambio enorme, tanto en el escrito como en mí.
¿Cómo espera que sea la respuesta del público al pregón de la vuelta a la normalidad?
Me gustaría que fuera el pregón del reencuentro, de volver a vernos, de disfrutar de la primavera malagueña... Convertirme en lo que pretendo ser, heraldo de lo que viene, que es lo importante. El pregón no es más que un anuncio que se hace con el mayor cariño posible, pero lo que se avecina es lo que hay destacar. La Semana Santa viene con mucha fuerza después de dos años de silencio, tinieblas, sombras y sufrimiento. Ojalá el tiempo lo respete porque creo que hay muchísima ilusión.
Todos llevamos esperando sus palabras desde el año 2020 ¿Cómo han sido estos dos años de silencio?
El 14 de marzo de 2020 se declara el estado de alarma nacional. A partir de ahí nos frenan en seco. Todos nos quedamos atónitos al ver una situación insólita, con una pandemia sin manual de instrucciones y confinados en nuestras casas; desde entonces, han ocurrido muchísimas cosas. El pregonero ha ido escribiendo un gran número de páginas que se han ido autodestruyendo por el peso de la propia realidad, dando lugar a nuevas sensaciones y emociones. Algunas de ellas duras, porque tienes que convivir con una Semana Santa universal y al mismo tiempo con un contexto humano muy difícil. Todos hemos cambiado. La realidad es que la sociedad es distinta; también para mejor. Las hermandades han demostrado un rol muy comprometido. Desde el primer día ha habido una actitud de solvencia, de apoyo, de ayuda a los más necesitados: las colas de los comedores, los equipos de protección que se donaron, los alimentos... Todos hemos madurado y crecido, también en nuestra fe, debido al dolor y al sufrimiento.
¿Su visión de la Semana Santa sigue siendo la misma antes de la pandemia?
Para mí sigue siendo absolutamente la misma. Yo tengo una visión de la Semana Santa que responde a una manifestación religiosa, con un componente estético y artístico extraordinario y un fenómeno social irrepetible. Una mezcla de sensaciones, pero sobre todo de devoción y fe. Y eso no ha cambiado. Cuando tienes esos conceptos tan arraigados, lo que intentas es que no se pierdan.
En los tiempos de dificultad es cuando más nos aferramos a los recuerdos de nuestros familiares, a nuestra propia devoción, a la estampa que llevas de tu Cristo y de tu Virgen en el bolsillo y que aprietas sin que nadie lo vea para pedir que proteja a los tuyos. Aquel que tiene fe ha podido profundizar en ella, y el que no, ha podido ayudar desde un punto de vista social.
Hay un Javier González de Lara artista, cofrade, cristiano, empresario... ¿Con qué cuál de sus facetas nos vamos a encontrar?
Te voy a ser sincero: con el Javier González de Lara persona, pero sobre todo hombre de fe. Yo quiero dar testimonio de fe y a partir de ahí quiero que se vean reflejadas todas las facetas que has mencionado: el amor a la belleza, a la gran empresa que es la Semana Santa... También busco poner en valor el esfuerzo de todos los cofrades dentro de una sociedad que ha sufrido unos tiempos muy duros, teniendo en todo momento presente la fe. Si no fuera así, no me sentiría preparado para dar el pregón; no sabría qué contar. Creo que todos los que me han antecedido han tenido que hacer el mismo ejercicio: ponerse delante de un espejo y preguntarse ¿me siento capaz de pregonar algo que sea coherente conmigo mismo? En los tiempos que corren, no es tarea sencilla.
Ha sido el pregonero de "la próxima Semana Santa" que más ha durado en el tiempo. Antes comentaba que ha habido momentos de reescribir, de dejarlo como estaba, de cambiar cosas... ¿Cómo lo ha vivido?
El primer año fue el de la ilusión. El tiempo se me echaba encima... ¡Estábamos casi en imprenta! Pero hubo que parar las máquinas. Nos encontrábamos a las vísperas del pregón, a dos semanas de su celebración. Ese parón en seco llegó de la mano de una pandemia mundial y mortal, así que el pregón tuvo que pasar a un segundo plano, asumiendo que se adentraba en un letargo desconocido. La gestión de esa incertidumbre ha sido compleja, con momentos de desánimo y de tristeza. Existía una incógnita que iba mucho más allá del acto, centrándose en la brillantez de nuestra Semana Santa: me preguntaba que cuánto tardaríamos en ver de nuevo a las cofradías en la calle.
