La 'reina europea' del chip: "Los chips son el nuevo petróleo, pero no prevemos abrir una fábrica en España"
María Marced, presidenta en Europa de TSMC, la compañía líder mundial en producción de chips con una cuota de mercado del 60%, afirma que la escasez de semiconductores va a continuar aunque están dando prioridad al sector de la automoción.
20 septiembre, 2022 05:00Noticias relacionadas
Sus amigos dicen que la valenciana María Marced es “la reina de Europa”. Y es prácticamente verdad. Su teléfono móvil lleva echando humo desde hace dos años con llamadas de grandes directivos de la industria automovilística o electrónica. Marced es la presidenta en Europa de TSMC, la mayor compañía mundial de fabricación de semiconductores y chips con una cuota de mercado del 60% en todo el planeta.
La sede está en Taiwan y producen al año unos 13 millones de obleas, con entre 1.000 y 2.000 chips en cada una de ellas. La escasez de semiconductores ha catapultado aún más a empresas como TSMC. De hecho, Marced ha estado en Málaga dando una conferencia titulada Los semiconductores:el petróleo de nuestro tiempo y ha concedido una entrevista a EL ESPAÑOL de Málaga.
-Han pasado de ser una empresa casi desconocida para el gran público a estar en boca de todos.
-Sí, nosotros estamos al principio de la cadena de valor de los microchips porque proporcionamos tecnología y fabricamos para otros, pero al no tener producto final nuestro nombre no era conocido por nadie. Desgraciadamente, la falta de microchips hizo que empezaran a llamarme todos los fabricantes de automóviles, donde Europa es número uno con Volkswagen, Mercedes, BMW, etcétera. Luego vinieron las farmacéuticas y las grandes compañías médicas y la prensa ya empezó a hablar de TSMC. La verdad es que no damos abasto. El año pasado fue el peor, aunque nosotros decidimos priorizar el sector del automóvil, no por el consumo de chips porque para nosotros solo representa el 5% de nuestro negocio, sino porque la Casa Blanca o Europa nos llamaron y somos conscientes del número de empleos y la contribución al PIB que genera la automoción.
-¿Por qué se ha llegado a esta situación?
-Con la pandemia mucha gente empezó a comprarse otro ordenador porque el de la oficina se quedaba allí y adquirían un portátil, una pantalla o un teclado para casa. Segmentos que estaban prácticamente saturados y donde apenas había crecimientos como el de los ordenadores de pronto tuvieron un aumento del 10%. Con los teléfonos inteligentes lo mismo. Eso era algo que no se podía prever. Por otra parte, la pandemia provocó que se rompieran las cadenas de valor. La mayor parte de los chips y de los encapsulados se hacen en Asia. Y la gente estaba confinada, por lo que no iba a la fábrica y no se fabricaba o no había transporte. Eso causó un problema tremendo.
-¿Qué ha hecho TSMC para sortearlo?
-Nosotros estábamos ya fabricando al 100% de la producción por lo que aumentarla es muy difícil. Puedes aumentar un 5 o un 10%, que es lo que se ha hecho incentivando a los operarios, pero las fábricas están ya muy robotizadas. Lo que estamos haciendo es invertir en nuevas fábricas. Ahora mismo, solo en Taiwan estamos construyendo siete fábricas. Nuestras fábricas necesitan además escáneres o litografía avanzada y los proveedores de esas herramientas también están asfixiados porque, además de nosotros, hay otras empresas montando fábricas nuevas.
-¿Cuánto va a durar este estrés mundial entre oferta y demanda de chips?
-La situación actual va a seguir pese a que la economía está muy débil y algunos países hablan ya de recesión, por lo que el consumo privado va a disminuir. Sin embargo, la escasez de microchips va a continuar porque son el petróleo de nuestra época. Si cada persona revisa lo que lleva encima se dará cuenta de que lleva un montón de microchips en el teléfono, el reloj, las tarjetas de crédito, de salud, el DNI… Y ya no hablamos de los coches. Un vehículo moderno, electrificado y autónomo, con gran cantidad de cámaras y sensores, lleva cinco veces el número de chips que llevaban antes.
-Con lo que me dice, entiendo que este sector promete décadas de rentabilidad.
-Si este año se espera que el PIB mundial crezca en torno a un 2 o un 3%, el mercado de microchips va a crecer un 10%. No hay ningún segmento que crezca tanto. Y si hablamos del foundry es mucho mayor.
-¿Qué es el foundry?
