El Málaga CF logró el pasado domingo echarle el cerrojo a la portería en El Molinón contra el Sporting de Gijón. Y además, mantuvo lejos a los asturianos de su área durante gran parte del partido, solo varios tiros lejanos pusieron en peligro a Rubén Yáñez. Con la de este partido, son cuatro la veces que los blanquiazules han conseguido acabar los 90 minutos sin encajar un gol. Solo a partir de ahí podrán cimentar una permanencia que cada vez parece más complicada, porque a pesar de la mejoría defensiva solo se sumó un punto. Muy poco, insuficiente para las necesidades del Málaga.
Pepe Mel sustituyó a Pablo Guede con la primera premisa de frenar la sangría de goles que estaba condenando al Málaga partido tras partido. Lo consiguió a medias y rebajó la cifra de goles encajados por partido. Solo el Lugo, Cartagena y el Eibar, más el Nástic de Tarragona en Copa del Rey, le metieron más de un gol al Málaga, que en los dieciocho partidos que disputó con el madrileño en el banquillo cayó en cuatro ocasiones por 1-0. 2-1 fueron los guarismos en Cartagena y Eibar, mientras que el Lugo se le ganó en La Rosaleda 3-2.
Esa rebaja de goles en contra que consiguió Pepe Mel no le sirvió para sumar los puntos necesarios que sacaran al Málaga del descenso.
Ahora, Sergio Pellicer ha llegado a Málaga para rizar más el rizo y abrochar la portería hasta arriba e impedir que a su equipo le metan goles. En su anterior etapa consiguió la permanencia con esa premisa, que el Málaga encajara pocos goles. Durante la media temporada que se hizo cargo del equipo en la 2019-20, el Málaga estuvo doce partidos sin encajar. En el curso siguiente, dirigido al completo por el castellonense, fueron catorce.
Y lo recalcó en su presentación como nuevo técnico blanquiazul, los equipos que reciben menos son los que se salvan. Un canto al fútbol control, primando la portería a cero antes que ir a buscar al contrario para meter más goles que él. Construir una permanencia desde los cimientos.
El viernes tendrá enfrente un equipo dirigido por Álvaro Cervera, que suele construir conjuntos muy sólidos y difíciles de batir, como hizo en Cádiz CF en su etapa más fructífera como entrenador. De hecho, en siete de los trece partidos que lleva al frente del Real Oviedo ha mantenido la portería a cero, y así lo ha ido alejando de los puestos de descenso.
Pellicer tiene menos margen.