Su padre es un malagueño que emigró en 1961 a Bilbao cuando tenía 16 años buscando mejores oportunidades, en una zona que estaba un paso por delante del resto de país y desde donde se demandaba personal para diferentes trabajos. La actividad industrial era muy importante, sobre todo de altos hornos, siendo esos años la comunidad autónoma más pujante en lo laboral. Ese malagueño conoció allí a una zamorana, con la que formó una familia.

Los sesenta y setenta fueron años muy prósperos en el País Vasco pero la reconversión industrial que sobrevino con la llegada de la democracia, para adaptarnos a los requisitos de entrada en la Unión Europea, hizo que el panorama cambiara rápidamente a peor. Y para complicarlo todo más, en agosto de 1983 Bilbao sufrió la mayor riada de su historia, que dejó 40 muertos y una ciudad destruida e irreconocible. Era momento para volver a Málaga.

Alfonso Cherino llegó a la ciudad de su padre con 14 años, pero no le costó adaptarse, pese a que su infancia y parte de la adolescencia las pasó en Bilbao, o en el botxo, como le dicen allí. “Aún tengo muchos amigos de esa época con los que sigo en contacto y visito siempre que puedo. Cada vez vienen más a Málaga y muchos se quieren quedar, aunque les digo en broma que aquí no necesitamos más vecinos”.

Su afición por el Athletic de Bilbao no ha cambiado “y menos ahora que ha ganado la Copa del Rey después de tantos años. Pasear por la parte vieja de Bilbao e ir de pintxos es otra costumbre que sigo practicando siempre que puedo”.

Toda su vida laboral la ha desarrollado en Málaga dentro del sector de la automoción, empezando en 1991 en el desaparecido concesionario Talleres Molina. Por aquella época aterrizó en España una marca totalmente desconocida, KIA, que con el tiempo iba a ser una protagonista en el sector. De hecho, Alfonso Cherino lleva trabajando 24 años junto a la marca coreana, de la que ahora es gerente del concesionario Ruedatur, que abrió sus puertas justo cuando el confinamiento nos obligó a quedarnos en casa durante meses.

Según Cherino “fue un momento especialmente incierto, porque veníamos de un año, 2019, que fue muy bueno en el sector. Y justo cuando íbamos a inaugurar las instalaciones, nos fuimos todos a casa sin saber qué iba a pasar”.

Afortunadamente, el tiempo ha jugado a favor de esa instalación con la experiencia de Cherino, que ha consolidado a Ruedatur KIA como uno de los principales actores de la automoción en Málaga y uno de los pocos concesionarios cinco estrellas de la red nacional, según clasificación de la propia marca.

Su vida en Málaga durante estas últimas cuatro décadas se ha consolidado como la de un malagueño más, pero sin perder su acento bilbaíno. Sus cuatro hijos nacidos aquí, su afición por el pádel, el Unicaja y las motos, sin olvidarnos de su Athletic, le hacen respirar en perfecta armonía de dos regiones muy distintas. “Aupa Athletic, pero donde haya un espeto, que se quite tó”, nos dice para acabar.