Carmen López, Gonzalo García, Diego Romero y Cristian Peláez.

Carmen López, Gonzalo García, Diego Romero y Cristian Peláez. E. E.

Educación

Los chicos de oro de Medicina UMA: "No hay piedra filosofal para quedar bien en el MIR"

Estos cuatro egresados de la Universidad de Málaga están en el 'top' 250 resultados del examen para Médico Interno Residente, y mantienen la mente clara: "La posición tampoco define lo buen médico que vas a ser"

1 marzo, 2022 05:00

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Son 13.059 personas las que este año se presentaron al MIR en toda España. Casi 300 páginas de PDF recogen sus notas desde el pasado 22 de febrero en el examen para Médico Interno Residente, una calificación con competencia feroz que marca su vida: según su posición, pueden elegir especialidad y destino. Estos cuatro estudiantes de la Universidad de Málaga están entre los 250 mejores resultados de España y cuentan cómo lo  consiguieron.

Suenan felices, y no es para menos. EL ESPAÑOL de Málaga ha cuestionado a este cuarteto de oro de la Facultad de Medicina de la UMA por sus inicios en el mundo de la Medicina, sus trucos a la hora de afrontar el reto del MIR y sus apoyos personales, una de las piezas fundamentales para muchos de ellos.

Así ven su trayectoria laboral cuatro de los jóvenes más brillantes de la disciplina en Málaga, y así aconsejan a los de las generaciones próximas:

Gonzalo García, en una imagen de archivo.

Gonzalo García, en una imagen de archivo.

Gonzalo García Martí

"El MIR es un poco lotería"

"No existe ninguna piedra filosofal para sacar buen resultado en el MIR; si no, alguien se estaría forrando a costa de ello", explica García, que ha logrado en esta promoción el 129º mejor puesto de España. Para él, han sido fundamentales la constancia y el trabajo duro: "Allá donde no llega la motivación, tiene que llegar la disciplina", cita.

Pero solo eso no es suficiente. "Hay mucha gente que se ha esforzado muchísimo, ha trabajado tanto o más que yo, y luego los resultados no son justos. El MIR es un poco lotería e influyen muchas cosas", afirma. Él se preparó el examen con otros cuatro amigos, entre los que se ayudaban tanto para resolverse dudas como para animarse unos a otros, e intentó hacer "bastante deporte, para descansar y romper con la monotonía": en su caso, tres veces por semana.

No soñaba de pequeño con ser médico, ni jugaba con jeringas o estetoscopios a curar muñecos. "Fue a partir de 4º de la ESO cuando me empezó a rondar la idea. Cuando entré en la carrera todavía tenía dudas sobre si me había equivocado o no", recuerda. Con el paso de los cursos, se enamoró de la disciplina hasta convertirse en uno de los malagueños mejor posicionados a nivel nacional en esta promoción del MIR.

"Evidentemente, es una carrera larga y tediosa. He tenido momentos de desesperación, pero en general creo que no me he equivocado", cuenta este antiguo alumno del Colegio Platero y San Estanislao de Kostka, que cree que terminará decantándose por la cardiología. 

Recuerda Gonzalo que la publicación de las notas del MIR le pillaron solo en casa. "Lo celebré con mis perros, que no se enteraron de nada pero también se alegraron mucho", ríe García, que tampoco cree que sea un logro definitivo: "El número de orden tampoco define lo buen médico que vas a ser. Hay otras cosas más importantes, como el trato al paciente. Ser un buen médico va mucho más allá", sentencia.

Cristian Peláez, en una imagen de archivo.

Cristian Peláez, en una imagen de archivo. Cedida

Cristian Peláez Berdún

"Lo realmente importante es sacar lo mejor"

Cuenta que, "aunque suene a tópico, el MIR es una carrera de fondo". Mantener una línea y una rutina en la que intercales descansos para "no cansarte antes de tiempo" fue su filosofía para lograr quedar en 137º lugar, un puesto que le permite poder elegir entre Neurología y Cardiología, las dos especialidades entre las que todavía duda.

"No hay más truco que ese: saber dosificar esfuerzos, ser constante", afirma Peláez, que cuenta que tener en mente el objetivo de lograr una plaza y una buena posición para poder elegir dónde seguir aprendiendo le ayudaron a afrontar el día con optimismo hasta en los peores momentos.

Cuando salió del examen, no sabía qué responder a quienes le preguntaban cómo le había ido. "Cuando empezamo a ver las primeras estimaciones, no me lo creía. No esperaba nunca que fuera a conseguir tan buen resultado", cuenta:"Ha sido duro, pero tanto esfuerzo ha merecido la pena".

"Aunque sea importante la constancia, hay muchísimos opositores y cada uno tiene detrás sus propias circunstancias personales. Lo realmente importante es, dentro de ese contexto, sacar lo mejor de uno mismo", matiza: "Podemos ayudar y encontrar nuestro hueco donde menos lo esperemos, aunque no sea la plaza que teníamos en mente".

Carmen López, en una imagen de archivo.

Carmen López, en una imagen de archivo. Cedida

Carmen López Moreno

"Siempre tuve claro que quería ayudar"

Siempre había querido ser maestra, como sus padres, pero al final del bachiller giró hacia la Medicina: "Siempre tuve claro que quería ayudar a la gente", relata. Y le gustaría seguir haciéndolo a través de la Psiquiatría gracias al puesto nº 209 que ha logrado.

"Yo todavía no me lo creo. Mis padres, mi hermano y tal estamos todos locos de contentos", explica Carmen.

¿Sus trucos? "Confiar en tu trabajo, confiar en tu proceso, intentar estar emocionalmente lo más estable posible, con un entorno que te haga sentir lo mejor posible. Yo he tenido dos compañeros magníficos: mi pareja y un amigo. Y sobre todo, quererte mucho y tener mucha paciencia".

Diego Romero, en una imagen de archivo.

Diego Romero, en una imagen de archivo. Cedida

Diego Romero Requena

"Lo principal ha sido el buen ambiente"

En 1º de Bachillerato, Diego no quería matarse a estudiar. Siempre le había gustado la Medicina, pero dudó en aquella época y no se puso las pilas hasta segundo. "En Selectividad la lié un poco y al final entré un año tarde", cuenta Romero, que pasó también por Fisioterapia. Hoy es el puesto nº 223 de su promoción nacional del MIR y todo indica que podrá ser neurocirujano, como sueña.

"Para afrontar el MIR, lo que yo hacía era estudiar por inercia. Estaba en el piso de Gonzalo [García Martí] y teníamos muy buen ambiente de estudio. Nos preguntábamos las dudas, podíamos echarnos una siesta; cuando necesitábamos despejarnos, que encima todos solíamos coincidir, ya alguno tenía que decir alguna tontería, porque estábamos reventados. Eso me ha ayudado mucho a mantener emocionalmente muy muy estable", subraya.

Para ese éxito que considera compartido, también la celebración lo fue. La academia le envió un correo electrónico con el resultado que le estimaban la misma noche que salió a celebrar que ya habían hecho el examen.

"Estaba con dos amigos ya volviendo a casa, y les dije: Voy a poder ser neurocirujano. Pegaron un bote y se alegraron muchísimo. Viví esa noche con euforia. Llegué un poco más contento de la cuenta igual...", rememora.