Nos guste o no, las dos, en una incipiente convivencia, van a cohabitar hasta 2050, año en el que los vehículos con motor térmico dejarán de poder circular, algo que solo podrán hacer entonces los de cero emisiones. Hasta ese año, más vale que nos vayamos acostumbrando a las profundas diferencias de uso, mantenimiento y adquisición que tienen una y otra tecnología.

Vamos a enumerar las diferencias principales en el uso diario de un motor, por ejemplo de gasolina, y otro eléctrico.

Precio de compra

Un motor de gasolina o diésel tiene una media de 2000 piezas contra las no más de 100 que tiene un motor eléctrico. Por lo tanto, fabricar un motor térmico es mucho más caro que uno eléctrico. Sin embargo, si le sumamos el coste de las baterías que tienen estos, los hace ser al final más caros. De hecho, de media, las baterías suponen casi el 40% del precio total de un coche eléctrico.

Ganador: coche con motor térmico

Facilidad de uso

Aunque los motores térmicos actuales han llegado a un nivel de efectividad sorprendente, no tienen nada que hacer contra uno eléctrico en uso habitual. Los eléctricos tienen un rendimiento muy superior, de media el doble, y además su comodidad, sobre todo en trayectos urbanos, es inigualable, con aceleraciones instantáneas sin necesidad de una caja de cambios.

Ganador: coche eléctrico a batería

Autonomía

Es cierto que se va avanzando en el tema de la autonomía de los eléctricos a batería, pero en este punto los motores térmicos ganan por goleada, no solo porque la distancia en kilómetros antes de repostar es mucho mayor, más del doble, sino por el tiempo de repostaje, con unos cinco minutos para los térmicos contra varias horas en los eléctricos.

Ganador: coche con motor térmico

Fiabilidad mecánica

Si bien los motores térmicos tienen mucho mayor mantenimiento que uno eléctrico, la suma de la batería necesaria para que funcione este último complica mucho ese mantenimiento general. De hecho, las baterías no son precisamente baratas, se degradan con los ciclos continuados de carga y su eficiencia baja con los años de uso, pudiendo ser habitual que en menos de 10 años haya que sustituirlas. De todas maneras, las visitas al taller son menores en los eléctricos.

Ganador: coche eléctrico a batería

Sensaciones al volante

Aunque parezca un dato menor, muchos compradores de coches hoy día siguen teniendo en cuenta las sensaciones al volante que les produce la suma de entrega de potencia, sonido, agilidad en la conducción y, en general, “comunicación sensorial” con el vehículo que conducen. En este apartado, los eléctricos son anodinos en su funcionamiento, pareciéndose más a un electrodoméstico que a una máquina.

Ganador: coche con motor térmico

Ecología

Un vehículo eléctrico tiene cero emisiones como resultado del funcionamiento de su motor contra los 115 gr de CO2 por kilómetro que tiene uno térmico de media, además de óxido de nitrógeno, dióxido de azufre y partículas de hollín que se quedan en suspensión. Sin embargo, si incluimos el proceso de fabricación de las baterías, unos 350 kg de media por vehículo, además de su proceso de reciclado futuro, no podemos considerar al vehículo eléctrico de batería como un cero emisiones en su ciclo total de vida.

Ganador: coche eléctrico a batería

Valor de reventa

Tal y como se van a poner las normas, vender un coche con motor térmico será cada vez más difícil con los años, sobre todo los diésel, aunque los podremos seguir utilizando hasta 2050, es decir, 27 años desde hoy. Lo cierto es que los cambios ocurren casi cada trimestre debido a la volatilidad de un mercado sujeto a los costos de los combustibles en un entorno geopolítico inestable y por eso no hay un claro vencedor en este apartado.

Ganador: empate

Algo que en estos tiempos ha empezado a cambiar es la cantidad de tiempo que el propietario de un vehículo necesita para pensar cuál es la opción de compra más conveniente. Si hasta ahora, en general, era una decisión emocional, últimamente se está convirtiendo, con razón, en algo mucho más racional.

Equivocarse hoy día a la hora de comprar según qué coche y motorización nos puede condicionar muchos años por la cantidad de limitaciones que van a llegar para el uso particular de vehículos. En general, podremos seguir usando todas las tecnologías durante casi tres décadas más, aunque arrancar nuestro motor y salir sin limitaciones hacia donde queramos ya no será nunca igual.

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