Media hora después del mandoble que se llevó el Málaga CF contra el Elche, incluso cuando los suplentes que no habían tenido minutos se habían retirado a los vestuarios tras unos ejercicios de activación, parte de la grada de animación seguía cantando en el Fondo Sur de La Rosaleda, como si el resultado hubiese sido un 5-0. Pero la realidad es que el 3-0 le había torcido el gesto al malaguismo. Aunque se era consciente, cómo no serlo, de que llegaría la primera derrota, con un jardazo de estas características no se contaba. 

Desde agosto de 2022 el Málaga no recibía tres o más goles en La Rosaleda. Fue contra Las Palmas en el primer partido como local de un equipo comandado por Pablo Guede que terminaría yéndose al pozo de Primera RFEF y serviría para firmar la sentencia del técnico argentino aunque sólo fuese la segunda jornada de Liga. Un 0-4 que dolió muchísimo. Poco que ver con lo del sábado.

Las sensaciones que dejó el Málaga fueron de una impotencia absoluta frente a un rival que todavía está lejos de parecerse a lo que quiere su entrenador, que no fue el dominador de la pelota que se vendió en la previa. Se esperaba una máquina perfectamente engrasada amasando la pelota pero algo horizontal, pero si algo hizo el Elche fue cargar de balones a Mourad, que le ganó la partida una y otra vez a Einar y Nelson Monte. 

Según EL ESPAÑOL de Alicante, el Elche no ganaba 0-3 lejos del Martínez Valero desde hacía ocho años. Ni conseguía una victoria a domicilio desde el pasado mes de marzo. No es relevante, pero es sal en la herida. 

El Málaga no pudo con el Elche en ninguna de las líneas del campo. Herrero evitó un par de goles más de los que subieron al marcador. No fue capaz de corregir la inferioridad numérica en el centro del campo. Y en ataque Tan sólo tuvo un amago de reacción cuando Manu Molina se plantó sólo de Dituro para enviar el balón alto tras una buena internada de Cordero hasta la línea de fondo tras marear a Diaby.

Ni con el 2-0 hubo reacción del equipo, desdibujado toda la noche, llegando a casi todas tarde frente a un Elche que vivió más de los chispazos que de su manejo del balón, que se pudo ver a fogonazos. Ahí pudo estar una de las pocas luces del Málaga, desarmar al rival durante muchos tramos. Un acercamiento más de Manu Molina y, ya con 0-3, otra ocasión muy clara para Larrubia, pero que tuvo que rematar con la derecha, fue el bagaje ofensivo del Málaga frente a un rival con ocho goles en contra. 

Faltó claridad en el último pase y algo de pausa en algunas ocasiones. El Elche no era un bastión defensivo, pero el Málaga ni tuvo calma ni tuvo colmillo para hincárselo. 

En la sala de prensa compareció Sergio Pellicer intentando quitarle hierro al asunto, calificando el partido como una mala noche, que lo fue, y felicitando a los suyos por el esfuerzo. Hubo poca autocrítica. Ahora tiene una semana por delante para corregir lo que se hizo mal este sábado y dejar atrás cuanto antes este batacazo cuando menos se esperaba, cuando más fiable estaba siendo el Málaga. Llega a tiempo, aunque con dos salidas de aúpa consecutivas. 

Uno de los mensajes que sale del vestuario es que este equipo tiene alma. Es el momento de demostrarlo.