Durante los encuentros cofrades de EL ESPAÑOL de Málaga en Taró Restaurante, tres personas relacionadas con el mundo del varal debatieron largo y tendido sobre la situación que esta Cuaresma se encuentran atravesando algunas cofradías de la ciudad: problemas para repartir todas las túnicas, posibles soluciones al vacío, un cambio en las propias estructuras o de qué manera afecta el nuevo recorrido oficial a los cortejos. En esta segunda entrega, José Antonio Luque, José Carlos Rojas y José María Hinojosa plantean distintas respuestas a una problemática extendida entre las hermandades de la capital: la falta de participantes.
José María Hinojosa, autor de la tesis doctoral sobre el entrenamiento de los hombres de trono y profesor en el colegio de la Goleta, propone que las cofradías repitan experiencias beneficiosas del pasado, como volver a las escuelas: "La Piedad es un ejemplo claro; se han vinculado mucho con mi colegio y creo que un 80% de los participantes proceden de él". Considera que se trata de una buena manera de acercarse a un público potencial que está en edad y disposición para incorporarse a los tronos y a las filas de nazarenos.
José Antonio Luque, teniente hermano mayor del Rocío y capataz del Nazareno de los Pasos en el Monte Calvario, entre otros, hace alusión a esos vínculos históricos que en su momento sentaron las bases del presente: "Ya pasó con los Olivos y los Maristas en los casos del Amor y la Caridad. Les ofrecieron salir sin ningún condicionante. Hoy en día te piden dinero porque hay que pagar la túnica, la tintorería, el cirio... La cofradía también tiene que hacer un sacrificio si quiere llenar todos los puestos. Los que somos jóvenes pensamos que esto es una inversión, pero las generaciones anteriores piensan demasiado en la caja", subraya.
José Carlos Rojas, teniente hermano mayor de la Cena y capataz del trono del Cristo, explica el proyecto presentado en el seno de su hermandad. Durante la procesión del Jueves Santo estrenarán los nuevos equipos de nazarenos, existiendo la posibilidad de que los integrantes los compren en propiedad. Además, incide en que todo el que quiera participar con un cirio, si se hace hermano no paga la papeleta: "Los cargos o algunas insignias, sí", determina.
Sobre las ideas que están poniendo en funcionamiento para no sufrir los daños colaterales de la falta de participantes, asegura que llevan tiempo ideando incentivos o ventajas fiscales: "Hemos hecho una cuota familiar: en función del número de miembros, tienes una rebaja a la hora de pagar. El objetivo es que se vaya sumando más gente", desarrolla.
Rojas destaca que, mayoritariamente, los nazarenos que participan en la procesión son personas a las que "les gusta mucho", niños que todavía no tienen la edad para entrar en los varales, o mujeres: "El hombre de trono que se retira no vuelve a ser penitente. Tenemos que pensar cómo hacerlo", reflexiona. Esas propuestas basadas en la búsqueda de incentivos fiscales se manifiestan de distinta manera en otras corporaciones que tienen una cuota anual algo más alta que el resto, pero que ya incluyen la salida procesional. Eso sí, con la posibilidad de realidad un donativo para cubrir gastos.
Más allá del dinero
A colación de la cuestión económica, Luque expone que el debate no tiene que centrarse únicamente el dinero, sino que también se debe analizar el factor humano de las hermandades: "Ha habido miedo durante mucho tiempo a hacer reuniones porque los tronos son grupos grandes de personas que si se unen pueden decidir el devenir de una cofradía. Los mayores no querían trabajar por sus hermanos porque no les interesaba, pero la gallina de los huevos de oro ha dejado de poner tantos huevos. Con la incorporación de la mujer a los varales se intentó apagar un fuego, pero a día de hoy salen mujeres y también faltan portadores", asegura.
Los participantes de la mesa aseguran que "la mujer ya está asumida de forma natural en los varales". ¿Qué ocurre entonces con las tallas mínimas que piden en algunos tronos y que pueden condicionar su incorporación? José Carlos Rojas explica que las nuevas generaciones son muy altas, por lo que es necesario partir de una base a la hora de ubicar a los participantes en las andas: "No puedes echar a alguien que lleva muchos años sacando el Cristo o la Virgen; esa generación cada vez es menor y hay que esperar a que se retiren cuando llegue el límite de edad".