"Buenos días, niños queridos". Ese era el saludo que Mari Carmen Jiménez le daba a sus alumnos cada mañana al entrar a una clase de Religión. "Cada vez los niños están más desorientados, les faltan que los quieran, que los atiendan", dice esta profesora que en la última semana se ha hecho viral por un vídeo donde se la ve rompiendo un reloj delante de sus alumnos del IES Miraya del Mar de Torre del Mar (Vélez Málaga) para dar la bienvenida a su jubilación.
"El reloj ha sido mi peor enemigo. Sin duda. Yo hubiese querido que si una clase tenía que durar dos horas, pudiera haberlas dado. Las horas se pasan volando con mis alumnos, por lo que el reloj me ha robado a mis niños", cuenta Jiménez, que desde el año 1985, cuando dio su primera clase, ha tratado que el aula se convierta en "un mundo de mis niños y mío".
Quiere que la mochila de los problemas se quede fuera de clase. Un día pidió a los niños que escribieran en un papel lo que más les preocupaba en ese momento, de manera anónima. Cuando leyó cada una de las respuestas, Mari Carmen enmudeció. "Los divorcios de sus padres estaban en el primer puesto, pero había barbaridades como casos de maltrato o incluso uno me dijo que no cenaba para poder almorzar al día siguiente. ¡Y yo con la nevera llena! Esto es muy grave porque son niños. Se merecen amor y una serie de derechos. Ojalá me hubieran mentido en todos esos papelitos", relata, emocionada.
Siempre ha puesto por delante el amor a su alumnado que el programa. "Siempre me han dicho que soy muy buena, pero a la hora de cumplir con la programación de Religión, eso es ya otro tema", confiesa entre risas Mari Carmen. Hace unos días, charlando con un profesor, le dijo que el próximo curso prometía cumplirla, que iba a mejorar para conseguirlo. "Hasta que me di cuenta de que no había próximo curso. Ay, esto cuesta mucho, yo lo estoy llevando fatal puesto que es una profesión que me aporta mucho. Siempre digo que el maestro es el que cambia la sociedad a través de un niño", añade.
Desde aquel curso del 85, Mari Carmen ha montado una academia de muchas asignaturas distintas. Estuvo diez años con ella y fue todo un éxito. En 2006 entró al instituto que la ha visto cerrar su etapa como profesora de Religión, el IES Miraya del Mar.
En cada curso de los 16 que ha pasado en el instituto de Torre del Mar, Mari Carmen siempre ha indicado a sus alumnos donde vive, a unos metros del centro. Hay profesores que cuidan mucho su intimidad en este sentido, pero a ella le daba igual. "Digo mi dirección hasta en el vídeo, sin saber que iba a llegar a hacerse viral. Pero me da igual. Si mis niños un día pierden el móvil y están perdidos, saben dónde tienen que ir. Si necesitan beber agua, comer, lo que sea... Yo voy a estar ahí para ayudarles", expresa.
Su vocación por la profesión viene de los años que pasó interna en Gamarra como alumna durante cuatro años. El centro les daba una hora para merendar que ella aprovechaba para entrar a algún aula con las niñas de su curso que iban peor a nivel académico. "Les daba lecciones de Matemáticas, Física o de lo que fuera. La cosa es que cuando llegaban las notas, ellas las sacaban mucho mejor que yo. Lejos de ponerme triste, me di cuenta de lo bien que explicaba y del arte que tenía. Me di cuenta de lo bonito que era transmitir lo que uno sabe, por eso he sido profesora, o 'maestra', como mis niños me llaman".
En un momento del vídeo viral se oye como una chica manda a callar a otro que pega voces. Cuando se le pregunta por los "niños malos", Mari Carmen hace referencia a otra de las frases de su discurso. "Yo no veo niños traviesos, yo veo a personas que van a construir un mundo mejor en el futuro. Uno será médico, uno será camarero... pero todos llevarán un poquito de mí, porque los quiero muchísimo", declara. De hecho, a veces, cuando los ve tranquilos al llegar a una clase les pide que hablen para callarlos o regañarlos. "Siempre les digo que yo a sus edades era una cabra loca... es lo mínimo", dice entre risas.
"Los pocos 'niños malos' que puede haber son niños de los que no hemos sabido gestionar lo bueno que hay en ellos", dice. Un día escuchó como un alumno quería "hacerle la puñeta" al profesor de Tecnología. "Me alié con él para hacérsela, pero en vez de pinchándole las ruedas, aprobando. Le convencí de que así le daría más coraje por la manía que le tenía", recuerda Jiménez, que siempre ha tenido una complicidad especial con sus niños.
Otro día estaba haciendo guardia en el recreo y varios chiquillos estaban sentados al sol. Diez minutos antes de acabar el descanso, Mari Carmen les dijo que se marcharan, pero en el momento en el que los chavales se iban, apareció la directora. "Les cayó una monumental, pero ninguno me delató. Cualquiera podría haber dicho que 'la seño niños queridos' les había dejado. Pero no abrieron la boca. Eso dice mucho de la relación que tengo con mis alumnos", relata sonriendo la profesora.
Asegura que tiene anécdotas como para escribir un libro. Unas más simpáticas y otras más duras que han hecho reflexionar muchísimo a Mari Carmen. "A veces pienso que cuánto dolor hay en otras vidas, con lo fácil que yo lo he tenido". Se refiere a una niña que llegó al colegio desde un centro de acogida. Unos profesores la vieron dando patadas a una papelera por el pasillo y la llevaron con Mari Carmen, puesto que no sabían si tenía Valores o Religión.
"Yo quería quitármela de encima, viendo lo que había hecho. Pero me dio tanta pena que la abracé muy fuerte y le dije que me buscara para lo que necesitara. Al acabar las clases vino a buscarme y a agradecerme ese simple abrazo, porque hacía mucho tiempo que nadie le daba uno. Es algo que te deja sin palabras, era una niña a la que la vida le había maltratado mucho", cuenta, mientras se rompe entre lágrimas.
El amor ha sido la base de la enseñanza de Mari Carmen, a la que todo un instituto adora y agradece lo que ha hecho por ella. No se sabe si del Miraya del Mar los niños se han graduado con una base de conocimientos en Religión inabarcable, pero lo que está claro es que se han graduado niños queridos y grandes personas con el recuerdo de una 'maestra' a la que no olvidarán jamás.