-Inicialmente, las empresas que vendían o fabricaban aparatos electrónicos tenían sus propias fábricas de chips. Intel, Siemens o Philips eran ejemplos de esto. Ahora todos se dedican a diseñar sus productos electrónicos pero no fabrican los chips. Han vendido sus centros de diseño y fabricación de chips y se han creado empresas importantes como NXP o Infineon. De hecho, por ejemplo, NXP ya factura más que Philips. El siguiente paso ha sido aplicar el modelo de negocio del foundry, cuya ventaja es que se agregan volúmenes, se puede capear mejor los ciclos de oferta y demanda y al crear economías de escala se puede fabricar un volumen tan alto que el coste es muy bajo y se puede llegar al defecto cero, es decir, a una gran calidad, mucho antes que cualquier otro. Es tan buen modelo de negocio que hasta Intel, que solo se dedicaba a fabricar sus propios productos, ahora ha dicho que quiere también fabricar para otros.
-Intel ha anunciado que invertirá 20.000 millones de dólares en dos fábricas de chips en Estados Unidos. China y la Unión Europea también barajan este tipo de inversiones. Usted ha comentado que TSMC abrirá siete nuevas fábricas en Taiwan. ¿Se contempla alguna inversión en España a corto o medio plazo?
-La presencia de TSMC en España es muy pequeña porque el consumo de microchips es muy pequeño. En Europa nuestro gran negocio es el automóvil y el segmento industrial. Curiosamente España es el segundo mayor productor de automóviles de Europa, detrás de Alemania, pero el problema es que el diseño no se hace en España. Son todas marcas extranjeras cuyo diseño se hace fundamentalmente en Alemania o Francia. Nosotros estamos explorando una fábrica en Europa. En noviembre vamos a inaugurar una en Arizona (EEUU), en Japón tenemos otra muy avanzada y no queremos que Europa se quede atrás. De momento aún no puedo confirmar nada, es solo exploración.
-¿Tiene España alguna posibilidad de albergar esa fábrica?
-No, porque nosotros atendemos sobre todo al mercado automovilístico e industrial y eso es fundamentalmente Alemania. No obstante, sí insto a las ciudades españolas y a los parques tecnológicos españoles como el de Málaga a que empiecen la casa por los cimientos y no por el tejado. Con eso quiero decir que se hagan centros de diseño de chips. En el momento que haya muchos habrá demanda y, por tanto, se podría contemplar una fábrica.
-Al haber tanta demanda, el precio del chip sube. ¿Cómo se traslada eso luego al cliente final, al consumidor?
-Lo que va a contribuir a aumentar el coste de los microchips va a ser la localización. Hasta ahora la globalización suponía una reducción de costes tremenda. Pero no solo para los microchips, sino para la ropa o cualquier cosa. Todo viene de Asia, se generan economías de escala y el coste disminuye. Pero nos hemos dado cuenta de que puede haber un problema como el Covid o como la guerra en Ucrania que rompe las cadenas de transmisión y no nos llegan los productos, aumentando así el precio al haber más demanda que oferta. Lo que estamos haciendo ahora es poner fábricas fuera de Asia para que haya un modelo híbrido entre localización y globalización. Pero ese modelo va a ser más caro que la pura globalización. Todos los productos van a ser así más caros.
-Precisamente tras la pandemia y en la lucha contra el cambio climático se está hablando de la necesidad de reutilizar más los productos y de la economía circular. ¿Qué opina usted?
-La innovación consiste en crear algo que te haga sentirte descontento con lo que ya tienes y te induzca a comprar algo nuevo. Pero, por ejemplo, el teléfono móvil que se queda antiguo no lo tiras a la basura sino que lo llevas a un centro de reciclaje. Allí lo desmontan, le sacan el oro que llevan los microchips, que es muchísimo, el níquel… Y así lo pueden volver a utilizar. Pero parar la innovación es muy difícil. Utilizar un producto diez años en lugar de cambiarlo por uno nuevo es difícil. A mi nuevo coche le digo que me lleve y me lleva.
-Hablando de eso, ¿cuánto falta para que haya coches autónomos por las calles?
-Hay pruebas ya tremendas. En Frankfurt puedes ir con un BMW al aeropuerto, dejarlo en la entrada del aparcamiento, pones en tu teléfono móvil que te lo aparque y el coche se aparca solo. Además te manda un mensaje al móvil diciendo dónde está aparcado. Y cuando aterrizas y sales, le das al móvil y el coche viene solo. En cualquier caso, yo creo que a las personas en general nos gusta conducir. Yo lo que quiero es que el coche sea lo más seguro posible y todas las nuevas prestaciones que tienden a la autonomía van en esa dirección, es decir, que me despierte si me adormezco, que me indique si estoy muy cerca del coche de delante… Pero totalmente autónomo es muy complicado porque no hay legislación. ¿Quién es el culpable si hay un accidente? Sí se espera que sean autónomos los autobuses, trenes, camiones de carga y descarga… los que vayan por un carril especial.