En uno de los bares clásicos de las previas malaguistas tronaba el ‘¡Que viva España!’ de Manolo Escobar. Los parroquianos daban palmas y algunos adaptaban la letra a lo que les venía bien. Solo había una camiseta de la selección. Era blanca. Eran todavía las seis y cuarto de la tarde.
Lo había dicho Luis Enrique en la previa, que Málaga era una ciudad futbolera. Y eso es lo que se ha visto en las gradas del estadio de Martiricos. Una afición con muchas ganas de animar, de empujar al equipo nacional y de, porqué no, llevarse una alegría después de mucho tiempo.
Hacía cinco años que España no venía a Málaga, y ese es el tiempo que hace también que muchos no se compan una camiseta de la selección. Mucho Isco y mucho Iniesta en las espaldas de los malagueños que acudieron al partido de La Rosaleda.
A la espera de la llegada del equipo a la Puerta 16 del estadio, se fueron agolpando aficionados para recibir el autobús de la selección, que fue jaleado a su llegada. Pancartas pidiendo las camisetas de Gavi o de Busquets a los dos lados de la Avenida de La Palmilla.
Poco a poco las gradas se fueron tiñendo de rojo. No se puede usar el tópico de que no cabía un alfiler, porque sí cabía, pero la sensación era de llenazo. En total, 30.398 fueron los espectadores que presenciaron in situ la victoria de España 2-0 sobre la República Checa. Algunos checos entre ellos. También algún jugador de la primera plantilla del Málaga, como el paleño Alberto Escassi, que vio el partido con algunos miembros de su familia.
Con el estadio casi lleno, el público se arrancó con 'Mi gran noche' de Raphael, que se siguió cantando a capella, auspiciado por la megafonía.
Asensio y Carvajal fueron los más ovacionados cuando se corearon las alineaciones. También en el turno de los suplentes destacaron los aplausos a Ansu Fati, que no ha jugado en estos cuatro partidos. No hubo dudas con Luis Enrique. Ovación cerrada para un seleccionador que se había deshecho en elogios con la afición malagueña en la previa, y también lo hizo en la rueda de prensa posterior al choque.
“Felicito a la afición de Málaga, felicito además a la afición porque una cosa que no comentamos nunca y que creo que es muy importante es respetar al rival y no silbar en el himno del rival, porque no es bonito que silben el himno de tu país. En Málaga han estado soberbios también en esto. No se ha silbado, se ha respetado y es una cosa a valorar y que me gustaría que continuara en las demás citas con la selección porque creo que es muy bonito”.
“Jugar con esto es mucho más fácil. Nos han apoyado cuando hemos tenido alguna intervención de Unai Simón. La afición ha estado soberbia. Desde el inicio, los días previos en el hotel… Es un gusto jugar así. Camiseta rojas y banderas españolas por todos lados. Si vosotros os sumáis, maravilloso, pero yo tampoco os puedo controlar”, expuso Luis Enrique en la sala de prensa Juan Cortés de La Rosaleda.
Tronó el himno nacional, con los aficionados extendiendo sus banderas de España.
España no terminaba de cogerle el ritmo al partido y era ‘Manolo el del Bombo’, que se dejó caer por La Rosaleda, quien orquestaba una ola con cero a cero en el marcador. La fiesta en las gradas la aprovecharon los checos para desarmar la defensa española y obligar a Unai Simón a hacer dos paradones.
Estallaron las gradas con el gol de Soler en el 24'. Poco a poco España fue marcando el tempo del partido, durmiéndolo. Lo que aprovechó La Rosaleda para arrancarse con un “¡Málaga, Málaga!
Tras el bocata del descanso, hubo un punto de inflexión en las gradas: la salida de Gavi al campo. La presencia del sevillano fue un interruptor para el respetable y también para la selección. No hizo otra cosa el de Los Palacios de dejar destellos de todo lo que puede llegar a ser. Y en cada acción arrancó la reacción de la grada. "Es imposible que no haya un solo espectador en La Rosaleda que no haya disfrutado de lo que nos ha aportado", decía Luis Enrique tras el partido..
En el 75’ Pablo Sarabia cerró el choque con el 2-0 tras un jugada hilvanada entre Gavi, Dani Olmo y Ferrán Torres. A partir de ahí llegaron los oles, el ‘¡Que viva España!’ y el ‘Que bote La Rosaleda’.
No terminó de cuajar ese bote, pero lo que sí hizo La Rosaleda fue disfrutar del fútbol del élite y llevarse una alegría en un estadio que no celebra una victoria desde el mes de noviembre. Lo ha hecho seis meses después para dejar a España líder del Grupo 2 de la Liga A de la UEFA Nationes League. Málaga, entregada a la selección.