Ya está todo dispuesto para que sea Semana Santa. La Cuaresma malagueña acaba de cumplir en uno de los ritos más antiguos que se conmemoran en su historia reciente: el pregón oficial, que este año ha sido pronunciado por Augusto Pansard Anaya.
El texto de Pansard fue, ante todo, una defensa del sentimiento cofrade. Una forma de ser que requiere “unirnos” para curar “tantas heridas que a veces nos hacemos desde dentro”, en ocasiones con “artificios o escaso fundamento”.
Pero además de las fracturas internas, también apuntó a los ataques externos que se reciben: “Debemos unirnos frente a esos dueños de una libertad de expresión que a nosotros se nos niega, frente a predicadores vacuos, frente a los que con la etiqueta de lo laico nos excluyen sin miramiento y esconden, en verdad, un argumento arcaico para ensalzar su moral de saldo en cualquier foro o tribuna”, subrayó.
En esta descripción de los problemas a los que se enfrenta la Semana Santa, también tuvo palabras para aquellos que “nos dan patadas en los tobillos” y al mismo tiempo acuden “prestos” a buscar “el martillo” de los tronos (afirmación que fue acompañada por la ovación de los políticos presentes): “Tenemos que unirnos frente a quienes, sin conocernos, nos acusan de ostentosos, de soberbios o manirrotos, se confiesan no creyentes, pero no pierden la ocasión de salir en cualquier foto si con ello, si con ello gana unos cuantos votos, aunque sea para su comunidad de vecinos”, finalizó.
En este espacio reivindicativo, el pregonero no se olvidó de hablar de una hostelería minoritaria que “no acaba de entender” (pidiéndoles que recapaciten para hacer gala de “un poquito de empatía”), de la necesidad de que las sillas estén llenas al paso de las cofradías e incluso de la posibilidad de que haya procesiones el Sábado Santo: “Soñemos que el obispo se lo replantea”, afirmó. El público rompió a aplaudir (incluyéndose también el obispo en la ovación).
Es de bien nacido
Tras el correspondiente saludo protocolario a las autoridades presentes, el pregonero agradeció a aquellas personas que le habían acompañado durante el camino que une el momento del nombramiento hasta el día en el que le ha tocado subir al atril. Un respaldo en el que también incluyó a familiares, como sus padres, que ya no están aquí: "A ellos rindo el mejor de los homenajes".
Es por ello por lo que una parte del inicio estuvo dedicada a las generaciones anteriores que habían mantenido con vida la Semana Santa en el pasado. Todo ello en un escenario rompedor presidido por un gran pictograma o alegoría en la que se representan las tres corporaciones.
Así, la gran cruz dibujada fue cambiando de color, incluyendo sombras, cambios de luz e incluso sonidos, como las bandas sonoras de las películas de Forrest Gump, La lista de Schindler y Gladiator.
“No es extraño asistir a debates en el que insignes, muy insignes principiantes, reniegan de todo lo que ellos denominan 'lo de antes’ y se cuestionan cómo es posible que alguna vez pareciera todo tan distinto a lo que ahora vivimos, que es como siempre tenía que haber sido. Ahora rendimos culto a una cultura de lo inmediato y novedoso. Enseguida se da de lado a lo que se tacha de obsoleto, de material caducado”, exclamó.
En estos párrafos, también tuvo palabras para la mujer y su "justa reivindicación" por tener derecho a creer y ser de la misma manera. Paloma Sánchez, Lola Carrera... Cofrades que levantaron la bandera de una “hornada de guerrilleras” que fueron abriendo una senda sin más protagonismo que algo tan simple como es ser lo mismo en la dignidad cofrade: “Que, si hoy hay ya mucho hecho, es porque primero estuvieron ellas".
Sus tres cofradías
En distintos puntos de su disertación, Pansard se detuvo para hablar de las hermandades a las que pertenece: Pollinica, Sentencia y la Piedad, corporación esta última en la que actualmente ocupa el cargo de teniente hermano mayor. Así, echó la vista atrás para retraerse a sus orígenes cofrades, imbricados en El pescador de hombres.
“Me sigues, Pescador, porque me quieres al ladito tuyo, y aunque a ti te parezca que huyo, tú, tú no me hagas caso, que sin ti no soy nada. Me sigues en mi barca o en una estampita debajo de una almohada, a los pies de una cama de hospital o guiando las manos de una cirujana”, dijo sobre el Señor en su entrada en Jerusalén.
Pero también lo hizo con la Sentencia, declarando a viva voz que su corazón "es mariano" y nazareno: “Y es que un día el cielo tiñó la sangre de este pregonero, y un perpetuo calambre me convirtió en heredero del color de aquel cielo primero que ya formó parte de mí y se quedó conmigo para siempre. Y no es que no contemple que la vida se pinte con otros mil colores, es que en mis interiores, no hay nada que no conteste que mi existencia solo se comprende desde el celeste. Ese color que trasciende al mero matiz para ser en mí un camino, una forma de vivir, un itinerario amoroso que me lleva siempre a ti, María Santísima del Rosario, del Rosario en sus Misterios Dolorosos”.
