En 2012 Mark Hawwa, un usuario de moto de Sidney, Australia, decidió reunir a un grupo de amigos moteros para desterrar el estereotipo que los motoristas tienen en algunos países del mundo, donde se les asocia a actividades ilícitas. Además, aprovechó para que los asistentes donaran parte de la inscripción en el evento para investigación sobre el cáncer más habitual en los hombres: el de próstata.
Desde entonces ese movimiento, que empezó siendo local, se ha extendido por todo el mundo y en la actualidad 121 países celebran en mayo su reunión anual de moteros con unas características que la hacen única, porque lo que se busca es transmitir educación y elegancia a través de la moto.
Para ello, todos los asistentes lucen sus mejores galas en cuanto a vestimenta, incluso con un punto vintage, dando un toque único a la variada representación de amantes de las motos de nuestra ciudad que disfrutaron de un evento espectacular este pasado domingo. Hasta ahora casi 50 millones de euros han sido recaudados para la investigación y el movimiento DGR se extiende cada día más por el mundo.
En Málaga, la organización de la reunión motorista fijó su salida en el concesionario de motos Triumph Málaga de la avenida José Ortega y Gasset, que fue el lugar perfecto por lo cercano de su imagen corporativa con los valores originales de DGR. Desde primera hora de la mañana los motoristas fueron pasando por el photocall para la obligada foto individual de recuerdo que fue el anticipo de animadas charlas entre usuarios de distintos países, habida cuenta de la gran cantidad de foráneos que viven en la Costa del Sol y que son también usuarios de motos.
Quien no quiso perderse el evento fue el alcalde de Málaga que a primera hora y en un hueco en su ocupada agenda departió con los asistentes, interesándose en los pormenores de la reunión motorista que reunió a unas 300 motocicletas y unos 500 participantes. Entre los tipos de motos abundaban las clásicas, turísticas y tipo custom. Aunque la filosofía de la DGR no limita la clase de moto, sí sugiere que la vestimenta sea lo más elegante y clásica posible, objetivo que se cumple cada año con creces.
El paseo por el centro de la ciudad fue, sin duda, lo más espectacular. Un grupo tan grande motos, circulando a baja velocidad y escoltado por la policía, hizo aplaudir a miles de malagueños que se agolpaban en los laterales de las calles, pero fueron los niños y los numerosos turistas que en esos momentos se encontraban en el centro de la ciudad lo que más disfrutaron por lo colorido y poco habitual de la caravana motorística.
Desde la avenida Ortega y Gasset se tomó hacia el paseo marítimo a la altura de Huelin, para atravesar toda la ciudad junto al mar hasta los Baños del Carmen, donde dieron la vuelta para acabar junto a La Farola, lugar emblemático para la foto final con todos los motoristas participantes.