El grito insuficiente de Málaga a Nadal: "¡Rafa, ataca!"
- El Carpena vive el regreso de Nadal a las pistas de tenis para despedirse de su carrera con el sinsabor de boca de la derrota del mallorquín.
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En la grada del Martín Carpena, cuando la crueldad del deporte de súper elite le estaba pasando por encima a Rafa Nadal, una señora entrada en edad iba perdiendo la voz a cada “¡Rafa, ataca!”, “¡Rafa, ataca!”, “¡Rafa, ataca!”.
“No tiene fuerzas para atacar, mamá”, le decía su hijo sentado a su lado. “Eso le está pasando a tu madre, que también se está haciendo mayor”, le respondía mientras se levantaba de su asiento y se sentaba en la escalera del graderío para hacerle vudú a Van de Zandschulp cuando iba a sacar.
La señora estaba ataviada con un polo rojo y ribetes amarillos de España y un sombrero con una bufanda de la bandera española anudada a la copa. Debajo se le intuía el pelo pintado de azul. En esas, Nadal devolvía la esperanza a la afición rompiéndole el servicio al tenista holandés, que había elegido una tarde clave para no fallar.
“Si no puedes tú, quién va a poder”, insistía después de muchos “tú sí puedes”. Y Nadal metía presión con el saque aunque seguía un break abajo en el segundo set, tras haber caído en el primero.
El público había decidido que ya de perdidos al río y había que empujar, como fuese, en un deporte como el tenis donde reina el respeto en las gradas. Pero se trataba de llevar al mito, todavía hecho carne en la pista, en volandas. Había un ambiente de la vieja Davis, con las pastillas de las gradas teñidas de naranja haciendo su parte. Cuando tenía que dudar, Van de Zandschulp tiró de servicio para enfriar el ambiente.
"Te va a entrar un dolor en una pata que nos vas a poder moverte" eran los últimos intentos de desestabilizar al tenista holandés, que dudó en el último juego con su servicio pero Nadal no pudo volver a igualar el set y alargar la esperanza, dando quizás los últimos golpes de su carrera.
Una hora antes, no quedaba una tumbona vacía de las que organización de la Copa Davis ha montado en la fan zone de la explanada principal del Martín Carpena. Y había que ir abriéndose paso para cruzarla de una esquina a otra algo más de una hora antes, cuando el grueso de la afición holandesa hacía su aparición, siempre tan colorida, siempre tan fiel a los suyos, como en las dos ediciones anteriores que han venido a málaga.
Muchas camisetas de España, carteles de gracias Rafa, gorras de la marca Nike con la colección del tenista mallorquín. La noticia llegaba poco antes del mediodía, cuando se confirmaba que Nadal disputaría el primer punto de la eliminatoria.
La tripas del Martín Carpena, donde se sitúa el Media Center, eran un hervidero. El espacio es limitado y sólo había disponible una acreditación por medio de comunicación, nadie quería faltar a la cita.
Fuera, una mezcla de euforia y tensión contenida, puede ser la última aparición de Rafa Nadal en una carrera que se extiende dos décadas, y a venido a poner el epitafio en Málaga. Defendiendo a España y con la intención de cerrar su trayectoria con una ensaladera, que ha levantado en cinco ocasiones.
"¡Rafa, ataca! Si vas a perder de todas maneras", gritaba desesperada, harta de hacer budú al tenista holandés, que acabó llevándose el duelo (6-4, 6-4) e inscribiendo su nombre en el que quizás pueda ser el último partido en la carrera de Rafael Nadal Parera. Málaga lo vivió.