Del aguardiente al 'Aquarius'; la evolución de los tronos de Málaga en las últimas décadas
La incorporación de los ensayos y la "profesionalización del hombre de trono" ha permitido perfeccionar el discurrir de las andas procesionales.
20 marzo, 2022 05:00Noticias relacionadas
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La musicalidad de la calle en Semana Santa convierte a la ciudad en una orquesta sinfónica pop. Una obra sin notas que se nutre de las voces que recorren cada una de las secciones de la procesión. "¡Al rico Coqui!", "¡estampitas del Cautivo!", "nazareno, ¿me echas cera?". Pero cuando el trono se para, entre los varales resurge el grito del aguaor que, cansado del trabajo, va vociferando "¡Agua, agua! ¡¿Quién quiere agua?!". Entonces, los hombres de trono se alinean, dejan paso al botijo hasta que llega al novato de turno que, soñando con hidratarse, bebe a morro sin dudarlo. Que hoy haya realmente agua es una predicción sin muchos riesgos de fallo. Hace varias décadas, en el mejor de los casos se encontraba con anís, aguardiente o cualquier bebida espirituosa del estilo.
Esas escenas formaban parte de una Semana Santa que ya no existe. Costumbres que poco a poco se han ido olvidando en el pasado y que han dejado hueco a otras maneras de actuar y de pensar más modernas. Las bebidas isotónicas, geles energéticos, ensayos durante gran parte del año y preparación física para hacer frente al reto son algunas de las transformaciones que en los últimos años ha vivido el mundo del varal.
Pese a la idea que sobrevuela en el imaginario colectivo, los ensayos de Málaga tienen su precedente en la segunda mitad del siglo pasado, con los niños de la Escuela Franco con el Prendimiento y los hombres de trono del Mutilado. Durante los 90 volvió a haber intentos de instaurarse en algunas corporaciones, como las Penas, pero su asentamiento definitivo, y posterior implantación en la mitad de las hermandades, llegaría a principios de siglo. Desde entonces, la mejora ha sido constante. En todos los sentidos; incluido, como no, las relaciones entre los participantes.
Es uno de los argumentos con los que José Carlos Rojas, teniente hermano mayor de la Cena, defiende la implementación de los ensayos en el seno de las cofradías. Durante los encuentros de EL ESPAÑOL de Málaga en Taró Restaurante apunta a que este tipo de prácticas lleva implícito el encuentro con más personas: "Te permite conocer a la gente, a los equipos de capataces... Aunque eso sí, para ser hombre de trono no puedes estar 364 días sin hacer nada y de pronto echarte 20 kilos al hombro durante nueve horas", afirma en referencia a la preparación física.
Desde su experiencia relata que esas quedadas ofrecen oportunidades impensables en otras circunstancias. En las últimas semanas, en la Cena, han estado ensayando en la plaza de Santo Domingo, junto a su nueva sede: "El último día, tras acabar, les di una charla y les invité a rezar delante de la capilla. Fue una oportunidad para que la gente se encontrara con sus titulares", subraya.
José María Hinojosa, autor de la tesis doctoral sobre la preparación física del hombre de trono, se posiciona contrario a la celebración de los ensayos, aunque afirma que le "parece perfecto" que se siga trabajando para mejorar: "Me choca ver a quince personas con unas andas de traslado. Me he llevado muchas veces sacos con peso para hablar de la postura y la posición, pero eso de que tengamos que hacerlo con un trono a tamaño reducido...".
Aprecia que las cofradías "están yendo a más" a la hora de reunir participantes, pero cree que "es complicado": "A lo mejor la gente no viene a un arroz, pero sí a mover los tronos cuando ha habido que despejar el salón de la casa hermandad. Respeto igual al que lo vive de forma activa que al hermano de culto y procesión".
José Antonio Luque, teniente hermano mayor del Rocío y capataz del trono del Señor, entre otros, recuerda el cambio que en los últimos años se ha vivido en los varales: "Antes, tras acabar la procesión, el comentario siempre era el mismo: Hasta el año que viene. Ahora no, estamos hablando durante todo el año y la gente se puede acercar a la cofradía más fácilmente. Porque a mí me encanta que vengan a los cultos del Señor, y creo que las iglesias deberían estar llenas siempre, pero lo que busco es la excelencia en la calle", incide.
Sobre el nivel de asistencia a las pruebas, añade que va en aumento: "En el Mutilado hemos sacado las andas reales". Destaca que en estos 15 años en los que los ensayos se llevan realizando de manera consecutiva en la ciudad, "la mejora ha sido notoria": "Antes solo veías a tu compañero dos horas antes de la salida para tomarte el pelotazo, aunque hoy por hoy sigue pasando". Describe una situación común en los alrededores de una casa hermandad el día de la procesión; Luque habla de esos portadores que en una mano tienen la bolsa con la túnica y en la otra la copa: "Sin embargo, junto a ellos ahora hay un grupo que se faja y se mentaliza. Y te aseguro que esas personas trabajan seis veces más que el que está bebiendo".
Otro de los momentos con los que se encuentra cada año es con "la persona que sí o sí tiene que ir a comer": "Vamos a ver, si se sube el Tourmalet con barritas energéticas, ¿cómo es que hay gente que dice que necesita el bocata de chorizo porque si no no llega?". En este sentido, José Maria Hinojosa relata que él fue de los primeros en llevarse un isostar a un trono: "El comentario que más escuchaba era el de que nos íbamos a cargar los tronos. Pero es algo que va a menos porque se ha extendido otra cultura; la de ir al fisioterapeuta, llevar geles...".
José Antonio Luque expone que la formación ha sido determinante para poder implantar nuevas costumbres en los varales: "Se ha profesionalizado, la gente va mucho más centrada, mentalizada, bien fajada... Es cierto que sigue habiendo personas que sacan un trono con los zapatos de su boda, con suela de cuero, y que afirman con orgullo que son los zapatos de la procesión. Pero detrás de él hay un tipo comprometido, que va sudando y dándolo todo".