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Andalucía destaca por su gastronomía, su clima y sus gentes, pero no se puede dejar de lado sus paisajes. Ejemplo de ello son los pueblos que se esconden en la provincia de Jaén, donde no solo cuentan con los olivares para producir el mejor aceite de España, sino que es una de las regiones con más castillos de Europa. 

A lo largo y ancho de la provincia de Jaén se esconden pequeños pueblos que son joyas repletas de casas blancas que tienen detrás una gran historia, acompañadas de paisajes y una naturaleza que cautiva a cualquier persona que decide visitarlos. 

De esta manera, según National Geographic, uno de los pueblos más bonitos de Jaén es Alcalá la Real que destaca por sus castillos y todos sus paisajes. 

A 70 kilómetros de distancia de Jaén capital se encuentra esta histórica ciudad que está tan al sur de la provincia que está más cerca de Granada capital que de Jaén. Cabe señalar que su ubicación ha beneficiado a la localidad en gran medida a lo largo de la historia. 

Por Alcalá la Real han pasado numerosas civilizaciones y culturas. Fue un punto defensivo entre el reino nazarí de Granada y los reinos cristianos de Casilla y no fue hasta 1341 cuando la conquistó Alfonso XI. 

En el siglo XIV se convirtió en una de las principales defensas de la frontera cristiana en el sur. Esto hizo que se pasara a ser una localidad fuerte que experimentó un gran desarrollo, en particular durante los siglos XV y XVI.

Muchos pueblos de la provincia se encuentran entre montes y sierras y este no iba a ser para menos. En concreto, esta localidad es la falda del cerro de la Mota, donde se levanta su fortaleza homónima y su Iglesia Mayor Abacial, al mismo tiempo que la rodea una gran muralla. 

Esa Fortaleza de la Mota es una infraestructura amurallada con varias torres, una iglesia mayor abacial y se encuentran los restos de una ciudad. Esta infraestructura fue clave en alguna de las batallas históricas entre musulmanes y cristianos, y desde ella se controlaba el paso entre el Valle del Guadalquivir y el reino de Granada.

Su Iglesia Mayor Abacial está dentro de la fortaleza y se construyó después de la conquista cristiana. Su arquitectura es gótica y renacentista, aunque actualmente está en ruinas, pero sus restos destacan y dejan ver que fue un gran punto de encuentro social y religioso en el pasado. 

Su casco histórico está repleto de calles estrechas y empedradas con casas encaladas y edificios históricos que hace viajar a todos sus visitantes a otra época. Entre sus calles se encuentra el Palacio Abacial que fue sede de la Abadía de Alcalá la Real y ahora es un museo arqueológico y centro cultural que alberga exposiciones y actividades relacionadas con la historia local.