Jalonan el resto del año y se intensifican en Cuaresma, los cultos se suceden en el calendario. Triduos, quinarios y septenarios que suelen concluir con la función principal de instituto. Es, ni más ni menos, la preparación que la hermandad hace con y para sus hermanos para el culto externo, es decir, la procesión. Es tan importante que no debiera entenderse participar en la procesión sin participar en los cultos de tu cofradía. Al igual que se preparan los tronos y enseres para la Semana Santa, debemos prepararnos personalmente.

Las hermandades deben fomentar la participación en los cultos y deben intentar que sean lo más solemnes posibles. Para lo primero quizás sea necesario en estos tiempos retransmitir vía internet los cultos para aquellos hermanos que no puedan asistir o desplazarse a tiempo. Para lo segundo deben trabajar en varías vías, el montaje y la celebración.

El montaje. Debe planificarse con tiempo, debe consensuarse con el párroco, ojalá todos se pudieran celebrar en el altar mayor o un espacio suficiente que disponga el templo, incluso trasladarse a la parroquia si fuera necesario. La hermandad debe invertir en el aparato de cultos, hay que tener una idea sobre la que trabajar e ir mejorando año a año, es decir, dosel, escalinatas, candelería, telas. Desde la corporación nazarena debe tenerse claro que esto es una prioridad, que no debemos conformarnos con un apaño de montaje y una misa para cubrir el expediente. Hagamos que los hermanos se sientan orgullosos de su hermandad.

La celebración. Según los días de culto es muy importante buscar uno o varios oradores sagrados, también es muy necesario que las hermandades hagan uso de la riqueza de nuestra liturgia y no únicamente sea una misa lo que se haga cada día de los cultos, celebración de la Palabra, exposición del Santísimo, rezo del Vía Crucis, son algunos ejemplos. Muy importante es traer también a los mejores predicadores, sea quien fuera quien presida los cultos debe prepararlos adecuadamente. También sería necesaria la participación de un cuerpo de acólitos de la hermandad, algo que suena a extranjero en algunas hermandades.

Cuidar también la música y las flores, siempre acorde al tiempo litúrgico, les recuerdo que en Cuaresma solo se permiten ciertas licencias el IV domingo, el domingo Laetare. Traer a los mejores, encargar obras que ayuden a hacer más solemnes aún nuestros cultos.

Cuando vemos fotos antiguas de cultos que nos apasionan y pensamos por qué no se hacen ahora, quizás es que no vemos a algunas hermandades que los siguen haciendo o quizás estamos en cofradías en las que no invierten el tiempo y los medios necesarios. Hay que ser conscientes de que cada vez que hacemos algo podemos hacer que sea histórico. Siempre hay que pensar a lo grande y hay que tener ganas de trabajar.

Quedan pendientes por solucionar, aquellas hermandades que celebran un día del triduo junto con la función principal, cuando ésta es el culmen de los cultos e implica necesariamente otro día más. Junto a ello, aún quedan hermandades que reducen sus cultos a la mínima expresión, una misa, y es algo que ni entiendo ni comparto y menos cuando históricamente se han celebrado solemnes cultos. Es una asignatura fundamental y pendiente en la que no cabe excusa alguna.

La función principal debe ser la celebración más grande de la hermandad, allí se toma consciencia de que participamos de la eucaristía como desde años o siglos atrás, los que nos precedieron hacían en la devoción a esa advocación, con independencia de si fuera a la actual imagen u otra, nos une ese momento de la Pasión.

Participemos en los cultos en la medida de nuestras posibilidades, recordemos que sin procesiones podemos subsistir, pero no sin cultos. Hagamos hermandad para ser cofradía.