Por último, en la recta final del pregón, se vivió uno de los momentos más emotivos cuando proclamó su amor por la Virgen de la Piedad, representada a través de una silueta tras el telón: “Dios quiso dormir junto a su Madre donde el cielo se abre a sus gentes, habitantes que les quieren como no se puede querer a nadie. El Molinillo. Allí, donde día a día, agarraditos a tu reja, te recitan esa letanía de quejas, para que les protejas de la pobreza, del paro, de la enfermedad, implorando esa Piedad, que regalas a quien a ti se acerca”.
De esta forma, mediante el recurso de la anáfora, Pansard proclamó: “Dónde están, dónde. Dónde están Señora, las velas de tus candelerías, dónde las campanitas que tiemblan de alegría en las bambalinas, dónde tus flores de cera, dónde aquellas morilleras que esconden tu carita de pena aunque de pena te murieras. Dónde están las barguillas, las hojillas, dónde los cordones y entorchados para esos bordados que estos días lucías, dónde los canutillos, dónde el encaje y el tul de tu rostrillo”.
“Señora, dime que en la eternidad hay una capilla y una reja, pues tengo tu mirada entre ceja y ceja y pienso no sabría vivir sin ella, por más que fuera en la vida eterna. Dime que en la gloria también cuento con tu ayuda materna y que por caminos angostos entre nubes, también veré tu rostro”, finalizó.
Su marianismo estuvo presente al mencionar a las distintas advocaciones que llevan las Vírgenes de Málaga: “Santa Cruz, Gran Perdón, Novia de Málaga (...) que en, Málaga, en tierra de María Santísima, todos somos sus hijos y sus hijas y Ella, Mediadora, Patrocinio, Mayor Dolor, Merced, Dulce Nombre, Amor y Esperanza, Ella, Amparo y Misericordia, Soledad Traspasada, Ella es nuestra segura apuesta por eso, por eso, hermanos gritemos bien alto…que María, que María es nuestra fiesta”, exclamó entre aplausos.
Ser nazareno
Igual que había expuesto anteriormente, el pregonero se detuvo largo rato para hablar de la túnica nazarena, un hábito que se convierte en su “confidente”, guardiana de sus “éxitos y derrotas”.
“Es mi libretita de notas de todo un año, que se graban quedando impresas en el paño, y se revelan por el calor que brota de la piel con destino hacia su tela. Mi túnica es ligera como ligero es mi cansancio. Nada me pesa. Es tan grande la recompensa, que le tengo prometido amor eterno”.
Los sonidos y la idiosincrasia
Pese a la algarabía en torno a la que se vertebra la Semana Santa de la ciudad, Pansard quiso defender el silencio que en ocasiones también deambula por las calles. Una ausencia de ruidos que nos hace "sentir el cosquilleo de los susurros" y que nos permite hablar con un "siseo dormitando las palabras". Ese es el "sonido de la emoción”, aseguró.
Una experiencia sonora repleta de elementos que conforman la idiosincrasia de esta celebración: el niño en la sillita, el carrito de las chuches, un "delirio de mecida" delicada como un lirio en su misión ya cumplida... "Esto es Málaga y sus gentes. Que nadie lo dude, somos gentes de categoría".
En esas reflexiones también hubo espacio para la crítica, especialmente para todos aquellos “expertos que parecen disfrutar discutiéndolo todo”, como si no hubiese ningún modo de entender una Hermandad sino “como ellos la entienden, sentando su razón como la única verdad”.
“Que cada uno haga lo que quiera, por Dios, porque, eso sí, sin traicionar lo que nos define, todo es opinable. Y si es opinión, pues adelante. Y si es debate fraternal, desde el respeto y metiendo hombro, también os lo compro. Pero ese mismo debate, si es para dividir, eso ya es un disparate que no podemos consentir”, concluyó.
Salid a la calle
El colofón final llegó con la petición que Augusto Pansard hizo a todos los presentes, pidiéndoles que “salieran a la calle” con la alegría para cumplir con el sentimiento de ser cofrade.
“Gritadlo a los cuatro vientos, que aquí no cabe el silencio ni la desgana y tanto dentro como fuera del templo, seamos ejemplo de su palabra. Y que sea por eso, solo por eso que nos señalen, sí que nos señalen y digan mira, mira por ahí va un cofrade (...). Volved a llamar a Cristo dentro y llamad a vuestros alumnos como un día con nosotros hicieron (...). Debemos sentirnos orgullosos y gritar bien fuerte que estamos de suerte, que Cristo vive”.
Noticias relacionadas
- Planes para el fin de semana en Málaga: rutas gastronómicas, senderismo y actividades culturales
- Ya está todo preparado: Málaga arranca la cuenta atrás hasta el Domingo de Ramos con la 'semana de traslados'
- Antonio Banderas se declara "fan absoluto" de la banda de cornetas y tambores de la Esperanza: "Sois los reyes de la calle"