Ni pequeños ni mayores van a poder olvidar una jornada para el recuerdo en la Archicofradía de la Esperanza de Málaga. Como viene siendo tradicional, la hermandad del Jueves Santo ha celebrado este sábado la convivencia infantil para enseñar a los menores el funcionamiento de las diferentes áreas en las que, día a día, trabajan los hermanos: albacería, taller de banda, túnicas... Pero este año, la iniciativa ha tenido un componente especial y novedoso.
Y es que los niños de esta cofradía han podido participar en una miniprocesión con una réplica a escala de las andas de la Virgen (de dos metros de altura). Más de 130 hermanos (entre dos y 12 años) han formado parte de un cortejo en el que no han faltado acólitos del romero, cruz de guía, cirios, turiferarios... y hombres y mujeres de trono. O en este caso, de tronito. Hasta el mayordomo, un joven albacea, formaba parte de ese séquito de futuros archicofrades.
Esto ha sido posible gracias a la donación que hizo en su momento Francisco Muñoz Estrella, "gran esperancista y benefactor de la corporación", según cuenta el cofrade Carlos Ismael Álvarez. El conjunto, repleto de detalles, incluía palio, candelería, un par de marías con cera rizada armonizando la obra, arbotantes y, como no, una talla de la Virgen que ha sido restaurada por el imaginero Israel Cornejo.
A las 12:30 de la mañana, acompañados por miembros de la banda de música de la Esperanza, la procesión ha partido hasta la parroquia de Santo Domingo, sede canónica de la Hermandad, donde el director espiritual, Antonio Collado, les ha dado la bendición y la enhorabuena por el trabajo realizado.
"Esto es para que las tradiciones no se pierdan en el tiempo", decía en voz alta uno de los monitores, casi más ilusionado que los propios niños. Una emoción que también compartían un grupo de albaceas, que al ver la intensidad que estaba cogiendo la procesión, han improvisado una petada a las puertas de la Basílica.
Entre campanillas y el Himno de Coronación, los cofrades de la Esperanza han puesto el broche de oro a una jornada que mantiene todavía la alegría de los participantes. ¿Quién dijo que no hay futuro?