Mi gran lucha ha sido no caer nunca en el desánimo y estar preparado para 2021, sabiendo que no iba a haber Semana Santa por si la Agrupación me decía que tenía que pregonar. Si hubiera tenido que hacerlo desde una cabina o desde la radio, lo hubiera hecho, pero afortunadamente esperaron a este 2022 en el que todo va a ser bastante más normal. Han sido tres pregones escritos para tres momentos diferentes. He tenido que hacer un trabajo emocional para recuperarme, mentalizado para estar preparado ante lo que pudiera venir.
Los cofrades nos fijamos también en el aspecto estético del pregón. ¿Qué nos puede contar sobre lo que no puede faltar a su lado en el Cervantes?
Igual puedo sorprender. No lo sé... Cada uno tiene una manera de interpretar su propia fe. Creo que no debe faltar la sencillez y la humildad del planteamiento. Todo tiene que ser acorde con el momento, que en este caso es austeridad y sentido común. Ya lo veréis cuando surja, pero va a ser coherente con el relato. Intento comprender, y lo digo con la máxima modestia, que el pregón tiene que ir acorde con el texto. Sería muy difícil defender una escenografía distinta a lo que se está comunicando. Va a ser un recorrido en el que todos se van a poder sentir cómodos.
¿Quién ha escuchado ya el pregón de este 2022?
Muy poca gente. De hecho, el pregón todavía está vivo y faltan por ajustar algunos detalles. Es como una criatura, que no para de crecer. Están sucediendo tantas cosas que te entran dudas sobre qué incorporar. Es una especie de ser que te habla, te dice cosas y te reivindica ciertas ideas, susurrándote al oído algunas cosas. El texto está terminado, obviamente, pero abierto a matices de última hora.
Solo lo ha escuchado un número muy pequeño de personas, la mayoría del ámbito familiar o algunos que me han aconsejado... Mi mujer sí ha tenido que soportarme, lógicamente, por la complicidad que tengo con ella, que es cofrade. He tenido el lujo de vivir con su atenta disposición. Y también una crítica sincera y cariñosa.
¿Cuánto tiempo de duración tiene el pregón?
Teniendo en cuenta que han sido tres años, a una hora por año... (Ríe). No, es broma. Te soy sincero, todavía no lo sé. Estoy todavía ajustando tiempos. De hecho, te devuelvo la pregunta. ¿Cuánto crees que debe durar?
Entiendo que debe estar entre los 45 minutos y la hora y cuarto.
Nos movemos entonces en los mismos parámetros. Si con todo lo que ha ocurrido nos quedamos en la hora, hora y algo, está bien. También te digo, no será un pregón de dos horas o dos horas y media porque respeto mucho el tiempo de los demás. Espero que se me pueda perdonar si me excedo un poco, porque han ocurrido muchas cosas en estos dos años.
¿Vamos a encontrarnos con prosa o también con poesía? ¿Cuál va a ser la estructura?
Va a haber un poco de todo, pero yo no soy un hombre de grandes florituras. No soy un pregonero barroco. Intentaremos hacer una prosa con calidad literaria para que se pueda disfrutar. Lo importante es construir un discurso con mensaje, bien elaborado y que sea capaz de comunicar. La importancia está en el contenido, y no tanto en las formas. Comprendo que haya personas a las que se le da el pregón como algo muy recitado, pero para eso hay que tener ciertas cualidades. Yo quizá tengo otro perfil y por eso pido siempre la complacencia del auditorio porque mi pregón va a ser más de fondo que de forma.
Este tránsito ha sido más largo de lo habitual y me ha permitido integrarme aun más en muchas emociones de las 41 cofradías. Dentro de las dificultades, he podido extender la encomienda y el honor de ser pregonero. Tengo una máxima en vida: detrás de los problemas, siempre hay oportunidades, y esto me ha ayudado a superarlo. Mejor que me haya ocurrido a mí que a otra persona, que quizá no haya podido afrontarlo con este optimismo. Esto es como lo de los misioneros, que les mandan a un lugar y van con alegría a ese destino.